Por Gerson de la Rosa
A casi un mes que una banda de sicarios liquidara la vida de nuestro camarada José Manuel Flores Arguijo, la Policía Nacional y las diversas instituciones que abogan por los derechos humanos en Honduras, no han declarado absolutamente nada sobre los avances de la investigación, ni mucho menos han dilucidado a los autores materiales e intelectuales de tan cobarde asesinato.
Asesinato planificado
Digo cobarde, porque a José Manuel lo asesinaron con alevosía y ventaja, en ese momento nuestro camarada tan solo portaba los instrumentos con los que un docente comprometido y responsable transmite el pan del saber, es decir, un conjunto de marcadores de pizarra. Además de ello, a José Manuel lo asesinaron en un momento que se encontraba totalmente expuesto, creo que ningún militante político espera que lo lleguen a asesinar a su lugar de trabajo, y mucho menos que le disparen desde el techo.
Lo curioso, es que la Dirección General de Investigación Criminal no ha entregado ni la autopsia ni el informe de balística. Esto mas, ni han señalado el tipo de calibre que sesgo la vida de nuestro amado compañero.
Las causas que paralizaron su vida son diversas, obviamente producidas por el impacto de bala. Hemotórax y laceración cardiaca son las principales. Según las fotografías de los diarios de comunicación, podemos inferir que José Manuel no discutió con los mareros, el impacto que perforo su pulmón derecho fue dado desde un ángulo de inclinación, por lo que él no se encontraba en el techo, sino que sus asesinos tenían la enorme ventaja de encontrarse en posición de supremacía.
Por otro lado, su rostro no mostraba hematomas o fracturas, por lo que él no cayó de la terraza como lo indican las distintas notas policiales de la prensa escrita.
Fue un encapuchado que le disparó tres veces de forma certera, asesinos profesionales que sabían muy bien lo que hacían. Según vecinos de la zona tan solo se realizaron cuatro disparos, en la zona del crimen, por cierto, deliberadamente contaminada por la policía y la prensa nacional, se encontraron dos de los impactos.
Todo lo anterior, nos permite deducir que los criminales eran profesionales, miembros de la policía aglutinados en escuadrones de la muerte. Digo esto, porque las heridas conferidas denotan un alto profesionalismo, y de todos es sabido que los mareros, en su mayoría, son jóvenes de bajos recursos que no tienen entrenamiento militar.
De igual manera, los vecinos de la zona han declarado, que desde tempranas horas, se encontraban dos vehículos pick up, modelos recientes y sin placas. Por cierto, el transporte utilizado por los agentes de la Dirección General de Investigación Criminal para sus distintas operaciones.
Como han podido observar, no se requiere ser Sherlock Holmes como para reconstruir la escena del crimen y deducir responsabilidades. Esto mas, el mismo Ministro de Seguridad, Oscar Álvarez ha manifestado de forma falaz a través de los distintos medios de comunicación que no le temblara la mano para castigar, aunque sean policías. Por lo menos en su declaración deja entrever que podrían ser los organismos represivos del Estado los que acabaron con la vida de nuestro amado y querido compañero.
El efecto contrario
El asesinato de José Manuel, como el asesinato de otros miembros del Frente Nacional de Resistencia (FNR), tiene el objetivo de amedrentar y desmovilizar. Esta vez atacaron a un cuadro político de izquierda, es decir, a un militante que tenía la enorme capacidad de construir un discurso y una idea de transformación social. Desde la perspectiva de la burguesía hondureña, los crimines de José Manuel Flores consistieron en disparar desde su pluma las distintas ideas que proclamaban la constitución de una sociedad mas justa y arraigada en valores humanísticos.
La oligarquía y la burguesía no tienen compromisos con la vida, en aras de asegurar sus riquezas liquidan todo intento de liberación y de justicia. Nuestro camarada era consciente de ello, como todo revolucionario no le temía a la muerte, él sabía muy bien que su vida está supeditada a la revolución y a los cambios sociales.
Como buen materialista, el camarada entendía que su vida era transitoria, que la materia con la cual estaba configurado su ser debía transformarse. Por ello, no temía ser asesinado, recuerdo que nos expresaba: “denunciar ante los organismos de derechos humanos la violación profunda de los derechos fundamentales tan solo es un recurso para evidenciar al régimen”, sin embargo, eso no nos garantiza nada.” Los valores que conformaron su moral, así como su enorme amor a la vida le condicionaron para despojarse de sus temores y para entender que la existencia de un hombre, de un individuo, tan solo adquiere sentido en la medida que la entrega para la construcción de un mundo justo, en una palabra: a la revolución socialista.
Cegaron su vigor intelectual
Fue privado de su vida en un momento de enorme exploración intelectual, nuestro camarada reconocía la necesidad de la investigación y la producción científica, por ello fue un amante devoto de la literatura, la ciencia y de los distintos textos de la teoría de la educación. Tal devoción la podemos encontrar en sus distintos ensayos, publicaciones y en su primer libro, por cierto texto en proceso que hasta antes de su muerte se encontraba en la edición y corrección de estilo. Amante de la cultura, de los procesos artísticos, por cierto José Manuel, por más de una vez, logró dialogar con la intelectualidad y los distintos artistas de nuestra época.
Un gran hombre, un gran ser humano se nos ha ido, que la sangre derramada nutra a las nuevas generaciones en la lucha, que sus letras orienten y liberen conciencias, que su memoria sea el más grande legado que un individuo puede ofrecerle a la humanidad, sobre todo por ser un fiel ejemplo de la honestidad y el coraje revolucionario. El asesinato de Manuel no nos atemoriza, al contrario nos llena de odio y de ira. Esperamos en algún momento de nuestra historia poder hacer justicia. Pero obviamente, no interesa concretizar el sueño político de Manuel, es decir: “la reunificación socialista de la patria centroamericana.”
El flagelo del sicariato
Pero José Manuel Flores Arguijo no es el único, en las últimas semanas el sicariato ha dado golpes certeros sobre algunos dirigentes del movimiento de masas. Dirigentes populares y sindicales, hasta algunos miembros del Movimiento Unificado de Campesinos del Aguan. Resulta obvio, que los órganos represores del Estado, encabezados por Oscar Álvarez y el viejo asesino de la década de los ochenta del siglo anterior Billy Joya Amendola se ha dado la tarea de silenciar y golpear a través de asesinatos selectivos a los dirigentes del movimiento sindical y popular de Honduras.
El clima de extrema violencia generado por la enorme descomposición social, la injusticia, la exclusión y el narcotráfico ha facilitado el trabajo de los sicarios del Estado. Para ningún hondureño es ajeno contemplar la ola de asesinatos que publicitan los distintos medios de comunicación del país, la mayoría de ellos, generado por la pelea de las distintas bandas de narcotraficantes que apoyados por la policía y el ejército de Honduras realizan sus operaciones sin problemas.
Campaña por el esclarecimiento de los asesinatos
Es por todo lo anterior, que el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) hace un llamado a todas las organizaciones populares, sindicales, de derechos humanos nacionales e internacionales para que exijamos al gobierno de Porfirio Lobo Sosa el esclarecimiento de los asesinatos políticos.
El crimen de José Manuel, así como el de otros compañeros de la Resistencia no pueden quedar en la impunidad. Cárcel para los asesinos y una enorme condena para el Estado de Honduras por violentar los derechos fundamentales como el de la vida y aplicar medidas de tortura y violencia contra los dirigentes políticos de izquierda.