Por Carlos M. Licona
El 28 de noviembre de 2021 quedó marcado como fecha histórica del país al haberse pronunciado el pueblo hondureño en contra de 12 años de una dictadura despiadada y criminal. Mediante el voto directo en las urnas, las condiciones se prestaron para que los votantes acudieran abrumadoramente con el único propósito de tumbar el imperio del clan Hernández. De tal forma que se eligió por primera vez a una mujer como Presidenta del país.
Ahora, el 15 de febrero del 2022, nuevamente el pueblo disfruta de una nueva efemérides en la historia: la detención provisional del tristemente célebre, Juan Orlando Hernández, a solicitud de extradición de los Estados Unidos de América por los delitos de narcotráfico , tráfico de armas y lavado de activos.
La soberbia, el cinismo y su mente criminal fueron las características de JOH, y que el poder del dinero disfrazó ante la opinión pública como hombre inteligente, calculador y de buen corazón. Los pastores evangélicos arropados en la “Confraternidad Evangélica” casi lo declararon como el ungido de Dios, líderes de la iglesia católica casi lo beatificaron. La empresa privada se engolosinó con las ganancias multimillonarias de negocios leoninos y en detrimento de los intereses de la población.
Un dictador con el visto bueno del imperio
El triunfo abrumador de Xiomara Castro que la catapultó a la presidencia de la República fue una hazaña del pueblo después de tanto sufrir el despotismo de un criminal desalmado, además, también ha significado el corte de ombligo entre los ciudadanos y el voto tradicional para los partidos Nacional y Liberal. Si bien es cierto que, el golpe del 2009 fue planificado por los poderes fácticos del país, este no se hubiera consolidado de no haber tenido el visto bueno de los estadounidenses.
Los triunfos consecutivos de Juan Orlando Hernández en el 2013 y 2017 tuvieron el manto de un fraude descarado que culminó con una crisis post electoral en el 2017, esta crisis prácticamente fue resuelta por la encargada de negocios de Estados Unidos, Heidi Fulton, al levantarle la mano en son de victoria a Juan Orlando Hernández en el Instituto Nacional de Formación Profesional (INFOP), lugar donde se concentraba el extinto Tribunal Nacional Electoral.
Se menciona que el Clan Hernández traficaba drogas desde el 2004, no obstante, en el 2010 los poderes fácticos encumbraron a JOH a la presidencia del Congreso Nacional, en el 2014 a la presidencia del país, y después permitieron que se reeligiera de forma ilegal en el 2018, dejando como consecuencia muchos mártires, detenidos y exiliados.
Ahora, se menciona que, los Hernández llevan más de una década traficando drogas y que ya se les seguía la pista, aun así, alimentaron al demonio para que desangrara sin misericordia al pueblo.
Fin de un delincuente
El sufrimiento de un pueblo ha llegado a su fin, al menos la miseria se saboreará en plena libertad, sin el temor de ser reprimido o encarcelado. Con la detención del narco traficante y presidente corrupto se finaliza una era, sin embargo, se debe proseguir al desmantelamiento de toda esa estructura criminal que se adueñó de Honduras y la pusieron en venta a precio de gallo muerto.
El dictador y delincuente fue apresado el 15 de febrero, esposado de pies y manos, con su mirada perdida en la felicidad de todo un pueblo, quizás, pensando en sus hijos y madre que no volverá a ver jamás, pero, seguro que sin arrepentirse de toda la tragedia que ocasionó a todo un país. Solo y abandonado por sus aduladores, por los que ahora son nuevos millonarios producto de la corrupción.
No importa si se lo llevan a New York, no importa si el karma tardó mucho en llegar, el pueblo tiene derecho a festejar que se lleven a la cárcel al dictador, sin embargo, la banda criminal aún tiene sus tentáculos en la Corte Suprema de Justicia, la fiscalía y otras instituciones del Estado, además, los 44 diputados “nacionalistas” aún hacen rabietas en el Congreso Nacional y seguirán obstaculizando las pretensiones del nuevo gobierno en legislar en beneficio del pueblo.
Es el fin del dictador que se adueñó de Honduras por 12 años, hizo lo que quiso y violentó reiteradamente los derechos de los trabajadores. No obstante, falta bastante por recuperar el Estado de derecho.
A celebrar pueblo hondureño, no obstante, a mantenerse vigilantes ante los ataques y conspiraciones de esa estructura criminal que falta por desmontar.