Por Juan Almendares
¿Hacia dónde va la seguridad?
“Nosotros los Marines creemos que Dios dio a América (Estados Unidos de América) el mejor regalo que podría otorgar al hombre… la libertad…Tengan la seguridad que en nuestra América, este experimento en la democracia comenzó hace más de dos siglos, por siempre siendo la "tierra de los libres y el hogar de los valientes", siempre y cuando nunca se quede sin jóvenes estadounidenses duros que están dispuestos a mirar más allá de su propio el interés personal y la vida confortable, y entrar en los lugares más oscuros y peligrosos en la tierra para cazar y matar, aquellos que quieren hacernos daño”. John Kelly Jefe del Comando Sur de los Estados Unidos de América
En la última década se ha incrementado el número de bases militares estadounidenses, con fuertes controles aéreos, marítimos y terrestres. Se suman a la Base Soto Cano (Palmerola), en Comayagua, las siguientes: una en las Islas de la Bahía (Guanaja) , otra en la Mosquitia (cerca de la laguna de Caratasca), y en Puerto Castilla, se está desarrollando una fuerte infraestructura militar que está articulada a la Cuarta Flota del Comando Sur.
En la zona norte, oriental y central del país y en las cercanías del Caribe, existe la mayor militarización. En la Zona Sur e se desarrollan operaciones militares conjuntas que ejercen el control del mar Pacifico, en donde la política del Pentágono además de militar, es tener mayor hegemonía mediante la privatización de los mares.
Los mayores traumas, terrores, torturas y asesinatos se han concentrado, en las áreas del Valle del Aguán, territorios garífunas, misquitos, tawakas, y familias campesinas. Las comunidades son falsamente acusadas de ser grupos guerrilleros y bajo el pretexto de la guerra contra las drogas y defensa de las propiedades de los terratenientes y multinacionales (minería, petróleo, neocolonización británica/estadounidense) y agrocombustibles , se realizan experimentos de guerra que tienen como chivo expiatorio a las comunidades campesinas. Participan en las operaciones : las Fuerzas Armadas y la Policía hondureñas ( Base Naval de Puerto Castilla, Batallón de Infantería, Operación Xatruch, Policía Local y cuerpos de Inteligencia Militar); miembros militares y de contrainsurgencia estadounidenses, Agentes de la DEA, y la policía colombiana, guardias privados de los terratenientes y cuerpos armados de los narcotraficantes.
La política intervencionista del Pentágono ha invadido todos los espacios militares, económicos, sociales, políticos, ideológicos religiosos y mediáticos del país; a tal grado que el objetivo central es la amenaza constante de otro golpe de Estado o consolidar la intervención total para considerar a Honduras un “Estado Fallido” e ingobernable y aplicar la receta de Haití, o convertirlo en un Estado de Excepción permanente o El Estado Libre Asociado como Puerto Rico.
Las líneas dominantes se han realizado en nombre de la Seguridad, desde luego la Seguridad de los Estados Unidos, para lo cual se ha pretendido (sin resultados) borrar la memoria de la Doctrina de Seguridad Nacional con sus crímenes (desaparición forzosa) y establecer una Nueva Doctrina de la Seguridad.
EL PRIMER PASO son amenazas o consumación de los Golpes de Estado en América Latina y la militarización del Estado y la sociedad donde los ejércitos y cuerpos policiales sean obedientes y no deliberantes a las políticas del Pentágono. En el caso particular de Honduras se ha pretendido borrar la memoria de los actos violatorios y de tortura que ha realizado el ejército entrenado en la Escuela de las Américas , y considerar el cuerpo castrense como el principal garante de la seguridad.
EL SEGUNDO PASO ha sido depurar los cuerpos policiales y dejar intacto los cuerpos militares (ambos han participado en actos de corrupción y violación de los derechos humanos). La depuración ha sido desigual, los encargados de hacerla, los altos jefes no se han depurados a sí mismos y lo hacen postfactum (después de los hechos).
En las pruebas de confianza han tenido un gran peso la tortura psicológica mediante utilización del polígrafo, el FBI, la policía colombiana y mexicana. El “Comisionismo“ ha proliferado y cuando presentan informes sobre la corrupción policial de la alta jerarquía; no existe la debida información al pueblo hondureño.
EL TERCER PASO ha sido promover la intervención del Ministerio Público, la Corte Suprema de Justicia y desarrollar una política de despojo de la cultura y desnacionalización en el país. Financiar a cuadros intelectuales orgánicos y organizaciones sociales, religiosas y mediáticas afines a la política imperialista para que el pueblo acepte la intervención estadounidense y la militarización de la sociedad.
EL CUARTO PASO es crear la confusión y el caos mediante la proliferación de problemas o situaciones de violencia. Los recientes cambios en las políticas de ha sido la sustitución del Ministro de Seguridad. Estos cambios ocurren cuando se producen las visitas de altos funcionarios estadounidenses: militares y expertos en la contrainsurgencia y la guerra contra las drogas y sobre todo en las políticas agresivas contra Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua; tales como los visiitantes: John Kelly, Jefe del Comando Sur, El Zar Antidrogas William Brownfield y el senador Robert Menéndez .
No hay duda de que si existe intervención desde afuera es porque hay condiciones internas ya sea de la oligarquía financiera, agroindustriales, el Gobierno, los partidos políticos; así como de las organizaciones del movimiento social y la denominada “sociedad civil”, quienes guardan silencio ante las violaciones a la dignidad nacional. Lo que tenemos en Honduras es una guerra contra el pueblo, es un experimento bélico aterrorizante que nos despoja de los territorios, de la dignidad y de la cultura. Es la violencia neocolonizadora que se presenta como algo monstruoso y difícil de vencer. Es la guerra psicológica, la guerra de conflictos de baja intensidad, la guerra mediática y la guerra irregular. Es la Nueva Doctrina de Seguridad que se manifiesta cada vez mas como la Seguridad más insegura.
Los siniestros planes nos perforan el cerebro y la conciencia y nos hacen creer que nosotros y nosotras somos los violentos y salvajes y que por lo tanto se requieren la limpieza social, femicido y el exterminio de los campesinos, garífunas, indígenas y los pueblos originarios y ser dóciles ante el envenenamiento de la Madre Tierra con industria extractiva minera, la explotación del petróleo, los bosque, el encarcelamiento de las aguas y la vulneración de la soberanía alimentaria: agrocombustibles; plaguicidas y transgénicos generados por la biotecnología de la MONSANTO
Nuestro gran desafío es la unidad de las fuerzas contrahegemónicas, defender la cultura y autodeterminación, la soberanía y la dignidad nacional. La verdadera Seguridad no es militar ni policial; tiene su fundamento en la transformación de la desigualdad social y económica, la injusticia social, y lograr el buen vivir, el respeto a los derechos humanos y de la Madre Tierra.
La Política de Seguridad impuesta por Estados Unidos de América nos lleva a la muerte programada del pueblo hondureño y a borrar la memoria histórica de nuestros mártires, héroes y heroínas: Lempira, José Cecilio del Valle, Francisco Morazán, Froylán Turcios, Visitación Padilla y Lolita Caballero; así como las luchas de resistencia heróicas de las organizaciones indígenas, garífunas, obreras campesinas, pobladoras y estudiantiles.
Con toda esta plataforma de agresión imperialista en Honduras la vida de un campesino, de una mujer o de un niño sólo vale un cintillo en los periódicos amarillistas, porque la mismísima Seguridad se ha vuelto insegura.