Por Orson Mojica

El Kirchnerismo ha sido la corriente peronista que ha mantenido el control del gobierno en los últimos quince años. La llamada era “K” comenzó en el año 2003 cuando Néstor Kirchner se convirtió en presidente (2003-2007) y posteriormente Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015).

El fin de la década de oro

El Kirchnersimo formó parte del auge de los gobiernos populistas de izquierda, que ascendieron al poder por la vía electoral y dominaron la escena política latinoamericana, especialmente en el Cono Sur.

En Centroamérica este ascenso de gobiernos populistas de izquierda se manifestó en el retorno de los sandinistas al poder en el año 207 y en el triunfo electoral del FMLN en El Salvador en el año 2009.

Algunos teóricos despistados llamaron a este fenómeno el ascenso de los gobierno anti neoliberales. Pero no hubo tal combate al neoliberalismo, sino una simple reorganización de las finanzas del Estado. En realidad, bajo este periodo fue cuando las económicas latinoamericanas experimentaron un boom de sus exportaciones de materias primas, debido principalmente a las crecientes necesidades de China, lo que se tradujo en un alto precio de las materias primas. El resultado final fue un superávit de estos gobiernos, que les permitió dirigir algunos recursos a los programas de asistencia social, que a su vez garantizaron una clientela electoral. En este periodo las economías de América Latina, a pesar de la crisis del año 2008, crecieron un promedio del 5% y se calcula que unos 50 millones de personas dejaron de ser pobres. Los gobiernos del ALBA y demás aliados reflejaban esta relativa bonanza de la economía capitalista.

El gobierno que mejor reflejó este fenómeno fue el chavismo en Venezuela. Ahora Venezuela vive una profunda crisis económica, producto del descenso de los precios internacionales del petróleo.

Esta crisis golpea de manera particular al Kirchnerismo, mostrando un agotamiento del modelo populista, polarizando profundamente a la sociedad argentina.

El surgimiento del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT)

En Argentina, desde la caída de la dictadura militar (1976-1982) se han producido varias experiencias de frentes electorales de izquierda. En 1987 se formó la alianza Izquierda Unida (IU) entre el Partido Comunista de Argentina (PCA) y el antiguo Movimiento al Socialismo (MAS), en ese momento el principal partido trotskista de América Latina. Esta alianza electoral obtuvo 400,000 votos en las elecciones de 1989 y logró meter a Luis Zamora como diputado en el Congreso Nacional, el primer diputado de la izquierda.

La crisis del MAS en 1990 contribuyó al dispersión del proyecto unitario de IU en 1991, volviendo a conformarse en el periodo 1997-2005 como una alianza electoral entre el Partido Comunista de Argentina (PCA) y el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), una de las corrientes que surgieron de la atomización y dispersión del antiguo MAS. IU desapreció cuando el PCA decidió formar una alianza muchos más amplia, con sectores empresariales, abandonando criterios de independencia de clase que mantuvo tímidamente durante la existencia de IU. La desaparición de IU fue un duro golpe para el conjunto de la izquierda en Argentina.

Por ello es que, la constitución del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) el 14 de abril del 2011, como una resurrección del proyecto electoral unitario de la izquierda, es considerado como una gran salto hacia adelante. El FIT fue conformado como una alianza electoral de partidos trotskistas, constituido por el Partido Obrero (PO), el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) e Izquierda Socialista (IS), con el objetivo de presentar una alternativa electoral independiente de izquierda de cara a las elecciones presidenciales del 2011, que recientemente acaba de participar en las elecciones de Octubre del año 2015, quedando como cuarta fuerza política a nivel nacional.

Las elecciones internas de las PASO

Argentina es de los pocos países latinoamericanos (En Centroamérica solo Honduras tiene elecciones internas) que aplica un sistema de elecciones internas previas a las elecciones generales, copiando el modelo electoral de Estados Unidos. Las llamadas Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) fueron instauradas a raíz de la publicación de la Ley Electoral del año 2009.

Lejos de instaurar un sistema electoral democrático, las PASO se convirtieron en la guillotina de cerca de 150 partidos minoritarios, golpeando de manera particular a muchos partidos de izquierda. Para poder presentarse a las elecciones generales, los partidos deben someterse a las PASO y sacar al menos el 1.5% de los votos del distrito donde van a presentar candidatos, para poder presentar cantidades presidenciales se requiere el 1,5% del último padrón electoral.

La primera prueba de fuego para el FIT fue superar el obstáculo de las PASO. En las elecciones primarias del año 2011 el FIT obtuvo 520.000 votos.

Resultados electorales del FIT

En las elecciones legislativas de octubre el FIT obtuvo 1.200.000 votos, que le permitieron obtener tres diputados nacionales, 8 legisladores provinciales (que se suman a los dos existentes en Neuquén y Córdoba). La votación en provincia fue significativa. En Salta obtuvo el 20% de los votos, en Mendoza el 14%, en Santa Cruz el 13%, en Jujuy el 11%, en Neuquen el 9,9% y en Córdoba el 7,5%.

