Por Fabricio Alejandro Herrera Lagos
Mito No. 1 Lo que la gente quiere son elecciones.
Esta afirmación tiene una grave contradicción que la inmoviliza y elimina. El pueblo se ha rebelado contra la oligarquía, ello incluye el sistema político y el cronograma electoral de la constitución de 1982. ¿Por qué la mayoría querría volver al sistema contra el cual se ha rebelado? ¿Es sensato participar en un proceso electoral que la oligarquía controla y manipula desde las reglas (ley electoral), el arbitraje (Tribunal Supremo Electoral, mesas electorales receptoras en las que la oligarquía tiraría una aplanadora de 4 (PN, PL-golpista, PINU-SD de CV, y Democracia Corraliana (DC y disfrute) contra 2 (UD y FNRP o Frente Amplio), control militar de traslado de urnas y actas, control informático del cómputo electoral, control mediático y control judicial de impugnaciones (TSE, Ministerio Público, Comisionado de los Derechos Humanos y Corte de Suprema Injusticia).
Pero en todo caso, la afirmación “lo que la gente quiere es elecciones” debería sustentarse en algo. Se nos dice que la gente quiere elecciones, ¿pero eso quien lo ha medido?
La declaración impone pero no concerta, es autoritaria, no democrática y más bien dedocrática. Asume, pero no se fundamenta sobra base científica o la menos un basamento confiable. Lo que quiero expresar con esto es que a mi parecerla falta de un sustento confiable significaría que alguien ha conversado personalmente con cada uno de las y los 8,2 millones de habitantes que tiene este país. Y ha hecho el resumen: “lo que la gente quiere es elecciones”.
Lo curioso es que aunque me tome ese placebo y lo digiera hay cosas que no me cuadran:
Antes del golpe mas del 45% de la población opinaba en todas las encuestas que cree en la democracia, pero no en el sistema político; que no votaría en las siguientes elecciones y efectivamente no lo haría. Este 45% no votó por Mel en 2005... ¿Por qué votaría por el plan melista en 2013 o en otra elección lavatoria del golpe? ¿Qué pasaría con este 45% ahora cambió de opinión?
Bien, he sostenido hasta ahora que los electorales no sustentan su afirmación: “lo que la gente quiere es elecciones”. ¿Pero que nos dicen algunos instrumentos de medición de opinión?
Yo me apoyaré en 3. La encuesta de Opinión de Coimer y Asociados de agosto de 2009, el estudio de opinión de CESPAD/OXFAM de octubre de 2010 y la encuesta del Instituto Universitario de Opinión Publica IUDO de la Universidad José Simeón Cañas UCA, de El Salvador, realizado entre noviembre y diciembre de 2009.
Coimer y Asociados nos dice que alrededor del 50% de la población está en resistencia. De acuerdo a otras preguntas la encuesta informa que un 52,7% se pronunció en contra del Golpe de Estado; solo 17,4 a favor y un 29.9 no quiso opinar. Respecto a la restitución del Presidente Zelaya el 51,6% aprobaba la restitución, 33% se oponía y 15,4 no respondía.
Como puede apreciarse de acuerdo a COIMER, entre el 17,4 % que apoya el golpe y el 33% que se opone a la restitución de Zelaya, una media del 25,2% puede definirse como claramente golpista.
Otra pregunta de esa encuesta (COIMER & ASOCIADOS, agosto 2009), en la que consulta quienes irían a elecciones señala que un 53% respondió afirmativamente. Si a este 53 % le restamos el 25,2% claramente golpista, podríamos hablar de un 28.7 de tendencia resistencia. Ello indicaría prácticamente un empate técnico entre golpistas y resistencias. Este dato, de ser cierto es una buena noticia para oportunistas y politiqueros que piensan que se les va el tren (ahora o nunca) ya que aunque no les garantiza una victoria electoral, sí les asegura chambas y cuotitas de poder. Este mismo dato es una pésima noticia para quienes piensan honestamente que la vía electoral es el instrumento de lucha correcta para comenzar a desbarrancar a la oligarquía. Un empate técnico con la capacidad de manipulación del sistema electoral que tienen los golpistas, quien sabe...
La otra encuesta la de CESPAD agrega algunos datos interesantes:
Sobre satisfacción de las y los entrevistados con la democracia 83% manifestó estar nada satisfecho (36%) y no muy satisfecho con la democracia, el 17 restante se considera muy satisfecho (4%) y más bien satisfecho (13%). es decir, que aun en el supuesto de que la gente quiera elecciones no quiere más de lo mismo.
Respecto a preguntas que pueden definir como resistente a las personas, en este estudio un 66% apoya el retorno del Presidente Zelaya de su exilio político, y un 34% se opone (este 34% que se opone al retorno del MEL coincide con el 33 de COIMER que rechazaba su restitución). Por otras parte un 55% manifestó estar de acuerdo con la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente y un 45% la rechaza.
