Por Orson Mojica
La historia de Honduras, como la de la mayoría de países de Centroamérica, esta marcada por las revoluciones, contrarrevoluciones, golpes de Estado y revueltas populares. A inicios del siglo XX, Honduras fue sacudida por tres guerras civiles.
La primera guerra civil ocurrió en 1903-1907, saliendo ganador la fracción de Manuel Bonilla. En 1904 Manuel Bonilla propinó un golpe de Estado, disolviendo el Congreso, apresando a Policarpo Bonilla y sus diputados. En 1907 Bonilla fue derrocado y exiliado, pero en 1911 recuperó el poder, muriendo en 1913.
La segunda guerra civil ocurrió en 1917-1919 llevó al poder a Rafael López Gutierrez. En 1923 se realizaron elecciones, pero el Partido Liberal se dividió en dos candidaturas diferentes: Juan Ángel Arias y Policarpo Bonilla. De esta manera, Tiburcio Carias Andino salió ganador con 49,953 votos, Policarpo Bonilla con 35,474 votos y Juan Ángel Arias con 20,839.
El fracaso del Plan Paz Barahona
A pesar de haber terminado su periodo presidencial, Rafael López Gutierrez desconoció las elecciones e instauró su propia dictadura. Hubo intentos de negociar una salida, teniendo al embajador norteamericano como garante: ambos candidatos, Arias y Carías debían renunciar a sus candidaturas y elegir a Miguel Paz Barahona como presidente, y Francisco Bueso como vicepresidente, repartiendo cada fracción el 50% de los cargos gubernamentales, pero el plan fracasó.
El Congreso estaba dividido en representaciones casi iguales: 15 diputados del partido de Tiburcio Carías y 18 diputados del partido de Arias. El 31 de enero, el General don Rafael López Gutiérrez, todavía presidente, organizó un autogolpe de Estado, asumiendo todos los poderes. Emitió un decreto convocando a una “Asamblea Constituyente que se reunirá en esta capital en la fecha y con el número de Diputados que se expresará en un decreto especial. En dicho decreto se reglamentará la elección de los Diputados”.
La dictadura del General López Gutiérrez, sustituyó a los ministros Policarpistas por ministros Aristas.
Autogolpe de López Gutierrez: inicio de la tercera guerra civil
Quienes se opusieron al golpe de Estado, conformaron el Ejercito Constitucional que recibió el apoyo material y militar de la segunda república conservadora de Nicaragua, impuesta por la intervención norteamericana de 1911. Al momento del golpe de Estado, el presidente de Nicaragua era Bartolomé Martínez Hernandez
El 5 de febrero de 1924, el gobierno de Estados Unidos no reconoció al gobierno surgido del golpe de Estado, pero no rompió las relaciones diplomáticas. Al día siguiente, el embajador de Estados Unidos en Tegucigalpa, Mr. Franklin E. Morales, encabezó una misión negociadora para buscar un acuerdo con el general Carías, quien se había levantado en armas, siendo apoyado militarmente por el gobierno conservador de Nicaragua.
Los combates se generalizaron en toda Honduras. El 10 de Febrero cayó Santa Rosa de Copán en poder de las fuerzas rebeldes encabezadas por los Generales Vicente Tosta carrasco y Gregorio Ferrera, quienes emitieron un manifiesto en que expresaban: “(…) surgió el Gobierno del Gral. Rafael López Gutiérrez, prestando la promesa constitucional el 1° de febrero de 1920, promesa que no fue cumplida, pues en la elección de consejeros Federales, restringió la libertad del sufragio, uno de los principales ideales que acariciara aquella gloriosa revolución. (…) preparando así el terreno para que fuera el Congreso y no el pueblo el que hiciese la elección; y coaccionando aquél por una de las agrupaciones patrocinadas por el Ejecutivo, quien en su odio manifiesto a un candidato independiente, obstaculizó todo arreglo entre los candidatos, y por consiguiente, la elección en el Congreso, para asumir la dictadura acariciada de tiempo atrás, dictadura que será efímera (…)”.,
El 13 de febrero cayó Santa Bárbara en poder de los insurgentes. Desde el sur, el general Carias reunía tropas y avanzaba hacia Tegucigalpa, donde residía el centro del poder.
