Normal 0 21 false false false ES X-NONE X-NONE MicrosoftInternetExplorer4Por Armando Tezucún
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Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. El 29 de enero el presidente guatemalteco Álvaro Colom presentó el Programa Nacional de Emergencia y Recuperación Económica, cuya intención es reactivar la producción del país, gravemente afectada por la crisis global del capitalismo, y recuperar los niveles de empleo. El plan contempla una inversión estatal de unos Q6 mil 910 millones, principalmente en mantenimiento de redes viales, construcción de carreteras y de la Franja Transversal del Norte y ampliación de los principales puertos del país. Además se ampliarán los programas asistenciales de transferencias condicionadas, se implementarán políticas fiscales, financieras, rurales, de seguridad y de energía (diario Prensa Libre 30/1/09).
El seguimiento del programa estará a cargo de un Comité de Coyuntura formado por cinco funcionarios del gobierno, cinco representantes de los empresarios y un representante sindical. En la propia composición de este comité es clara la desventaja en que se encuentran los trabajadores, el sector más interesado en la solución de la crisis económica y supuesto beneficiario principal del plan.
En principio consideramos correcta la medida de que el estado invierta en obras que generen empleo para aliviar los altos niveles de desocupación (cerca de 200 mil trabajadores despedidos en 2008, según datos de los propios capitalistas). Los programas asistenciales que ha realizado el gobierno son tan sólo un limitado paliativo que no resuelve las causas profundas de la pobreza, que reclaman radicales cambios estructurales. Más allá de las ayudas condicionadas, la población pobre lo que necesita es trabajo seguro y digno. Sin embargo, el carácter clasista del actual gobierno y del Estado guatemalteco, ambos representantes y guardianes de los intereses de las cúpulas capitalistas y oligárquicas que controlan las riquezas del país, quedó plasmado en el proyecto de recuperación económica.
Por recomendación de la principal agrupación de capitalistas del país (el CACIF), el plan gubernamental incluye la aprobación en el Congreso y la implementación del Convenio 175 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Este convenio fue suscrito en Ginebra en 1994 y permite que los empresarios contraten trabajadores a tiempo parcial. Actualmente la Constitución de la República prohíbe que quienes trabajen menos de la jornada de 8 horas reciban un salario menor al mínimo. Los capitalistas, que por años han pretendido implementar la flexibilidad laboral y el salario por productividad, han logrado, con el trabajo a tiempo parcial, que el gobierno acepte una medida que abre las puertas a la sobre explotación de los trabajadores.
A pesar de las supuestas garantías que incluye el convenio 175, en términos reales, conociendo la voracidad de los capitalistas guatemaltecos y de los extranjeros que operan en el país, la contratación a tiempo parcial significará que los trabajadores serán contratados por unas cuantas horas diarias, perdiendo el derecho a indemnización por despido, al pago del séptimo día (descanso semanal), afectará las ventajas de cotizar al IGSS (seguridad social), el bono 14 y el aguinaldo. Tendremos una proliferación de empleos parciales mal pagados, inseguros y sin las prestaciones sociales a que tienen derecho quienes trabajan 8 horas.
Si los capitalistas y el gobierno logran que el Congreso ratifique el convenio 175, será el peor ataque a los derechos laborales y las garantías sociales en muchos años, serán destruidos parte de los logros del período revolucionario de 1944-54 y quedará demostrado que el gobierno socialdemócrata de Colom está al servicio de los más groseros y nefastos intereses de las clases explotadoras guatemaltecas.
El Convenio 175 de la OIT ya recibió un dictamen favorable de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso. En la semana siguiente al cierre de la presente edición de El Socialista Centroamericano (23 al 28 de febrero) pasará a discusión para su aprobación en primera lectura. Llamamos a los trabajadores, sectores populares, organizaciones sindicales y campesinas y grupos de izquierda a rechazar tajantemente la aprobación del convenio 175. Ante el desempleo proponemos a los trabajadores que luchen para que las horas de trabajo disponibles en las empresas sean repartidas entre la totalidad de trabajadores, sin que disminuya su salario, garantizando el trabajo para todos ¡Ni un solo despido más!
