Por Carlos Alberto Fúnez
El cantante de reguetón Bad Bunny se presentó a la ciudad de San Pedro Sula el día 29 de noviembre generando opiniones contrarias en las redes sociales y medios de comunicación, unos elogiándolo y otros manifestando su rechazo a uno de los máximos exponentes de un género de música (expertos aseguran que no es música) que genera sustanciosas ganancias a los organizadores de los conciertos.
Más de 50,000 personas ingresaron al Estadio Olímpico Metropolitano de San Pedro Sula, el concierto dejó L. 2.5 millones a la alcaldía municipal y, a la industria turística y hotelera unos L. 6 millones según información oficial que trasciende en los medios de comunicación.
Desde inicios del año se anunció el concierto del cantante puertorriqueño Benito Antonio Martínez Ocasio, más conocido como Bad Bunny, la boletería muy rápido se agotó desde el mes de marzo, los precios oficiales oscilaban desde L. 740 la más barata hasta los L. 4,525 la más cara, sin embargo, en el mercado negro ya en el día del concierto los precios se cotizaban en 1,500 lempiras el boleto más barato y en 15,000 el más caro.
Más allá de los gustos personales
En Wikipedia encontramos lo siguiente: “El reggae y dancehall, junto con el hip hop influyeron notablemente a este género híbrido. El reguetón se podría decir que nace de un movimiento cultural y musical entre jóvenes de Puerto Rico. Las raíces del reguetón empezaron en Puerto Rico en los años 1990, cuando instrumentales de reggae en español provenientes de Panamá, estaban siendo fusionados con hip hop en la isla. Durante esta década el género era llamado underground o melaza y tenía líricas explícitas sobre droga, violencia, amistad, amor o sexo”.
Es muy complicado hacer crítica por las modas, cada generación tiene sus propias características que generalmente, aunque inicien como manifestaciones antisistémicas terminan siendo determinadas por las estrategias de mercado si estas generan mucho dinero. Este es el caso del reguetón y sus máximos representantes, si bien es cierto pudo ser un género que se inició a mediados de los noventa como un movimiento “underground” en los países del Caribe, fue a inicios del siglo que inició su masificación coincidiendo con los jóvenes de entonces que corresponden a la generación Y o mejor conocidos como los “millennials”, es de enfatizar que existe un choque generacional entre la generación X y la Y (millennials), de ahí que no resulte extraño que esta diferencia también se manifieste en el gusto musical, mientras la generación X creció bajo el ritmo del rock, disco, regué, merengue y salsa, los “millennials” crecen con un salto tecnológico, con respecto a la música crecen con el cómputo y lo que ahora es el reguetón, luego, de un momento a otro la comunicación se volvió inmediata y muy fácil a través de las redes sociales, siendo muy fácil que un evento le de la vuelta al mundo en un instante.
Las grandes compañías de la industria musical se dieron cuenta del nuevo fenómeno musical que ha traspasado la barrera de lo racional, generando multimillonarias cantidades de ganancia, lo sucedido en San Pedro Sula no fue la excepción y los fanáticos del Conejo Malo se volcaron a disfrutar del concierto sin importar el alto costo del boleto o, si había que pernoctar en la calle.
El 16 de noviembre en su muro de Facebook, el escritor y director de teatro, Rafael Murillo Selva escribió “El reguetón es también un hecho cultural y social que explica y nos ofrece señales para entender parte de la nueva cultura que quiere emerger o más bien la que ya emergió. La que ya palpita. La que quieren vivir grandes sectores de la juventud globalizada.
Inicialmente el reguetón fue una creación de la clase “𝐥𝐮𝐦𝐩𝐞𝐧 𝐩𝐫𝐨𝐥𝐞𝐭𝐚𝐫𝐢𝐚” urbana. Clase conformada por gentes excluida de los bienes culturales creados e impuestos por la ya envejecida cultura burguesa”.
De ahí que, no se puede comparar la moda de una generación con la otra, cuando cada una refleja el contexto nacional e internacional del momento. Si el reguetón fue un movimiento social y cultural en sus inicios, ha sido el capitalismo quien se lo arrebató al pueblo para convertirlo en una máquina de producción de dinero.
Revolucionemos los géneros musicales
El gusto por el reguetón no es exclusivo de sectores marginales, pagar entre 4,000 y 15,000 lempiras es un gusto de personas con solvencia económica o capacidad de endeudamiento, el reguetón tampoco es exclusivo de la edad, ni de la intelectualidad. Los gustos por los géneros musicales al igual que los deportivos, cine o lecturas son diversos y dependen de las influencias que se vivan en el momento. Un pobre no pueden darse el lujo de gastar una enorme cantidad de dinero por un momento efímero de entretenimiento.
El arte, el deporte y la cultura deben pertenecer al pueblo, jamás a los capitalistas.