Para el 21 de febrero, las tropas del General Ferrera atacaron militarmente y tomaron el control de la plaza de Comayagua. Ferrara envió al general Enriques al frente de una Comisión solicitando la rendición de la plaza de Tegucigalpa
Los embajadores del Cuerpo Diplomático se reunieron en la Legación norteamericana, con la comisión enviada por Ferrera, con el objetivo de evitar los combates en Tegucigalpa. El Cuerpo Diplomático presentó a la dictadura la siguiente petición: “(…) el Cuerpo Diplomático se ve obligado a rogar al Gobierno busque un camino para evitar un ataque a la capital, ya sea entrando en pláticas con las fuerzas revolucionarias que la amenazan, ya sea saliendo a luchar fuera del radio de la capital, ya sea depositando el poder en un Consejo de Ministros que inspire confianza al país y que sea garantía de paz inmediata, evitando así derramamiento de sangre y destrucción de propiedad”.
La insinuación de depositar el poder en manos de un “consejo de ministros” era una abierta invitación a apartar del poder al General López Gutiérrez, para facilitar las negociaciones entre los bandos en lucha.
El 1 de marzo se libró la batalla por el control de San Pedro Sula (SPS), la ciudad más importante de la costa norte. Ante el empuje de las tropas de la dictadura, el general Tosta se replegó, dejo un pequeño numero de tropas en los Calpules, atrayendo al enemigo, y después en una maniobra envolvente se impuso sobre las tropas gubernamentales del general Lagos. El 3 de marzo el general Tosta entró triunfante en SPS, días después cayeron Puerto Cortes y Tela. El 13 de marzo cayó La Ceiba en manos de los rebeldes. El 15 de marzo Puerto de Trujillo e Islas de la Bahía fue tomada por los rebeldes. El 18 de marzo cayó Yoro. Las tropas rebeldes afianzaron su control en casi toda la costa norte.
Alentado por los avances militares, el general Ferrera dirigió una comunicación al Cuerpo Diplomático, por medio del embajador de Estados Unidos, manifestando que si el Gobierno no le entregaba la capital, la tomaría por asalto.
La propuesta de una “zona neutral” garantizada por los marines
Poco a poco, tomó fuerza la propuesta del embajador norteamericano de declarar a Tegucigalpa como una “zona neutral”. Esta fue la misma táctica que Estados Unidos utilizó en la guerra civil de 1909-1912 en Nicaragua, interviniendo militarmente con marines con el objetivo de proteger al ejército conservador contra los ataques de las tropas liberales del general Zelaya. En el caso de Honduras, se trataba de una movida para evitar el colapso total del gobierno liberal y facilitar el ascenso de un gobierno conservador.
En esas negociaciones, el embajador de Estados Unidos propuso desembarcar un contingente de 125 marines de Estados Unidos en Honduras, para que sirvieran como mediadoras y garantes de esa “zona neutral”. En la primera quincena de febrero de 1924, el crucero norteamericano Milwaukee, ancló en el puerto de Amapala, y el Rochester hizo lo mismo en Puerto Cortes. Estados Unidos hizo movimientos militares preventivos para mantener su dominio sobre Honduras.
Los combates se generalizan en casi todo Honduras, con un marcado avance de las tropas rebeldes.
La muerte de López Gutierrez y el gobierno del “consejo de ministros”
La presión militar de los rebeldes por el norte y por el sur, obligó a la dictadura a retroceder. El día 10 de marzo, en un hecho sin precedentes, el consejo de ministros de la dictadura, emitió un decreto en el que anuncio que el general Rafael López Gutierrez abandonaba el cargo “por estar gravemente enfermo”, proclamando el restablecimiento de la Constitución de 1894 y conforme a ella convocó a elecciones para Asamblea Nacional Constituyente
Ese mismo día, el dictador Rafael López Gutiérrez fue declarado muerto. En las negociaciones entre el cuerpo diplomático y el general Ferrara, este fijo el día 13 de marzo para la entrega de la capital, de lo contrario continuarían los combates. Sin nombrar un sucesor para el poder ejecutivo, el consejo de ministros, funcionó como una continuidad de la dictadura, tal como lo habían sugerido los embajadores. Durante el siglo XIX, despuées de un golpe de Estado o cuando la jefatura del gobierno quedaba acéfala, los ministros asumian el poder bajo la figura de "consejo de ministros". Era parte de la tradición política.