Sobre simpatía con la resistencia un 40% se manifestó en contra. 27% muy en contra 17% a favor y 16% muy a favor. Es decir que de acuerdo a este estudio, en urnas electorales la resistencia la tendría muy difícil con un 33% a favor y un 67% en contra.
La encuesta más respetable, la de la UCA de El Salvador, nos dice las siguiente preguntas que perfilan a alguien como resistencia:
Ante la frase “La expulsión del Presidente Zelaya fue un golpe de Estado” las y los entrevistados respondieron lo siguiente:
Muy en desacuerdo (22,7%) y algo en desacuerdo (8,1), nos indican un 30.1% golpista, y las opiniones algo de acuerdo (13,2%) y Muy de acuerdo (50,8%) nos indican un 64% resistencia.
La otra pregunta que perfila a las y los entrevistados como golpistas y resistencias es sobre acuerdo con la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente.
El golpismo aglutinaría un 40.5% entre quinees están poco de acuerdo (19.1%) y nada de acuerdo (21,4%). La resistencia sumaría un 56.1 entre algo de acuerdo (15,7%) y muy de acuerdo (40,4%). Las malas noticias para el argumento pro electoral surgen cuando en esta encuesta vemos la confianza en instituciones. Apenas el 12,9% tiene confianza en el FNRP. Las iglesias católica (39.5%), evangélica (31,5%), las fuerzas armadas (25,7%) y la policía nacional (14,4%) sacaron mejor puntuación que el FNRP.
Mito No. 2 Hay que tomar el poder, ahora o nunca.
El mito no está en el hecho de tomar el poder. El pueblo debe tomar el poder. Eso no admite discusión. El problema es que la argumentación electoral, valida solo una forma de alcanzar el poder y excluye todas las demás.
Este mito cae al piso hechos añicos con una solo pregunta: ¿El poder para qué?
Si consideramos que es necesario un proceso que libere al pueblo hondureño de las desgracias a que lo tienen sometido el imperio norteamericano y la oligarquía, concluiremos que este proceso debe ser participativo e incluyente. Que son los más fregados y fregadas quienes tiene que tomar las decisiones y que para ello debemos organizarnos y debatir honestamente. Actualmente no estamos suficientemente organizados, carecemos de debate y los sectores más excluidos y pobres aun no tienen acceso a información suficiente para la toma de decisiones.
La prisa para tomar el poder debe estar sujeta, a mi juicio a dos velocidades: la capacidad de las y los más pobres para decidir y la capacidad para constituirnos como poder y no solamente como gobierno. Porque la falacia en la expresión “hay que tomar el poder” y plantear que es ahora o nunca y que es por elecciones o lucha armada, además de simplista y ridícula, adolece de confusión de términos. Por elecciones se ganan cuotas gubernamentales, no poder. El poder somos nosotros del 55% de “resistencias”. Somos poder mujer, poder LGBTIH, poder indígena, poder negro, poder mestizo. Somos poder joven y poder discapacidad. Poder fuerza de trabajo, poder consumidor, poder electoral y poder opinión pública. Nosotros no necesitamos acceder o llegar al poder, necesitamos darnos cuenta que nosotras y nosotros somos el poder, y que hay que organizarnos para constituirnos y ejercer ese poder o los poderes que somos. Para ello es necesario autoconvocarnos y liberarnos.
La ruta electoral a lo sumo da diputaciones, regidores/as, ministerios y chambas. La ruta refundacional da la pelea y construye poder desde abajo hacia arriba. Contra el sistema, no asimilándose a él y desde una posición digna y rebelde, no desde los pactos de trastienda con el enemigo y el blanqueo del golpe de Estado.
Pensar que ganaremos las elecciones solo porque somos mayoría es infantil y fantasioso. La oligarquía hará mil trampas en la contada, y si asi no logra imponerse, no se irá a su casa a descansar y esperar el próximo proceso electoral. Cederá espacios de gobierno que hagan que la resistencia “se queme” y estará conspirando día y noche. La propuesta de tomar el poder electoralmente debería traer aparejadas respuestas a preguntas como las siguientes:
El poder ¿para qué? ¿Qué es poder y que es gobierno? ¿Cómo competiremos y ganaremos bajo el control del proceso electoral que tienen los golpistas? ¿Cómo venceremos las injusticias de la Leyu electoral, como neutralizaremos a los militares trasladando material electoral y urnas y actas. Como venceremos en cada Mesa Electoral Receptora, ¿cuál es el plan, cuál la estrategia y cuáles las tácticas? Cuál es el programa de gobierno? ¡se construyó participativamente? ¿Cuál el plan anticrisis para sacarnos de la recesión económica? Etc. Etc.
Hay más mitos y falacias, por ahora solo comparto estas...