Por Armando Tezucún
En el marco de la reunión del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), realizada en Guatemala el 26 de marzo, visitó el país el ministro de Relaciones Exteriores de la Federación Rusa, Serguei Lavrov. El canciller ruso dio inicio el 24 de marzo a una rápida gira por América Latina que incluyó Cuba, Colombia, Nicaragua y Guatemala.
Guatemala ostenta actualmente la Presidencia Pro Témpore del SICA, entidad a la que pertenecen Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador, Costa Rica, Panamá y República Dominicana. La agenda de Lavrov incluyó la participación en la reunión ordinaria del SICA del Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores, órgano permanente del sistema, un diálogo político con cancilleres de Centroamérica en la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores y una reunión privada con el presidente guatemalteco Otto Pérez Molina.
Según el canciller de Guatemala Carlos Morales, Lavrov trajo “…una agenda de integración y coordinación para ver los temas de cooperación regional…Rusia tiene un gran interés de acercarse a toda Centroamérica. Toda Centroamérica ofrece una gran oportunidad para Rusia en términos políticos y de comercio y lo que quieren es formalizar ese contacto” (Prensa Libre 27/03/15).
Durante la reunión con el presidente guatemalteco los funcionarios abarcaron una variedad de temas: comercio, un acuerdo de extradición, seguimiento del tema de seguridad y lucha contra el narcotráfico, becas de estudio para estudiantes guatemaltecos, incrementar la visita de turistas rusos a la región.
Una parte esencial de los temas tratados fue la solicitud de Lavrov de que Rusia sea incluida como miembro observador extrarregional del SICA. Nueve países participan ya en el SICA como observadores regionales, y 14 como observadores extrarregionales, además de la Unión Europea.
¿Cuál es el marco en el que se da la visita de Lavrov a la región? Y ¿Cuál es el interés de fondo que motiva a Rusia en este movimiento diplomático? El intercambio comercial entre Guatemala y Rusia no es muy significativo; según el Banco de Guatemala, las exportaciones ascendieron a US$13 millones y las importaciones a US$39 millones. Los intereses comerciales y de cooperación son mucho más importantes entre Rusia y Nicaragua, y el gobierno sandinista ha reanudado los lazos que existieron durante el período revolucionario de los años 80s.
El final de la guerra fría entre Estados Unidos y la ex Unión Soviética dio inicio a un cambio geopolítico en América Latina. En términos generales, el imperialismo estadounidense reenfocó su política exterior hacia otras regiones del globo, especialmente donde sus intereses petroleros estaban siendo afectados, dejando un espacio que potencias imperialistas emergentes, en especial Rusia y China han tratado de aprovechar. La crisis económica iniciada en 2008 ha acentuado la tendencia hacia un mundo multipolar, con varios países imperialistas tratando de influir en el escenario mundial. Los gobiernos nacionalistas burgueses surgidos en Latinoamérica en la primera década del siglo XXI, con el chavismo venezolano a la cabeza, han abierto las puertas a los negocios y cooperación con las potencias emergentes, y Rusia ha jugado un papel importante. Según datos del FMI, en 2013 el intercambio comercial entre la Federación Rusa y América Latina ascendió a US$13,300 millones.
Pero hay un interés coyuntural en el periplo de Lavrov. La crisis en Ucrania ha enfrentado a Rusia con la Unión Europea, que ha sido presionada por Estados Unidos a imponer sanciones económicas a Rusia y a movilizar tropas de la OTAN en la región. Es inevitable interpretar el movimiento diplomático ruso en América Latina como una respuesta a la injerencia de Estados Unidos en una región tan cercana a la Federación Rusa; y aunque obviamente no es una acción militar, el gobierno ruso envía el mensaje de que también puede tener presencia en el tradicional “patio trasero” de Estados Unidos y arrebatarle su influencia.
La ultraderecha gringa ya se percató de eso. La congresista republicana por el Estado de Florida, Ileana Ros-Lehtinen, declaró en su sitio web: "No es sorprendente que el régimen autocrático ruso esté trabajando para fortalecer sus relaciones con la Nicaragua de Ortega, la Cuba de Castro y otras naciones Latinoamericanas. Esta supuesta gira de buena voluntad no es más que una maniobra para aumentar su influencia en nuestra región. ..las actividades rusas en nuestra región socavan nuestra seguridad nacional...” (ros-lehtinen.house.gov 23/03/15).
Los trabajadores centroamericanos no debemos caer en la trampa de favorecer al imperialismo ruso en el conflicto interimperialista, como hacen los gobiernos de Nicaragua, Cuba y Venezuela. La izquierda revolucionaria centroamericana debe fortalecer la independencia de clase frente a cualquier imperialismo que se presente en la región.