Primer fracaso de la Conferencia de Paz en Amapala
Alfonso Quiñónez Molina, presidente de El Salvador, en acuerdo con los gobiernos de Guatemala y Nicaragua, con el beneplácito de Estados Unidos, convocaron a una Conferencia de Paz en el puerto de Amapala. Ferrara aceptó la propuesta de la Conferencia de Paz. El Gobierno de Nicaragua gestionó para que el General Carías fuese invitado a participar en la Conferencia de Amapala, con una clara intención de proyectarlo políticamente por encima o al mismo nivel que Ferrara.
Esta propuesta de Conferencia de Paz no progresó, sino hasta casi el final de la guerra civil.
El sitio de Tegucigalpa y desembarco de marines
A las 2 y 35 de la tarde del 14 de marzo se iniciaron los combates por el control de Tegucigalpa. Las tropas de Carias avanzaron y entraron por el poblado de Suyapa. La entrada de las tropas rebeldes causó un gran caos en Tegucigalpa. Temeroso de los saqueos, el embajador de Estados Unidos, ordenó el desembarco de 200 marines del crucero Milwaukee, anclado en Amapala.
Como casi todos los camiones estaban en poder de los rebeldes, el General Ferrera prestó 3 camiones que tenía en Toncontín para trasladar los marines hasta su campamento, de ahí caminaron hasta Tegucigalpa. Ferrara aunque quería tomar por asalto Tegucigalpa, tampoco quería enemistarse con Estados Unidos.
El 19 de marzo entró en Tegucigalpa el contingente de 200 marines, armados hasta los dientes, con su bandera desplegada. El objetivo central de los marines era evitar que los rebeldes dominaran completamente la capital, funcionar como una potente fuerza mediadora, con capacidad militar para imponer acuerdos.
La nota de protesta de la dictadura
Irónicamente, la dictadura que peleaba por mantenerse en el poder, emitió una nota diplomática de protesta al embajador norteamericano por haber ordenado el desembarco de tropas norteamericanas en suelo de Honduras:
“El día de hoy, a las 11 a.m., ha entrado a la plaza de Tegucigalpa un cuerpo de soldados americanos en número como de doscientos, armados y equipados, que desembarcaron el día de ayer en el puerto de San Lorenzo, procedentes de uno de los barcos de guerra americanos, que está surto en aguas del Golfo de Fonseca.
Por mensaje telefónico de Vuestra Excelencia, dirigido ayer a la Secretaría de Relaciones Exteriores y a la de Guerra, se tuvo noticia por el Gobierno del desembarque de un pequeño cuerpo de soldados y de que vendría a esta capital con el objeto de custodiar la Legación de los Estados Unidos de América al digno cargo de Vuestra Excelencia y de proteger los intereses de sus connacionales. El número arriba expresado no corresponde a la noticia recibida, respecto a la cual no se tomó determinación ninguna.
(…) El Consejo de Ministros no puede menos que manifestar a Vuestra Excelencia su sorpresa por el hecho del desembarco y la venida de ese cuerpo de soldados a esta capital, sin solicitud ni autorización del Gobierno de la República, y en consecuencia, lo considera como un agravio a la soberanía e independencia del país”.
La presencia de marines en Tegucigalpa era un claro indicador que Estados Unidos quería reimponer su orden, por encima de la lucha entre bandos, ejerciendo presión sobre ambos, amenazando con una intervención militar directa y masiva como la que ocurría en la vecina Nicaragua.
Pena de muerte y amnistía
Debido al incontenible avance de las tropas rebeldes, la dictadura, a pesar de las concesiones hechas en las negociaciones, decidió restablecer la pena de muerte. El 20 de marzo, Ángel Zúñiga Huete, Jefe Militar de la Zona Central de la República, emitió el siguiente bando: “(…) 1°.- Que serán inmediatamente pasados por las armas los individuos que fueren sorprendidos por la autoridad cometiendo los delitos de asesinato, homicidio, robo, incendio y otros estragos; 2°.- Que los delitos militares serán juzgados de conformidad con el Código Militar de 8 de febrero de 1906, debiendo estimarse para este efecto restablecida la pena de muerte; (…) 5°.- Se da toda clase de garantías a los rebeldes que dentro de diez días, a partir de la fecha, depusieren voluntariamente las armas; (…)”
A pesar de las amenazas de pena de muerte, que ya se aplicaba en los hechos, para mantener la disciplina en el ejercito liberal, en el fondo había un mensaje conciliador para que los rebeldes depusieran las armas.
