Por Yaret R. M.
Hondureños de todas las edades no podremos olvidar jamás lo sucedido hace ya treinta días cuando el Presidente constitucional de la República fue secuestrado en horas de la madrugada por un grupo de militares armados que cumpliendo una orden judicial ficticia capturaron al Presidente en su casa de habitación, lo subieron a un avión que lo condujo a Costa Rica.
Este acto bochornoso –amparado en el supuesto cumplimiento de la Constitución de la República- poco a poco se fue descubriendo. Todo fue producto de las artimañas mal planeadas por las familias oligárquicas de ascendencia extranjera junto con la más alta jerarquía religiosa del país, los diputados del Congreso Nacional (excepto la UD), los partidos políticos y la cúpula de las Fuerzas Armadas.
Todos ellos creyeron que habitan un país lleno de incautos, pensaron que en esta Honduras viven 7 millones de ignorantes cegados por el fanatismo político y religioso lo que impediría que vieran la verdad y lucharan por ella. Pero los cálculos les fallaron; no pudieron convencer, su plan carecía de estrategia, con su pobre discurso abogaban por el cumplimiento y el estricto respeto a la Constitución de la República sin darse cuenta que les resultó un arma de doble filo.
Las pruebas presentadas contra la violación de la Constitución ejercida por el Presidente Manuel Zelaya tenían a todas luces señales de que ellos mismos violaban la Constitución que decían defender; una orden de arresto elaborada después de la captura del Presidente; su renuncia con firma falsificada; el nombramiento ilegal del “presidente interino”, el presidente del Congreso Nacional y ministros del Estado; Todo esto refleja el incumplimiento de los artículos 4, 5, 45, 48, 68, 82, 84, 89, 90, 99, 102, 205, 272 en relación a lo sucedido antes y durante el golpe de estado ejecutado el 28 de junio.
A esto es imperioso sumarle la lista de delitos cometidos por el gobierno de facto que a partir de ese mismo 28 de junio lleva ya treinta días de represión contra la ciudadanía hondureña, medios de comunicación internacionales y un par de medios noticiosos locales que tomaron la restitución del gobierno constitucional como bandera de lucha: el cierre de radio Globo y Canal 36, la expulsión del país de periodistas de Tele Sur y la corresponsal de CNN, toques de queda, balas, bombas lacrimógenas contra manifestantes, asesinatos, retenes, estados de sitio en comunidades completas…
Los artículos 45, 59, 68, 72, 73, 74, 78, 79, 80, 81, 187 han sido violados constantemente; se suprimen las garantías individuales y colectivas (derecho a la libre circulación, asociación y libre expresión del pensamiento) tanto de nacionales como de extranjeros.
Pero como si viviéramos en un mundo paralelo –tipo película de ciencia ficción- el gobierno de facto se las ha arreglado para mantener engañado a otro sector de la población. Para ello utiliza la influencia de los medios de comunicación golpistas que mientras se ejecutaba la farsa de una “sustitución constitucional” transmitían deporte, dibujos animados y la novedad del momento: la muerte de Michael Jackson.
Treinta días han pasado durante los cuales el gobierno de facto continúa incansablemente enajenando la mente de muchos compatriotas –los cuales juran que nuestra lucha es netamente política y, por lo tanto, son los políticos quienes deben intervenir en su solución- y así, algunos maestros no han acatado la orden de la FOMH (Federación de Organizaciones Magisteriales de Honduras) que junto a otras organizaciones y sindicatos de trabajadores apoya la lucha de resistencia nacional contra el golpe de estado. Este grupo de maestros (calificados como golpistas) decidió regresar a las aulas de clase y continuar su labor como si nada trascendente pasar en el país y siguen “educando” a centenares de niños y jóvenes sujetos a una práctica educativa tradicional especialista en formar obreros sin pensamiento crítico, ni visión, ni capacidad participativa en los problemas nacionales y, mucho menos con patriotismo.
Esa carencia de patriotismo se evidencia en la calle, los mercados y los moles donde la ciudadanía evade hablar del tema porque no comprenden la magnitud del hecho o no les importa, ese es un tema político y ningún político les da de comer, el pobre debe preocuparse por llevar el sustento a su casa y no andar en revueltas callejeras de gente haragana que no tiene qué hacer o como son cristianos primero es Dios y después lo demás y Dios no anda metido en política… y esto último puede ser cierto pero casualmente en Honduras Dios nos e quiso meter en política pero sus “representantes” lo metieron a fuerza, desgraciadamente para su mal.
Los compatriotas que así piensa se consideran “neutrales”, ellos no andan con los blanquitos, estos son otros que le siguen el juego a sus jefes para no perder el trabajo y salen a la calle a gritar lo que el jefe les ordenó –aunque realmente ellos no lo crean- la necesidad les obliga a ser hipócritas, ni modo, el presidente que pudo velar por sus intereses se encuentra desterrado gracias a sus jefes y el resto de perfumados que vestidos de blanco y resguardados por la leal milicia marchan pidiendo la paz que su gobierno interino descaradamente contradice con los típicos actos inhumanos de las dictaduras del siglo pasado.
Todo esto sucede mientras los actores intelectuales del golpe cada noche pierden el sueño y sus facciones desencajadas evidencian preocupación. Deben preocuparse si día a día reciben los reveces de su vil actuación si la comunidad internacional aun se muestra renuente a aceptar el golpe de estado disfrazado de una legalidad que solo ellos se empeñan en creer.
La OEA expulsa a Honduras, los países del ALBA rechazó el gobierno de facto desde el primer momento, el cardenal es declarado non grato como posible sucesor del Papa, Custodio recibe negativas de ayuda económica, la UE niega su ayuda monetaria, EUA cancela el TPS y quita las visas a los funcionarios golpistas, qué más esperan, el pueblo hondureño les repudia y la comunidad internacional les manifiesta continuamente que su gobierno interino no es aceptado. Hasta cuándo durará la terquedad de un grupo de políticos famélicos cuyas ansias de poder no lograron satisfacer de otra manera sino con artificios mal presagiados y cuyas acciones serán condenadas a lo largo de la historia.
No sabemos cuánto tiempo más tendremos que resistir, pero nuestro deber es mantenernos firmes en la lucha: por patriotismo, por honor, por dignidad, por justicia.