El gobierno de Colom juega a ser izquierdista
A pesar de acciones como la aceptación del Convenio 175 de la OIT y muchas otras en las que el actual gobierno de la UNE ha demostrado que está dispuesto a hacer concesiones a los grupos corporativos de la burguesía, entrar en arreglos y acuerdos con ellos, Colom insiste en presentarse como un presidente de izquierda.
Al menos en dos ocasiones ha recurrido a movilizar a sectores campesinos y populares en apoyo de sus políticas. La primera fue la protesta de cerca de 20 mil campesinos y sindicalistas en apoyo a la aprobación del presupuesto 2009 solicitado por el gobierno al Congreso, a finales de noviembre 2009. La segunda fue a propósito de la resolución de la Corte de Constitucionalidad que pone trabas al funcionamiento del programa Cohesión Social. En esa ocasión, a finales de enero y los primeros días de febrero, algunos miles de personas beneficiadas con los programas asistenciales manifestaron frente a la sede de la Corte, movilizados con recursos del gobierno.
Colom recurre a los sectores políticamente más atrasados, otorgándoles transporte, comida y algún dinero en efectivo. Estos sectores populares atrasados están siendo utilizados por el gobierno como grupos de presión para obligar a los partidos de oposición a negociar. Pero también ha negociado con los partidos en el Congreso cediendo dinero para obras y aceptando propuestas. Algunas de estas propuestas son claramente antipopulares, como la concesión que la UNE hizo al Partido Patriota de asignar Q 150 millones al ejército para modernización, a cambio de este partido accediera a votar por la eliminación de prohibiciones de transferencia de recursos de unos ministerios a otros dentro del presupuesto del Estado.
La más reciente de estas poses de izquierdista del presidente fue la intención de entregar a Fidel Castro la Orden del Quetzal durante su reciente viaje a Cuba. Aparte de remover el lodazal de la ultraderecha guatemalteca, poco logró Colom, pues ni siquiera fue recibido personalmente por Fidel. La izquierda guatemalteca y las organizaciones populares no deben pecar de ingenuas, engañándose por el antifaz izquierdoso que se pone Colom. Este es un gobierno esencialmente burgués, que defiende la economía de mercado y el orden capitalista implementando programas asistenciales para desactivar el descontento popular. Los revolucionarios sabemos que es imposible arreglar el capitalismo otorgando migajas a los pobres. Estamos ante problemas estructurales que exigen cambios revolucionarios. El arte de la política revolucionaria es vincular las luchas diarias y el día a día de los oprimidos con nuestro programa general de revolución socialista, partiendo del nivel de consciencia de las masas en cada coyuntura y presentándoles consignas de lucha adecuadas que les permitan avanzar paso a paso.
Preocupante debilidad de la izquierda revolucionaria
En las páginas de El Socialista Centroamericano repetidas veces hemos abogado por la formación de una corriente sólida de izquierda revolucionaria, con un programa claramente anticapitalista. La base de esta corriente, hemos propuesto, serían sectores de vanguardia de juventud radicalizada, estudiantes o no (HIJOS, Bloque Antiimperialista, Colectivo Rolando Morán, Colectivo No´j, Masa, etc.) y agrupaciones sindicales y populares que están dando la batalla al gobierno luchando por una serie de reivindicaciones (minería, energía eléctrica, derechos sindicales, economía informal, transporte, por la tierra, etc.).
Se han realizado varios intentos de forjar alianzas alrededor de temas puntuales, que constituyen importantes pasos adelante, esfuerzos de los que formamos parte. Sin embargo, los resultados aún están muy distantes de las necesidades de las luchas. Por ejemplo, la escasa participación de los miembros de las organizaciones que realizaron la actividad por los presos políticos, en especial Ramiro Choc, el 14 de febrero, es sintomático de las carencias de las corrientes revolucionarias guatemaltecas. Invitamos a las y los compañeros de estas agrupaciones a que realicemos un análisis colectivo de esta problemática. La crisis actual del capitalismo ofrece una oportunidad como pocas para su derrumbamiento por parte de los oprimidos, pero sin un movimiento revolucionario sólido que impulse y de coherencia a las luchas, la oportunidad se perderá y el capitalismo encontrará la manera de sobrevivir, como lo ha hecho en otras crisis.