Por Carlos M. Licona

Todo proceso de transformación social en un pueblo, requiere de un educador dispuesto a asumir el reto de abrazar ese proceso como suyo propio. Sin un docente convencido de su potencial transformador será imposible que una sociedad se desarrolle y avance significativamente en su evolución. Cualquier política educativa que obvie al docente será infructífera si no es este mismo el que asuma su rol transformador.

Hay que tener claro que, refundar la educación implica cambiar lo actual por algo novedoso, sin embargo, transformar la educación tampoco significa el despegue económico de una sociedad, la equidad económica solo puede lograrse cuando la riqueza se reparte igual entre toda la población. El sistema capitalista permite que la riqueza se quede en poquísimas manos.

Un docente que cumple con su rol transformador debe considerar dos funciones primordiales; 1) brindar una educación de calidad que logre impactar en los educandos y, 2) Generar conciencia social. Lo primero va enfocado  a la formación científica según las nuevas pedagogías (resolución de problemas), mientras que lo segundo; que el futuro ciudadano tenga conciencia en que existen acciones que perjudican a la colectividad.

El divorcio entre el docente y la conciencia social

En las últimas décadas, principalmente en los últimos doce años que gobernó el Partido Nacional, el maestro dejó de ser el individuo que generaba conciencia para convertirse en un trabajador que espera su salario cada mes.  No es casual, las mismas universidades administradas por personajes de ultraderecha desatendieron el área humana de las asignaturas para limitarse a ser transmisores de conocimiento, algo que no encaja con lo que se le exige al docente público según la pedagogía enfocada en la resolución de problemas.

La Educación Pública en el país está muy lejos de ser transformada, hacerlo  significa botar todo para construir algo nuevo, desde la educación prebásica hasta la misma educación universitaria. Hablar de transformar sin entender que debe darse un cambio radical es hablar para entretener a los medios de comunicación y para disfrazar los gastos multimillonarios que avalan los cooperantes externos.

Los docentes  necesitan capacitación y acompañamiento permanente, no supervisión ni represión, es enseñarle lo novedoso para que se convierta en un facilitador y muestre a los educandos el camino a seguir.

El cambio generacional docente; de los educadores de la época de la guerra fría a los de la era digital, también nos hereda la ausencia de “ideología” en la educación, ya sea de izquierda o derecha, pero que, sin lugar a dudas, estas ideas transmitidas en el aula de clases permitían  generar sensibilidad humana.

Si la parte académica se ha quedado desfasada, mucho más atrás se ha quedado el pensamiento reflexivo y crítico, hecho que impide que docentes y educandos tengan iniciativa de ideas y, sean proponentes de planteamientos revolucionarios. Este comportamiento es evidente en la forma de elegir autoridades cada 4 años en elecciones generales o bien, elegir la dirección más cercana como son los dirigentes en las organizaciones sindicales y gremiales, considerando como burdo argumento algún favor recibido o alguno por recibir.

Un maestro que no reflexiona para tomar una decisión jamás puede ser un ente de “transformación social”, jamás podrá ser un agente de cambio y mucho menos; generar conciencia en sus estudiantes. El ejemplo más obvio en la actualidad es el de algún maestro que haya votado dos veces por el ahora delincuente Juan Orlando Hernández, ¿qué puede enseñar sobre legalidad, honradez o transparencia?

La reflexión conlleva al pensamiento crítico, mientras que, la pobreza mental que encadena el pensamiento conduce a ser esclavos de dioses con pies de barro. Un docente debe orientar a sus pupilos sobre las consecuenicas de incorrectas decisiones, por ejemplo; destruir el ambiente afectará el futuro de los hijos y de los nietos, o más simple aún; seguir ciegamente a personajes sin principios acarreará resultados nefastos en el hábitat donde se desarrolla la colectividad.

En el gobierno del “Socialismo Democrático” se habla hasta la saciedad de “refundar” la educación, pero, no existe propuesta alguna ni la remota idea de cómo lograrlo. Refundar la educación no se trata solamente de; la implementación de un programa cubano para erradicar el analfabetismo,  devolver los derechos a los docentes, reparar mil centros educativos o creer que los estudiantes deben asistir a clases con ropa de color. Refundar la educacion implica un sistema educativo que transforme diametralmente el comportamiento cultural de la sociedad, refundar la educación implica que; el docente, el estudiante y el ciudadano reflexionen críticamente ante las decisiones de las autoridades que rompen con el equilibrio de justicia y de igualdad, mejor aún: que repudien y condenen a quienes dilapidan las finanzas que no les pertenece.

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