Por Rubén Mazariegos
El pasado sábado 14 de enero se cumplió un año de gestión del trasmutado de cómico a presidente; el de pocas luces, somero juicio y disminuida razón Jimmy Morales Cabrera. Como todos los años, al cumplirse otro ciclo del poder ejecutivo se debe presentar el informe de gestión a la nación, la cual está constituida bajo los cánones del poder burgués parlamentario y sus tribunos, el congreso de la república. Solo en una república donde el llanto se trasforma en risa, un infame payaso le entrega cuentas a la casta de ratas que en ese tugurisoso laberinto hacen de las suyas, defendiendo sus privilegios antiquísimos de clase, cual sirvientes para con su amo.
Ya los medios masivos de difusión del pensamiento burgués y ejecutores de la línea política de la clase dominante, se han apresurado a cortarle las piernas y destruir cualquier defensa estúpida que haya sido usada por “payasito” para poder hacer de una gestión en todo caso mentecata –como él–, una maravilla, que como dijeran entre líneas los arlequines que se sentaron antes que él en la guayaba, representando la figura vaciada de todo poder, que es la presidencia de la república: espesamos, esta vez sí, a sacar a Guatemala del hoyo en que la burguesía oligárquica y las fracciones emergentes (los nuevos ricos) la han enterrado.
En un país que goza de una infraestructura moderna, con los más altos artilugios y avances de la ciencia, el arte y el eclecticismo burgués se hace manifiesta la lucha de clases irreparable y a muerte en que la clase burguesa, sus sirvientes y perros someten a las clases explotadas para evitar un desenlace desfavorable o simplemente para mantener el orden burgués, que no es otra cosa que un desorden controlado. Solo en el centro oligárquico más afianzado en el istmo centroamericano, donde se encuentran cada año con que los grandes bancos, los enclaves industriales y los territorios despojados a la población campesina y cedidos de manera abusiva por los bufones a las trasnacionales de este y aquella metrópoli capitalista, reportan sin cesar ganancias estratosféricas que son puestas rápidamente en paraísos fiscales o en el siguiente giro multimillonario hacia un banco europeo.
Desde luego que ver a un cómico a cabeza del ejecutivo es ver la incapacidad que ha tenido la libre concurrencia burguesa y la ejecución de su interés para con su visión de país, que no es otra que la destrucción del ambiente y el embargo de la mano de obra. Desde siempre hemos pensado que la oligarquía en Guatemala responde a los cánones de una burguesía oscurantista que en lugar de profundizar la industrialización de la economía se conforma con tener medio puñado de empresas que le producen ganancias pero no le aseguran un bienestar de frente a ricos mejor posicionados, como es el caso de los mexicanos dueños de la matriz eléctrica y telefónica. Una oligarquía incapaz que solo puede ver en el campo las relaciones de producción y las técnicas más rudimentarias, sin pensar en el agotamiento que genera el monocultivo extensivo y la degradación general que crece entre los jornaleros y los obreros rurales que viven al destajo.
Solo emanado de una oligarquía impotente, que basa sus negocios en la explotación rapaz, en la poca inversión para restituir y tecnificar la industria puede producirse tal chiste, chiste malo y de un cinismo sin precedentes. Poner a un cónico en el centro del reino de Guatemala, es como el señor feudal que en su locura y miedo ante el apogeo del descontento masivo que se coloca frente a él, pone al bufón para distraer el enojo y volverlo otro acto circense, lo único que separa la utopía reaccionaria feudal al gimoteo de la oligarquía y de los operadores políticos de los nuevos ricos, maquileros, exportadores y otros explotadores, es que esta vez los chistes caen en saco roto y hace aquella vieja ecuación de pan y circo imposible en un país con un abrumador 52% de pobreza y la mitad de ese número muerto, en los oídos de los panaceas y demás discursivos intentos de la derecha para impedir un sobre salto, que no logre esta vez ser controlado por embajadores y súper comisionados.
Jimi Moralejas es en todo caso una burla al proyecto que hace más de cien años establecieran las fracciones del liberalismo radical cachureco y que cada día se derrumba a lo interno de las corrientes del partido más antiguo que posee Guatemala, el ejército de Guatemala. El pueblo debe se descubrir al enemigo en los ricos de toda índole, ya que en este país solo a través de la rapiña se ha logrado acaparar riquezas, debe entonces también desconfiar y ver en los politicastros y demás diputados un enemigo a batir, y no caer más en el mal menor de creer en sueños en la época de las pesadillas. Es necesario empezar a despertar.