La oposición a la intervención norteamericana
Como era de esperarse, en el transcurso de la guerra civil, ambos bandos manifestaron inconformidad por la intervención militar de los marines. Pero fueron los intelectuales, como Froylan Turcios, quienes encabezaron la oposición real, publicando “El Boletín de la Defensa Nacional” y distribuyendo papeletas contra la ocupación, intentando movilizar a la población.
Los marines estaban acuartelados en el anexo del Hotel Agurcia, con un piquete que resguardaba la Legación de Estados Unidos, y otro en la vital estación de radio inalámbrica.
El convenio de Tiloarque y la creación de un gobierno rebelde provisional
Los dos principales jefes de la rebelión, Carías y Ferrara, se reunieron en Tiloarque, en las afueras de Tegucigalpa, y firmaron un acuerdo o pacto político. Cada uno de ellos se había hecho fuerte en una determinada zona geográfica.: “En el campo de Tiloarque, frente a Tegucigalpa, a las 8 de la noche del día 24 de marzo de 1924, reunidos los Generales don Tiburcio Carías A., don Gregorio Ferrera, don Francisco Martínez Funez y el Coronel don Camilo Girón, con el patriótico objeto de uniformar todos los elementos que están contribuyendo a la Revolución libertadora para derrocar la dictadura que hoy predomina en Tegucigalpa, de común acuerdo han convenido en las bases siguientes:
Primera: Designan como Presidente Provisional para que ejerza el mando supremo de la Nación, al señor doctor don Fausto Dávila;
Segunda: El Dr. Dávila convocará a elecciones de Autoridades Supremas tan pronto como las circunstancias lo permitan, por estar el país en completa calma, debiendo convocarse también una Asamblea Nacional Constituyente, la cual se encargará de reformar nuestra Carta Fundamental en el sentido que sea conveniente;
Tercera: Mientras el Dr. Dávila toma posesión de la Presidencia Provisional de la República, el mando supremo de la misma se ejercerá así: (a) Se reconoce como Primer Jefe de la Revolución Libertadora y Jefe de Zona del Centro, al señor General don Tiburcio Carías A.; b) Se reconoce como Segundo Jefe de la Revolución y Jefe de las Zonas de Occidente y Sur de la República, al señor General don Gregorio Ferrera; (c) Se reconoce como Tercer Jefe de la Revolución y Jefe de la Zona del Norte, al señor General don Vicente Tosta C.; (d) Se reconoce como Cuarto Jefe de la Revolución y Jefe de la Zona de Oriente, al señor General don Francisco Martínez Funes.
(…) Séptima: Este convenio se pondrá en conocimiento del señor Dr. don Fausto Dávila y del Cuerpo Diplomático residente en la capital de la República.
Octava: El señor General don Vicente Tosta C., Tercer Jefe de la Revolución y Jefe de la Zona del Norte, firmará el presente Convenio”.
La creación de un gobierno paralelo creo mayor presión sobre el decadente gobierno del ‘consejo de ministros”.
Estados Unidos al frente de los embajadores
Dos caudillos habían firmado el acuerdo político de Tiloarque, menos uno, el general Tosta, quien dominaba la costa norte y supuestamente firmaría después. Los rebeldes se habían constituido como gobierno paralelo, y buscaron el reconocimiento internacional. La reunión de embajadores, el llamado cuerpo diplomático, jefeado por el embajador norteamericano, se convirtió en el arbitro supremo, incluso por encima del decadente gobierno del consejo de ministros.
Los embajadores de México, Guatemala y El Salvador eran de la opinión de mantener el statu quo, mientras que el embajador de Nicaragua no participó en las reuniones, porque este gobierno apoyaba un triunfo militar de la revolución “conservadora”.
En el ínterin, mientras se renovaba el armisticio, y había una frágil paz, el general Tosta arribó al campamento general de los rebeldes.
El Dr. don Fausto Dávila, nombrado presidente provisional por los rebeldes, salió de New Orleans, Estados Unidos, rumbo a Honduras, para asumir la presidencia, pero nunca llegó a ostentar el cargo.
Surge la contrarrevolución
El 30 de marzo, el General Dionisio Gutiérrez, que el 21 del corriente se había pronunciado en Amapala, en favor del General Ferrera, se separó de la causa de la Revolución Constitucionalista y levantó el estandarte de la Contrarrevolución en el Sur, pero tomó rumbo a Tegucigalpa para unirse a las tropas del “consejo de ministros” y evitar un triunfo militar del general Ferrara.
