Por Juan Castel
El titulo anterior relata en una frase el limbo al que está atado el expresidente de la república Alfonso Portillo Cabrera (2000–2004), que pasó de ser un caudillo populista tránsfuga a un engorroso capítulo más de la república de los enriquecidos ladrones. Capitulo cuyo último titular se conoció el pasado martes 18 de marzo, cuando el ex presidente compareció ante el juez de Nueva York, donde está siendo actualmente procesado por el delito de lavado de aludiendo la utilización por parte de Portillo de bancos estadounidenses para lavar la procedencia de varios cheques recibidos por él.
Leyendo su breve declaración de culpabilidad, Portillo confesó que: “Desde diciembre de 1999, o alrededor de esa fecha, hasta agosto de 2002, antes de asumir el cargo de Presidente de Guatemala, y mientras fui Presidente, yo recibí, en varios lugares en Guatemala, un total de US$2.5 millones en pagos del Gobierno de Taiwán. Tuve entendido, que a cambio por estos pagos, usaría mi influencia para que Guatemala siguiera reconociendo a Taiwán diplomáticamente. Los US$2.5 millones fueron hechos en tres cheques, cada uno de ellos por la suma de US$500 mil, pagaderos a mi nombre y dos cheques, cada uno de ellos por la suma de US$500 mil, hechos pagaderos a Oxxy Financial Corp” (Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York). Con esto Portillo hecha al agua el fallo a su favor concedido por el Tribunal Undécimo Penal de la nación, que lo absolvió en 2009 de la acusación de malversación de unos Q120 millones por medio de desfalcos en el Ministerio de la Defensa Nacional y en el Estado Mayor Presidencial.
En Guatemala ya se ha empezado hablar “de nuevo” de su posible culpabilidad. Después de este reconocimiento por parte del propio Portillo, colaboradores y detractores han empezado a barajar la posibilidad de un nuevo juicio. “La fiscal general, Claudia Paz y Paz, dijo que el Ministerio Público podría investigar al exmandatario Alfonso Portillo por los hechos que aceptó haber cometido, ante una corte federal en Estados Unidos, pero se deberá constatar si se viola el principio non bis in ídem, que prohíbe una doble persecución por el mismo delito” (ElPeriodico 21.03.2014).
Non bis in ídem
En el lenguaje latino de la jurisprudencia se entiende por “non bis in ídem” a la acción de la defensa legal de un acusado al que no se le puede perseguir penalmente dos veces por un mismo cargo. “No dos veces por lo mismo” se le puede decir también a la alevosía cometida por expresidente de la república, cuyo cargo utilizó para enriquecerse a él y a los suyos, –yo no lo niego, ni lo desconozco y menos lo encubriré–. Pero el hecho es claro… la sociedad guatemalteca ha sido testigo de un desfile absurdo de corruptos representantes de la bandera. Corrupto es también el gobierno de Taiwán que niega, en el informe presentado al gobierno guatemalteco, que haya pretendido sobornar a Portillo, siendo que el expresidente taiwanés de esos años se encuentra detenido precisamente por actos de corrupción.
La sociedad ha sido también en los últimos años encubridora de este revanchismo movilizado por la gran oligarquía. La parafernalia mediática silenció a un hombre –Portillo– e hizo del pueblo un partícipe activo de este castigo impuesto por la burguesía nacional al único caudillo populista con un proyecto de trasformación política. Portillo, es un viejo cuadro de la base urbana del EGP (Ejército Guatemalteco de los Pobres) cuyo oportunismo lo llevó a pasar a la moderación de la izquierda reformista legal del PSD (Partido Social Democrático) y después a la reserva de la derecha de la DCG (Democracia Cristiana de Guatemala), pero aún más contradictorio, pasar a las filas del FRG, cuyas doctrinas combatía en sus remotos tiempos de guerrillero de pasillo. Cómo ignorar que lo que se libró contra Portillo desde mediados de su gobierno, hasta finales fue un revanchismo de los grandes productores del país. Cómo olvidar aquella estatización de los productos de la canasta básica y más aún, aquella amenaza solitaria de Portillo advirtiendo, frente a uno de los más poderosos oligopolios, que ante el encarecimiento del “Azúcar Nacional” se veía obligado a importarla de México y de Cuba. Cómo olvidar el hecho consumado que se suscitó el 20 de mayo de 2013, la extradición exprés –nunca antes vista– de Portillo hacia Estados Unidos.
Por eso desde El Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) no desconocemos la culpabilidad corrupta de los mandatarios burgueses como Alfonso Portillo, pero tampoco hacemos caso omiso de las semblanzas oscuras del poder oculto en Guatemala, que controla hoy en día, como se hacía hace cien años, la aplicación de justicia, que premia a sus vasallos más serviles y castiga a los que osan levantarse contra el status quo.