Por Marcial Rivera
Desde la firma de los acuerdos de paz entre el Estado de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), el papel del ejército ha sido uno de los temas que ha estado siempre en el tintero de la discusión. Sin embargo, han sido los últimos gobiernos quienes, con la premisa de los altos niveles de inseguridad, -generados principalmente por la delincuencia común, pandillas juveniles y narcotráfico- han utilizado cada vez de forma más acentuada al ejército nacional para labores de seguridad pública que corresponden a la Policía Nacional Civil.
Con el arribo al poder del General Otto Pérez Molina, distintas organizaciones de la sociedad civil, "analistas" e inclusive algunos tanques de pensamiento avizoraban un gobierno abiertamente represivo, incluso con la utilización del ejército para este propósito. Lo cierto es que a la fecha no se ha propiciado esta lógica; sin perder de vista que la dirección del Estado Guatemalteco, con un militar al frente, la reconfiguración de la institucionalidad del Estado es inequívocamente en función de un mayor protagonismo de la institución militar.
Estado civil con características militares
De manera que la instalación de la nueva base militar en San Juan Sacatepéquez no responde precisamente al combate a nichos de criminalidad y violencia, sino más bien al mantenimiento del status quo para un nivel de inversiones propicio para el empresariado nacional e internacional. Particularmente para Cementos Progreso, cuyas operaciones constituyen un enorme daño ambiental y ecológico para los y las habitantes de dicho municipio y para el Departamento de Guatemala en general. Evidentemente, es alta la cantidad de recursos financieros que se gastarán en la instalación de las distintas bases militares y en la de San Juan Sacatepéquez particularmente. Esto evidencia la doble moral que constituye uno de los hilos conductores de la vida política, pues por un lado existen exigencias hacia el Congreso de la República para la aprobación de algunas partidas presupuestarias, pero por otro estas son utilizadas en aperturar nuevos destacamentos militares.
Base en San Juan Sacatepéquez
La instalación de esta base militar constituye un retroceso en las negociaciones entre el gobierno y distintas organizaciones campesinas que realizaron la marcha de 9 días en abril. Dentro de los puntos en negociación, debía suspenderse la instalación de bases militares, cuya sola instalación jugaría un papel coactivo hacia la población, pero en lo práctico su rol sería el de acompañar los futuros procesos represivos, que se darán producto de las movilizaciones a raíz de la instalación de una planta productora de cemento de la empresa Cementos Progreso en ese lugar.
Si bien es cierto el coordinador del Sistema Nacional de Diálogo Permanente Miguel Ángel Balcárcel dijo que la deuda agraria quedaba condonada. No obstante esta condonación, la petición relacionada a la no instalación de la base militar de San Juan Sacatepéquez no fue escuchada, ni tomada en cuenta, ya que solo se reubicará, pero siempre será instalada. Esto acentúa los niveles de tensión y conflictividad social existentes con los actuales patrullajes del ejército. En palabras del Rafael González líder del Comité de Unidad Campesina "pretende intimidar a la población que se opone a la instalación de la cementera", y "defender los intereses de los empresarios".
Evidentemente la respuesta de la población ante la instalación de esta base militar fue la movilización masiva; más de seis mil personas marcharon en repudio a esta acción gubernamental. No debe perderse de vista que algunas de las acciones gubernamentales del General Pérez Molina van encaminadas a fortalecer la imagen del Estado de Guatemala a nivel internacional, y la presencia de éste en el Consejo de Seguridad de la ONU. En este orden de ideas, las políticas en materia de seguridad también se enmarcan en la reciente visita del Secretario de Estado adjunto para conflictos y operaciones de estabilización.
Listos para movilizarnos
Si bien es cierto no existe un proceso escalonado de represión hacia la población, no hay que dejar de mencionar que debe leerse entre líneas la instalación de las distintas bases militares. La población debe estar a la expectativa de cómo se desarrolla este proceso, estar listos para movilizarnos, y rechazar el papel que el gobierno da a la institución castrense, así como la supeditación de este a los intereses gringos.