Por Olmedo Beluche
La historia del país está llena de gestas épicas realizadas por la clase trabajadora panameña, una de ellas fue la Huelga Inquilinaria de 1925. Al igual que ahora, en 2025, hace cien años la clase obrera se organizó en defensa de sus derechos en el Sindicato General de Trabajadores. Uno de los problemas que afrontaban era la subida abusiva de los alquileres de los cuartos y apartamentos de habitación, para lo cual crearon una sección especial del sindicato denominada Liga de Inquilinos y Subsistencia (Franco, 1999).
Es conocida la historia de que el gobierno oligárquico de Rodolfo Chiari, temeroso de la acción popular, apeló a la protección de las tropas norteamericanas acantonadas en la Zona del Canal, invocando el oprobioso artículo 136 de la Constitución de 1904, una copia de la Enmienda Platt impuesta a Cuba tras la Guerra del 98 (Cuvillier, 2025).
Se ha tendido a creer que la represión y asesinato fue de parte del ejército de Estados Unidos exclusivamente, pero hoy, haciendo una relectura de la espléndida obra de Alexander Cuevas, basada en los testimonios del sumario judicial, podemos saber que quienes primero dispararon y asesinaron fueron altos funcionarios públicos, miembros de la oligarquía criolla, bisabuelos de los que hoy reprimen al SUNTRACS, SITRAIBANA y los gremios magisteriales (Cuevas, S/f).
Al igual que hoy, hace cien años existía un gobierno oligárquico presidido por Rodolfo Chiari, potentado del sector azucarero y agroindustrial, compuesto por diversos ministros cuyos apellidos son los mismos de los que hoy son parte del gabinete de José R. Mulino. En ese tiempo uno de los negocios de los que se enriquecía la burguesía nacional era el inmobiliario, pero no de apartamentos de lujo, como hoy, sino de cuartos malsanos construidos de madera, tipo conventillo, que rentaban a los trabajadores y ex trabajadores del Canal de Panamá (Araúz, 1996).
Al igual que hoy, una crisis económica y fiscal se abatía sobre el estado panameño, pero, igualito que ahora, la burguesía panameña se negaba a pagar más impuestos y a asumir su responsabilidad compartiendo una parte de sus ganancias con la sociedad. Nada a cambiado al respecto en cien años. De manera que, cuando el gobierno reformó el Código Fiscal (Ley 29 de 1925) para gravar la propiedad urbana, los propietarios decidieron trasladar, por anticipado el costo a los inquilinos, subiendo los alquileres entre un 25 y 50 % (Cuevas, S/f).
Así como los gremios magisteriales, el SUNTRACS y SITRAIBANA se organizaron y movilizaron para enfrentar la Ley 462, en 2025, hace un siglo los 4 mil afiliados del sindicato general de Trabajadores a través de la Liga Inquilinaria organizaron reuniones semanales y mítines los sábados y una huelga de no pago de alquileres a partir del 1 de octubre de aquel año. El gobierno de Chiari, igual que hoy Mulino, intentó negociar con sindicalistas “amarillos” de la Federación Obrera.
Ante la fuerza del movimiento entonces el gobierno oligárquico de entonces optó por la represión. Así como obligaron a Saúl Méndez a asilarse, en ese entonces arrestaron al dirigente sindical José María Blásquez de Pedro, el 24 de septiembre de 1925, y lo deportaron de Panamá hacia Cuba, aduciendo que eran de origen español. La Liga Inquilinaria convocó un mitin el sábado 10 de octubre en la Plaza de Santa Ana, pero el alcalde de la ciudad de Panamá, Mario Galindo, lo prohibió.
Pese a la prohibición, la noche del 10 de octubre la gente empezó a reunirse en el parque, y los ánimos se exacerbaron al conocerse de la detención de dos dirigentes del movimiento: Jorge Brower y Carlos M. Céspedes. Salieron en manifestación por las calles del Chorrillo y Santa Ana hasta llegar al gazebo del parque donde tomaron la palabra Manuel l. Rodríguez, Samuel Casís y Gabino Sierra G.
El teniente Enrique Correa y el comandante Arango, de la policía, subieron hasta allá y revólver en mano amenazaron a los dirigentes: “Algunos individuos le bajaron la mano al comandante Arango y éste hizo dos disparos al suelo a los que sucedieron otros dos más. Comenzó el escándalo y empezaron a disparar porque yo los vi, el teniente Correa, los subtenientes Pérez, Alemán y Maestre y el agente Julio Bernal”. Mientras la multitud corría, el coronel Arango les gritaba: “Negros, miserables, váyanse” … “habiendo quedado despejada la calle y sólo se encontraba allí Mirones quien continuaba excitando al pueblo para que no se acobardara, fue cuando hizo uno o dos disparos rápidos que tumbaron a Mirones, gravemente herido” (Cuevas, S/f, pág. 19).
