Horacio Villegas

Una «tanqueta» no les fue suficiente a los «chepos» que llegaron en son de amurallar el portón principal de la U. Tenían que encarar la situación con más uniformados, y esta vez trajeron consigo un chorro rojizo a sus espaldas; con todo esto a su favor, aun así quedaron en una tierna subordinación ante nosotros: los que estamos hartos del sistema de justicia y del derecho burgués que privilegia a los sujetos más repugnantes de la sociedad hondureña. Un Mario Zelaya, Lena Gutiérrez, el mismísimo presidente y una fila extensa de corruptos, nutren sus motivaciones más inmundas e inescrupulosas en este sistema de hartas injusticias. Es imposible no enfadarse ante las intenciones de este represivo gobierno que quiere enmudecernos y limitar nuestras protestas.

Al parecer los nacionalistas quieren habituarnos a un ambiente antidemocrático, de persecuciones masivas, de miedo y terror, preparados solamente en tiempos de sus ensayos políticos de antaño: las dictaduras y los gobiernos militares. Tal parece que esta es su determinación histórica: estar apegados a esquemas políticos enfermizos, represivos y solapados en asistencialismos de todo tipo.

¿Por qué la protesta de hoy? Por las pocas respuestas que tenemos en casos emblemáticos de injusticia como el asesinato de nuestra compañera Berta Cáceres; por nuestros compañeros que todavía siguen engorrosos procedimientos para liberarse de la criminalización de la protesta; por permitirle a los policías, militares y cualquier gendarme de este vil gobierno –amparados en las reformas al código penal– acabar con cualquier vida que tenga la voluntad de rebelarse ante ellos; por la decadencia de las investigaciones del sistema judicial, que se lanza a condenar la vida de jóvenes como Kevin Solórzano, sin pruebas fehacientes sobre los casos.

Los estudiantes salimos otra vez advertidos de nuestro tiempo, con el éxtasis de la protesta en nuestros puños, enardecidos y rebosantes de felicidad al mismo tiempo, por asumir con vena combativa la triste realidad de este país que ofrece silencio, a los que buscamos el furor de la verdad y la justicia. Protestamos por la fiel convicción de que ninguna protesta puede ser reducida o limitada; porque creemos que en nuestra rebeldía de juventud, reside la aspiración más modesta de cambio y transformación de este quimérico país.

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