Por Francisco Machado
El pasado miércoles 7 de junio dieron la sentencia a los tres compañeros criminalizados por acuerpar la lucha del movimiento estudiantil en el 2015, en aquel momento el movimiento exigía la derogación de las normas académicas, la total democratización de la universidad y el cese de la criminalización de estudiantes. Exigencias que todavía permanecen latentes. Como es de esperar, el sistema de justicia del país demostró estar abismalmente corroído, dándole fácil escapatoria a corruptos como Mario Zelaya –responsable del desfalco del Seguro Social–, y negándoles la plena libertad a tres heroicos estudiantes defensores de la educación pública: Cesario Padilla, Moisés Cáceres y Sergio Ulloa.
En el contexto de la crisis de la universidad –donde todavía están pendientes temas como la elaboración de nuevas normas académicas, la participación legítima de representantes estudiantiles en el gobierno universitario y el agudo problema de la criminalización de compañeros–, la extensión de las autoridades universitarias y la cruda estrategia de exponer a los tres compañeros al sistema fallido de justicia, vuelven notable la desesperación de las autoridades de la universidad por defender la ya antidemocrática Cuarta Reforma Universitaria, que se sostiene en una suerte de despotismo conjugado con censura y aprensión.
La denuncia de los organismos de derechos humanos a nivel internacional y nacional no hicieron espera al condenar este cobarde acto de persecución de parte de las autoridades de la universidad; sectores del movimiento social del país también manifestaron repudio hacia esta sucia maniobra de las autoridades de esta institución.
La persecución y criminalización continúan
Las acciones de criminalización hacia los tres compañeros han desembocado en la absurda sentencia contra Cesario Padilla de la carrera de periodismo, Moisés Cáceres de sociología, y Sergio Ulloa de trabajo social. Compañeros que, al parecer, miran promisorio el encierro injusto en alguna cárcel del país. Un grupo de combativos estudiantes encabezó la toma del suntuoso edificio administrativo el pasado miércoles 24 de mayo; esto desencadenó otra ola de criminalización, que encausaría a los compañeros a otro proceso legal en donde las autoridades universitarias volvieron a cumplir su papel de cobardes verdugos.
Actualmente estos compañeros esperan una fuerte sanción administrativa que los desahuciará de la garantía de ser “estudiantes” universitarios para enfrentarse en calidad de civiles, es decir inermes y desprotegidos, contra el gigante corrupto que es el sistema de justicia hondureño.
Rectoría lleva la persecución y sanciones a lo interno de cada carrera
Recientemente se han venido dando persecuciones internas en la UNAH, pero figuraban en lo clandestino y todavía no en la visibilidad legal, estas eran patrocinadas por rectoría y llevadas a cabo por la empresa de seguridad –llamada ESPA– que contrataron las autoridades desde 2013. A esto se añade la rotunda cobardía de algunos docentes, jefes de departamentos y decanos, que mostraron ser más que canallas, y además elegantes esbirros cobijados por su estúpida credibilidad a los ascensos de puestos cedidos por las autoridades: de allí la notoria figura de la elegante vicerrectora académica –Belinda Flores–, campeona en denuncias hacia estudiantes de economía.
Apenas dos días atrás, circuló un oficio en donde la rectoría explícitamente ordenaba a los decanos y decanas, directores de centros regionales y las demás autoridades inmediatas de facultades y carreras, “la revisión de los expedientes de los estudiantes y sus diferentes desempeños en su vida estudiantil, esta solicitud se requiere previa a la graduación de este sábado 10 de junio de 2017”. Al parecer se quiere privar de los méritos académicos a los compañeros que protestaron y protestan en contra del régimen de Julieta Castellanos.
El 10 de junio una compañera de la carrera de Historia, Martha Silva, luego de su plena graduación no vio escrito el mérito académico en su respectivo título de graduada, lo que deja por sentado el atrevimiento y sórdido proceder de las autoridades universitarias que parece que erigen un estado policiaco de persecución y censura, en vez de la supuesta y ruidosa academia que tanto pregonan.
Socavar la información personal de los estudiantes; derribar sus méritos; estropearles sus planes de ser candidatos a becas –desde luego, por la falta de dinero que nos agobia a casi todos los estudiantes de esta universidad–; el hecho de imaginar una pizarra llena de información completa de los estudiantes que protestan, cedidas de paso al vil y asesino sistema policial; todo esto vuelve preclara la contundencia que tenemos al rechazar el continuismo de Julieta Castellanos, y toda la bola de seguidores que aplauden todas sus acciones y proyectos.