“Entre tanto, los dirigentes inquilinarios Sierra Gutiérrez, Diógenes de la Rosa, Samuel Casís, Rodríguez y otros permanecían en el kiosco. Permanencia que fue efímera, porque (llegó) un refuerzo de Policía a cuya vanguardia venían los señores Eduardo Chiari, el alcalde Galindo y el gobernador Archibaldo Boyd…” (Ibidem). Según los testigos, tanto el alcalde Galindo, como el comandante Arango y el gobernador Boyd se encontraban ebrios (“estado de beodez”).
Cuevas reproduce la lista de heridos publicada por La Estrella de Panamá el 11 de octubre de 1925. La lista incluye 11 heridos y un muerto (Marciano Mirones). Pero enseguida agrega que la lista no incluye a los que murieron en días posteriores: Lorenzo Brown, una persona de apellido Pacheco, Ferdín Jaén, Emilio Olivardía y Antonio Landazo, quien quedó paralítico muriendo tiempo después.
El gobierno de Rodolfo Chiari, temiendo una sublevación popular, invocó el artículo 136 de la Constitución de 1904 y solicitó al general norteamericano Williams Lassiter el envío de tropas y la ocupación de la ciudad, lo cual se produjo el 12 de octubre. Luego del funeral de Ferdín Jaén (12/10/25), alguna gente se acercó al local de la Liga Inquilinaria y encontró las oficinas allanadas por las tropas de ocupación yanquis. La gente empezó a protestar y allí los norteamericanos lanzaron una represión a bayonetazos contra la gente, asesinando a Julián Camarena y a Damián Cabrera.
Hubo detenciones masivas por parte de las tropas norteamericanas, incluyendo niños de los barrios populares. Y se procedió a la deportación del país de los dirigentes “extranjeros” del movimiento inquilinario. La soldadesca yanqui permaneció en las calles de Panamá hasta el 23 de octubre, cuando se retiraron a la Zona del Canal.
Como es tradicional en la oligarquía panameña, hasta el día de hoy, reconfirmaron la abyecta sumisión a los Estados Unidos a través de una nota de agradecimiento escrita por ministro de relaciones exteriores del gobierno de Chiari, Horacio Alfaro, al Encargado de Negocios de la embajada de Estados Unidos aquí, diciendo entre otras cosas: “En especial, deseo dejar constancia de la manera atinada y correcta con que el señor general Charles H. Martin, su Estado Mayor y los oficiales e individuos de la tropa cumplieron la delicada misión que les fue encomendada, así como la excelente armonía que reinó entre ellos y las autoridades locales, durante todo el tiempo que las fuerzas permanecieron en la ciudad” (30/10/25).
Pese a la represión, la clase trabajadora panameña siguió luchando, de manera que en 1932 realizó una Segunda Huelga Inquilinaria logrando varios de los objetivos propuestos, incluyendo poner a varios de los fundadores del Sindicato General de Trabajadores en puestos de representación popular. Además, la lucha popular puso en jaque al sucesor de Rodolfo Chiari en la presidencia, su títere Florencio Arosemena, el cual fue derrocado por una insurrección dirigida por Acción Comunal en 1931. Moraleja: la persistencia y la lucha dan resultado, aunque demore.
La lucha contra la presencia yanqui en la Zona del Canal fructificó con la derogación del Artículo 136 en el Tratado Arias – Roosevelt de 1936, así como en la insurrección popular de 1964, que obligó a negociar el Tratado Torrijos Carter de 1977, que dispuso la desaparición de la “zona” y el retiro de bases militares a partir del 1 de enero del año 2000.
Así fue hasta que ahora, cien años después, el gobierno oligárquico, corrupto y dictatorial de José R. Mulino firmó el Memorando de Entendimiento con Pete Hegseth restaurando las bases militares norteamericanas a orillas del canal, las mismas que tantas veces han asesinado humildes panameños, como el 20 de Diciembre de 1989.
Educadores, trabajadores de la construcción o del banano, los pueblos originarios del Darién y Bocas del Toro, deben conocer la gesta heroica que sus bisabuelos hicieron defendiendo sus derechos en 1925, y cómo se organizaron en el Sindicato General de Trabajadores y la Liga Inquilinaria, saliendo a luchar pese a la represión impuesta por el gobierno oligárquico y el imperialismo norteamericano.
Para enfrentar con dignidad y valentía las injusticias que suceden en 2025, la clase trabajadora istmeña debe sacar energía y voluntad de su pasado, de gestas como la de 1925, que demuestra los que ya dijera Victoriano Lorenzo: “La pelea es peleando”, y “sin luchas, no hay victorias”.
Bibliografía
Araúz, P. P. (1996). Estudios sobre el Panamá republicano (1903-1989). Panamá: MANFER, S. A.
Cuevas, A. (S/f). El movimiento inquilinario de 1925. Panamá: CELA.
Cuvillier, L. M. (2025). La huelga inquilinaria de 1925. ¿Qué se ha dicho y escrito sobre ella? (C. d. Panamá, Ed.) Revista Panameña de Ciencias Sociales, 9, 137-144. doi://doi.org/10.48204/2710-7531.7107
Franco, H. (1999). Blásquez de Pedro y los orígenes del sindicalismo panameño. En A. d. Panamá, Biblioteca de la Nacionalidad (págs. 189-362). Panamá: ACP