Por Carlos Lucas Arauz
Es curioso como algunos tratan de minimizar el problema del planteamiento de fondo, en este tema del narcocapitalismo, que estamos ante un desarrollo del capital centrado en un tipo especial de mercancía, que es la droga y que este sistema funciona de forma diferente a lo que conocemos del capitalismo moderno, aunque en el fondo, la esencia es la misma: acumulación de riquezas en pequeños grupos, miseria, dolor, violencia y muerte en las mayorías.
No cabe minimizar esta metamorfosis de un brazo o circuito del capital del Siglo XXI, que está pervirtiendo incluso el orden democrático burgués, no solo de países como Afganistán o México, sino de los mismos países consumidores, los más desarrollados como EEUU y algunos de Europa. El poder de este brazo del capitalismo, que va pervirtiendo instituciones, leyes, sistemas judiciales, legislativos y que compra conciencias de diputados, periodistas, policías y hasta nombra presidentes (Uribe en Colombia, por ejemplo), tiende a crecer y a provocar crisis generales, hasta de valores, especialmente en lo tocante a los Derechos Humanos, respeto a la vida, cercena las bases de la salud pública, arrasa a la niñez y juventud. Lo visible es esa crisis en los llamados Estados fallidos, donde el aparato está aparentemente arrinconado e indefenso, pero en realidad, tomado desde adentro por esas mismas fuerzas.
No se ha desarrollado una teoría completa al respecto, pero los argumentos para calificar que estamos ante un estadio “superior” del capitalismo y del capital imperialista, son obvios y empíricos, fácticos:
1. El capital que circula en el mercado de la droga no tiene nacionalidad. Este no es un capital internacional ni regional, ni limitado a determinadas fronteras. Su ámbito supranacional integra como ninguna otra actividad de mercado, las nacionalidades y las formaciones nacionales y Estados diferentes, se mueve en las esferas productivas, distributivas, logísticas, de comunicaciones, inteligencia, control, monitoreo, represión y castigo sin atender fronteras ni leyes locales. Supera todos esos marcos.
2. Este capital basa su ciclo reproductivo en un aparato coercitivo de alto poder de fuego e incidencia, como lo prueban casos tales como las cabezas empaladas hasta de agentes antidrogas en México o las matanzas de nicaragüenses en buses guatemaltecos, el asesinato de personal oficial de EEUU en la frontera mexicana, los genocidios donde incluso las víctimas han sido hasta quemadas vivas, la matanza de policías en Bluefields de Nicaragua, etc. Es un poder esencialmente sanguinario e independiente de ninguna ley o valor humanos.
Éste es un capital, literal y gráficamente, “que viene chorreando lodo y sangre por sus cuatro costados”. Son imposibles los esfuerzos de minimizar estos hechos y este fenómeno.
3. El llamado aquí “narco capitalismo”, es una referencia práctica al circuito económico del capitalismo donde circula la droga y estupefacientes y se materializan sus ganancias en forma de dinero y activos que requieren de un “lavado”, es decir, una re inyección a las otras esferas legales del sistema, tales como el sistema bancario, financiero, bienes raíces y negocios especulativos que incluso se cubren con el ropaje de “inversiones extranjeras”.
Las Naciones Unidas ha definido esfuerzos en ese sentido, pero opinan que “la fiscalización y penalización del blanqueo de ese dinero es parte de las políticas de control de los gobiernos nacionales, pero hasta la fecha los logros en este campo han sido reducidos”. http://www.eclac.cl/publicaciones/xml/1/5621/lcl1431e.pdf 3.
4. La lógica del capitalismo es la maximización de las ganancias y eso incluye, en función de los ciclos recurrentes de crisis, el fortalecimiento de actividades especulativas que de vez en cuando se tornan ellas mismas en las causas de las crisis y no en sus paliativos, como la crisis financiera-hipotecaria en EEUU y Europa. En estas opciones especulativas, la productividad máxima del capital en estos momentos, la garantizan las ganancias extraordinarias obtenidas en el mercado de drogas, donde en un 2×3, aparecen personas, grupos, empresas millonarias de la noche a la mañana.
La situación es clara: una empresa capitalista normal puede tener costos que sean el 80% de sus ventas. Le queda el 20% para disponer de capital para evadir impuestos, sobornar diputados, comprar periodistas. El capital narco puede operar, flojamente, con costos que son el 20% de sus ventas (por los altos precios de mercado). Le queda el 80% para disponer de capital para evadir fiscalizaciones, a los agentes de policía, sobornar diputados, comprar periodistas, jueces, ofrecer aviones para vuelos presidenciales, etc. http://contraste.unitecnologica.edu.co/es/narcotrafico_politica_y_poder. 4.
5. Es una lástima, o una ironía, que algunos ni siquiera se pongan de acuerdo con el discurso del Presidente de República Dominicana, Sr. Fernández, el cual es tan marxista como el Papa es musulmán, que afirmó en abril de este año ante la Asamblea de las Naciones Unidas que el circuito de las drogas constituye un “mercado negro de carácter global, una especie de economía subterránea o sumergida, que se dedica al cultivo, manufactura, distribución y venta”.http://noticias.aol.com/2010/09/24/onu-fernandez-advierte-sobre-estragos-del-narcotrafico/. Ese mercado, señaló, “se rige igual que cualquier otro, por las leyes de la oferta y la demanda, y alcanza la astronómica suma de 400.000 millones de dólares anuales”.
Mercado, global, economía subterránea, manufactura, distribución y venta, no son categorías “marxistas”, pero se refieren en lo fundamental a la existencia de un circuito supranacional del capitalismo en el caso del circuito económico de la droga.
6. Reconocer y señalar triunfalistamente que el narco capital puede penetrar (aunque no con la misma intensidad) a estructuras estatales en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Rusia (supuestos países “socialistas”), sin mencionar a Costa Rica, o hasta el Vaticano, solo refuerza la tesis no sólo de su carácter supranacional, sino suprasistema, pues el capital actúa también por ósmosis, al inicio; no le interesa el carácter o tipo de Estado que se trate, ni de sus discursos, sino qué tan útil pueden ser a su ciclo de reproducción. Todo sistema es permeable a la corrupción, el chantaje, la amenaza, la represión, la tortura y la muerte, la metodología de esta expresión del capitalismo. No hay nadie invulnerable a esta forma de capitalismo, nadie.
Eso, apartando la discusión teórico-práctica de si en Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, hay socialismo. ¿Nos han engatusado las consigas “socialistas” del FSLN y la Sra. Murillo? Pues el FMI, como Trivelli o Callagan no creen que aquí en Nicaragua se esté construyendo el socialismo (al margen que EEUU catalogue de “criminal” y “loco” al presidente de Nicaragua, términos mundiales muy aplicados, por ejemplo, en el caso de su hoy, Ex Presidente Bush).
7. Minimizar y simplificar (diciendo por ejemplo, “El narcotráfico (…) al fin y al cabo solamente es otra actividad comercial que deja dividendos”) el fenómeno del narco capitalismo, es minimizar el peso y la relevancia de otros circuitos en última instancia, financieros como el tráfico de armas y de personas (especialmente la niñez y juventud) al que usualmente este brazo del capital, está relacionado. Y es que al fin y al cabo, no es lo mismo producir, distribuir y vender sorbetes Dos Pinos que cocaína, anfetaminas, marihuana; es seguro que los muertos, secuestrados, mutilados, desmembrados al final de la cadena del sorbete, son menores a los de la cadena de drogas.