Una cantidad significativa de votos pero que siguen siendo minoritarios en relación al conjunto de los votantes. El incremento de votos reflejo un fenómeno de reagrupamiento de la vanguardia sindical y de izquierda, que viene de resistir la feroz embestida neoliberal del Menemismo (1989-1999) y de rechazar los cantos de sirena del Kirchnersimo (2003-2015)

Giro a la derecha y descenso en la votación del FIT

En las elecciones internas de las PASO del mes de agosto del año dos mil quince, el conjunto unto de la izquierda obtuvo una cifra ligeramente superior al millón de votos. Pero en las votaciones de octubre del año dos mil quince, el FIT obtuvo 800.000 votos para Presidente, es decir, bajó 200.000 votos.

En las elecciones legislativas del 2013 el conjunto de la izquierda obtuvo 1.6 Millones de votos. De esa cantidad, 1.2 millones fueron del FIT, el resto lo obtuvieron otros partidos de izquierda.

En las pasadas elecciones generales de Octubre del 2015, Nicolás del Caño, candidato presidencial del FIT obtuvo apenas 812.530 votos que representan el 3.23% de los votos. Esta reducción de votos, es el reflejo de la profunda derechización del electorado en Argentina.

En la primera vuelta electoral, los partidos de derecha obtuvieron el 93% de los votos, divididos así: Daniel Scioli, el candidato oficialista del peronista “Frente para la Victoria”, obtuvo 9.338.449 que representan el 37% de los votos;  Mauricio Macri de la alianza derechista “Cambiemos” obtuvo 8.601.063 votos que representan el 34.15% de los votos; y Sergio Massa de la alianza “Unidos por una Nueva Alternativa” obtuvo 5.386.965 votos que representan el 21,39% de los votos.  

Es indudable que, a diferencia de los años anteriores, en esta ocasión hay un retroceso relativo del FIT ante la evidente derechización del electorado. La crisis del Kirchnersimo no se tradujo en un vuelco masivo del electorado hacia la izquierda, creando corrientes de masas a la izquierda, sino todo lo contrario. Aunque el FIT no redujo sustancialmente su votación, el fenómeno de la derechización se ha impuesto. Y ante los fenómenos objetivos de la lucha de clases no hay nada que hacer que no sea interpretar dichos fenómenos.

¿Tendencia en América Latina?

El próximo 22 de Noviembre se realizará la segunda vuelta electoral que decidirá el futuro de la presidencia en Argentina. La pelea será entre Daniel Scioli y Mauricio Macri, perfilándose este último como un posible ganador si tomamos en cuenta que los votos del centro de Sergio Massa probablemente migren hacia Macri. Aunque en política es difícil hacer pronósticos categóricos, existe una fuerte tendencia de reagrupamiento en torno al derechista Macri, debido al desgaste del modelo económico del Kirchnersimo. Lo determinante es que la clase media ha girado hacia la derecha. Obviamente, desde el PSOCA llamamos al voto nulo en la segunda vuelta electoral.

Lo que ocurra en Argentina tendrá hondas repercusiones en América Latina, porque así como se ha agotado la era dorada del boom de las exportaciones, que permitió el establecimiento de gobiernos populistas de izquierda, ahora tenemos el fenómeno contrario. Lo que ocurra en Argentina es la tendencia que probablemente ocurra en otros países, con las especificidades de cada caso.

La ofensiva de la derecha en Brasil, que ya viene de repetir varios intentos por destituir a la presidente Dilma Rousseff, es una parte del fenómeno que hemos descrito.

¿Cuál es el futuro el FIT?

Es difícil afirmar si estamos ante un retroceso electoral coyuntural o si entramos en un nuevo periodo de reacción democrática. Pero la responsabilidad de los dirigentes y las organizaciones que conforman el FIT es mayor que antes.

Los procesos electorales pueden ser tácticas útiles para difundir el programa revolucionario y agrupar a la vanguardia de los trabajadores, pero también los procesos electorales pueden influir en la degeneración política, y en apartarse del camino de la revolución proletaria.

Más que un frente electoral entre partidos que se reclaman del trotskismo, el FIT debe ser el embrión de un nuevo Partido de los Trabajadores en Argentina. Siempre hemos puesto de ejemplo al Partido Obrero Socialdemócrata Alemán, que fue la fusión entre los primeros grupos marxistas con la corriente reformista de Ferdinand Lasalle, en un periodo de auge capitalista. Este ejemplo nos muestra una referencia que puede ser rescatada. Todos los partidos del FIT se reclaman del trotskismo y solo ellos pueden y deben ponerse de acuerdo para sentar las bases de un Partido de los Trabajadores. Si el FIT no avanza hacia algo mucho más serio y orgánico terminara disolviéndose en la nada, como ocurrió con el Frente Obrero Campesino Estudiantil y Popular (FOCEP) de Perú en 1978-1979. La historia no perdona la repetición de errores.

Hemeroteca

Archivo