El mismísimo militarismo aniquilador de estudiantes y militantes de izquierda parece estar entronizado en la UNAH. Las ironías y paradojas dejan boquiabierto a cualquiera: una estudiante de sociología que simpatizó con la izquierda en los ochentas, denunciante del militarismo en sus publicaciones, hoy arremete contra estudiantes, confiándolos al sistema de justicia que ella misma preconizara injusto, y lo peor de todo, embestida de escrupulosidad militarista que pone en pizarrones el rostro de lo que ella antes representara.
La universidad ya figura como un compartimento estanco de donde brotan indicios de autoritarismo, represión y censura. Lo primero surge con la figura autoritaria de la rectora Julieta Castellanos instaurada desde el 2008, quien a punta de absolutismo moral y aprehensión de cuanta ley, sanción y norma le parezca, penaliza y trasgrede derechos fundamentales de reconocimiento universal y nacional como el de la protesta e ideas de fundamentos contrarios.
Lo segundo se conjuga con lo primero y cristaliza en persecuciones internas: absurdas sanciones, como quitarle menciones honoríficas a compañeros de excelencia académica; y lo tercero y último no es otra cosa que el imperio de la palabra que mantienen periódicos como “Presencia Universitaria” y demás medios escritos, digitales y televisivos de la UNAH. La Universidad ungida desde el 2004 por la Cuarta Reforma Universitaria ha encauzado la opinión hacia un solo bando, un ridículo elogio de la administración de Julieta Castellanos que notablemente ha mejorado instalaciones de infraestructura, pero despachado a punta de garrote la democracia universitaria, dejando sin voz y participación legítima a los estudiantes en el gobierno universitario.
En el día del estudiante la exigencia es la libertad de los tres compañeros criminalizados
El domingo 11 de junio se llevó a cabo una movilización de estudiantes comenzando por el hospital Escuela hasta la Universidad. Las consignas correspondieron a la exigencia de la libertad de los tres compañeros juzgados culpables por los tribunales de justicia del país. Resulta inconcebible cederle paso al festejo en este día del estudiante, a sabiendas de la frágil condición en la que se encuentra el ejercicio pleno de los derechos irrenunciables como el de la protesta, y el de la libertad de expresión.
La movilización no estuvo tan concurrida como en años anteriores por lo que es necesario volver al rigor de la información detallada de la problemática en cada una de las asociaciones de carrera. La mayoría de estudiantes que nutrieron el movimiento estudiantil en el 2015 y 2016 surgieron por la aplastante presencia de las normas académicas hoy en vilo; al parecer la figura trasgresora de derechos humanos como lo es la criminalización de estudiantes puede llegar a sensibilizar a más compañeros de la UNAH, pero es urgente la difusión de la problemática.
Protestas y tomas hasta ver fuera a Julieta Castellanos
Inmediatamente al darse a conocer el dictamen del ministerio público, para los tres compañeros criminalizados, no tardaron en pronunciarse los distintos estudiantes pertenecientes a las asociaciones estudiantiles, movimientos independientes y estudiantes conscientes de esta problemática. La máxima de las luchas dignas y justas prevalece: se logra la democratización a punta de exigencia y reclamo, nunca con pasividad y remilgos.
Las autoridades universitarias ejemplifican a los típicos tiranos que, cegados de arrogancia, frialdad y desmesura, se creen con la suficiente potestad de arrancarle cualquier indicio de derechos y libertades a los pueblos que los sostienen, y que ya pronto los derriban. Desde el PSOCA alentamos a los compañeros del movimiento estudiantil y a todos los estudiantes conscientes a volver sistemático su reclamo por democratizar la UNAH.
El llamado es a los compañeros de las carreras históricamente combativas como lo han sido las de Ciencias Sociales, Humanidades, entre otras, a estar alertas, pues sus mismas autoridades de facultad, como lo son los decanos y decanas, y demás profesores esbirros de las autoridades, pueden prestarse al régimen policiaco que instauró rectoría, a modo de sancionarlos y quitarles sus bien obtenidos méritos.
El problema inmediato reside en las acciones desmesuradas de las autoridades, que están erigiendo un régimen de persecución interno en la Universidad, en este sentido la contraofensiva debe de ser la difusión de toda la problemática en las asambleas estudiantiles, tomas esporádicas y momentáneas, y nutridas movilizaciones internas y externas que aglomeren a los sectores populares sensibles a la problemática de la criminalización de estudiantes.