Los combates para tomar Tegucigalpa continuaron, haciendo retroceder a las tropas del “consejo de ministros”.
Nueva propuesta de paz
Los avances militares de los rebeldes, obligaron al “consejo de ministros” a enviar una propuesta de paz al general Ferrara. Este respondió nombrando a don Salvador Aguirre y Dr. don Francisco López Padilla para que negocien con la comisión del “consejo de ministros”. El Embajador Mr. Morales de Estados Unidos, y Mr. Lyall, Encargado de Negocios de Inglaterra, estuvieron al frente del proceso de negociaciones. Los reveses militares afectaron al “consejo de ministros”, y dos de ellos renunciaron, entre ellos Rómulo E. Durón, Ministro de Relaciones Exteriores.
Debido a un sorpresivo reagrupamiento de tropas gubernamentales en el sur, el General Ferrera, salió con su ejército a enfrentarlos, dejando el cerco de Tegucigalpa en manos de los ejércitos de los Generales Carías, Tosta y Martínez Funes.
Pero las negociaciones continuaron, esta vez con la presencia del Comandante Causey, segundo jefe del Milwaukee. Los rebeldes desecharon la propuesta negociadora y como contrapropuesta presentaron un plan de 9 puntos, y nuevamente se produjo una estira y afloja.
El arribo de Mr. Summer Welles
El 14 de abril arribó a Tegucigalpa, el Sr. Summer Welles, alto funcionario del Departamento de Estado, con el objetivo de mediar e incidir en las negociaciones. Resucitó la propuesta de una Conferencia de Paz Centroamericana en Amapala. Las negociaciones se centraron en el nombramiento del futuro presidente provisional. El “consejo de ministros” presentó cinco nombres y otros cinco fueron propuestos por los rebeldes, pero tampoco hubo acuerdo. Surgió entonces la propuesta de un armisticio, que tampoco se concretizó.
Los combates continuaron, pero la intervención de Welles dio sus primeros frutos. El General Ferrera aceptó la realización de la Conferencia de Paz Centroamericana en Amapala. El gobierno liberó a los presos políticos, y se nombraron delegados de ambos bandos para asistir a dicho evento.
La Conferencia de Amapala
Como era la costumbre de Estados Unidos en Centroamérica, la conferencia centroamericana de Amapala se realizó a bordo del crucero Milwaukee. La Comitiva estaba formada por Mr. Sumner Welles, Representante Personal del Presidente de Estados Unidos; don Francisco López Padilla y don Salvador Aguirre, Delegados de los rebeldes; Don Alfonso Gallardo M., Secretario de la Delegación; el General don Roque J. López y Dr. don Alberto A. Rodríguez, Delegados del “consejo de ministros”; Dr. don Federico C. Canales, Secretario de la Delegación. También estaba el Comandante Alexander, jefe del crucero Milwaukee.
Mientras en Amapala se reunía la Conferencia, los combates continuaban alrededor de Tegucigalpa. La Conferencia celebró sesiones discutiendo la elaboración de un Pacto Preliminar de Paz y el nombramiento del Presidente Provisional de la República. Al final, se habían decidido por el nombramiento del general Vicente Tosta Carrasco, como presidente provisional.
Mientras se discutía la paz en la conferencia centroamericana, el 28 de abril los rebeldes terminaron tomando por asalto la ciudad de Tegucigalpa, después de 45 días de asedio constante. La situación cambio radicalmente, la delegación del “consejo de ministros” ya no tenía peso alguno. Los rebeldes habían tomado el poder, pero el Pacto Preliminar de Paz fue firmado a bordo del Denver, buque de guerra norteamericano.
Se retiran las tropas norteamericanas
El 30 de abril, habiendo terminado los combates, las tropas norteamericanas que no intervinieron militarmente a favor del “consejo de ministros”, aunque si ayudaron a que este gobierno no colapsara, tampoco libraron combates a favor de los rebeldes, abandonaron definitivamente Honduras a bordo del crucero Milwaukee. Ese mismo día, el general Tosta tomó posesión como presidente provisional de Honduras.
El orden había sido restablecido, los intereses de Estados Unidos en Honduras fueron garantizados. La presidencia provisional del general Tosta, solo fue un pequeño periodo en la corta transición hacia la dictadura del general Tiburcio Carías.