Por Orson Mojica

Hay un aspecto de la crisis venezolana que no es percibido por el lector común. El enfrentamiento por el poder tiene como trasfondo el destino de las enormes riquezas petrolera de Venezuela. Hay muchos intereses económicos en juego, por ello la solución de la crisis política no es tan sencilla.

El fin de la bonanza petrolera

Cuando Hugo Chávez fue electo presidente de Venezuela en 1998 el precio del barril de petróleo estaba en 11q dólares. En 1999 pasó a 16 dólares y en 2004 estaba en 32 dólares, en 2008 subieron a 88 dólares, en 2009 descendieron un poco por la crisis financiera internacional, pero en 2011 pasaron a 103 dólares. Entre 1999 y 2014, Venezuela recibió US$960.589 millones. Un promedio de US$56.500 millones anuales durante 17 años (BBC 25/02/2016)

Este fue el periodo de esplendor del chavismo, un gobierno nacionalista que repartió algunos de los beneficios de la renta petrolera ante la inmensa mayoría de la población, algo que los gobiernos anteriores no habían hecho. En casi dos décadas de bonanza, el chavismo utilizó la renta petrolera para consolidar su base social de apoyo. Cada vez que había campaña electoral, el chavismo aceleraba los gastos y con ello el endeudamiento.

Creciente endeudamiento y emisión de bonos

Pero a la par de la bonanza petrolera, el chavismo también inició un periodo de mayor endeudamiento del Estado, abriendo un fabuloso mercado de bonos. El endeudamiento fue justificado en el hecho que el Estado podía pagar cualquier crédito. Entre 1999 y 2011, PDVSA emitió bonos por un valor de  US$54.327 millones de dólares. Pero la emisión de bonos es un negocio fabuloso para los banqueros y organismos financieros, ya que por cada bono que compran deben pagarles determinados intereses.

En la medida en que la estatal PDVSA obtiene menos dólares por la caída de los precios del petróleo, esta se ve obligada a obtener dinero líquido a través de la venta de bonos. Esto no es más que un mecanismo de especulación financiera que tiene, eso si, una base material: las reservas de petróleo y los activos de la propia empresa PDVSA.

En momentos de dificultades financieras, el gobierno de Maduro ha tenido que suscribir créditos ante Rusia y China, pero también ante banqueros de Wall Strett. Venezuela enfrenta compromisos de hasta 2027 por US$92.750 millones para pago de intereses y capital.

En pocas palabras, ante la caída de los precios del petróleo, el gobierno de Maduro ha logrado sostenerse en el poder obteniendo los recursos mínimos a través el endeudamiento y la emisión de bonos. Esto lo permite superar la crisis, la falta de alimentos y medicinas de la mayoría de la población, ni permite superar la alta inflación, pero le da el respiro mínimo para evitar su caída.

La compra de bonos por Goldman Sachs

Mientras la lucha política sigue su curso en las calles de las ciudades de Venezuela, con enfrentamientos contra la Policía, encarcelados, muertos, heridos y presos, las negociaciones de alto nivel con los banqueros y las empresas petroleras transnacionales también sigue su curso.

El gobierno de Maduro, acorralado por una creciente oposición de masas, no tiene otra salida que recurrir a más endeudamiento, y con ello pone en peligro la soberanía nacional de Venezuela que tanto jura defender.  A finales de Mayo se dio a conocer la noticia que el Grupo Goldman Sachs Inc, uno de los más fuertes del mundo, selló una compra de bonos de PDVSA por la cantidad de 2.800 millones de dólares de valor facial. En realidad, Goldman Sachs aportó $ 856 millones en efectivo, pero recibirá $ 3.747 millones en efectivo en 2022. Una ganancia fabulosa de 333% en menos de cinco años.

Julio Borges, presidente de la Asamblea Nacional, criticó la venta de bonos y la calificó de ilegal, ya que conforme la Constitución de 1999, este tipo de transacciones necesita la aprobación del órgano legislativo, y envió cartas a los grupos financieros alertándolos de que: "Tengo la intención de recomendar a cualquier futuro Gobierno democrático en Venezuela a no reconocer ni pagar estos bonos” (Telesur, 30/05/2017)

Quizá ahora se comprenda mejor porque una de las primeras decisiones de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), convocada por Nicolás Maduro, haya sido despojar a la Asamblea Nacional, de sus facultades legislativas, por el control que tiene de ella la oposición derechista.  

Miguel Jaimes, experto en geopolítica petrolera y simpatizante del gobierno de Maduro, justifica el endeudamiento y la venta de bonos con el hecho que “Venezuela ni está quebrada, ni está empeñada, ni está en default. Venezuela paga todas sus deudas y todos los compromisos adquiridos. Ni siquiera el Estado ha apelado a su derecho de refinaciamiento, sino que más bien ha otorgado todos sus pagos de los intereses que ha suscrito en los diversos convenios (…) Tenemos las reservas de petróleo más grandes del mundo, representamos la cuarta reserva mundial de gas y una de las primeras reservas mundiales de oro y diamantes, este es el pasaporte que Venezuela presenta al mundo”. (Telesur, 30/05/2017)

Jaimes no está mintiendo sobre las enormes riquezas naturales de Venezuela, ni sobre el hecho que la venta de bonos es un gran negocio para quienes los comprar, donde miente es en el hecho de justificar el endeudamiento en aras de sostener al moribundo gobierno de Maduro.

La oposición de la administración Trump

Desde mayo, voceros del departamento de Estado de los Estados Unidos expresaron sus inquietudes en relación a la compra de los bonos de PDVSA, por parte de empresas norteamericanas.

El 25 de agosto, la administración de Donald Trump dio un paso más hacia adelante, apretando la tuerca contra el gobierno de Maduro, al firmar una orden ejecutiva que prohíbe a las empresas norteamericanas realizar transacciones financieras con el gobierno de Maduro.

Trump justificó su decisión de esta manera: “La decisión del régimen (de Maduro) de crear una Asamblea Constitucional ilegitima y de contar con una entidad que usurpa los poderes de la Asamblea Nacional democráticamente electa; representa un rompimiento del legítimo orden constitucional de Venezuela (…) Las medidas están cuidadosamente calibradas para negarle a la dictadura de Maduro recursos críticos que financien y mantengan su mandato ilegítimo, para proteger al sistema financiero de Estados Unidos de cualquier complicidad con la corrupción en Venezuela, el empobrecimiento del pueblo venezolano y que permita la asistencia humanitaria”. Y concluye que “Estados Unidos reitera su llamado a que en Venezuela se restaure la democracia, se lleven a cabo elecciones libres y justas, se libere inmediatamente de manera incondicional a todos los prisioneros políticos y se ponga fin a la represión del pueblo venezolano” (Proceso 25/08/2017)

El gobierno de Trump tiene fuertes nexos con las transnacionales petroleras de Estados Unidos, pero en este caso se aprecia una contradicción con el negocio realizado por Goldman Schas. No cabe la menor duda que las transnacionales petroleras no quieren que otros sectores financieros se queden con las ganancias. Con esta jugada, Trump busca dos objetivos. En primer lugar, prepara las condiciones para una mayor injerencia de las empresas petroleras norteamericanas, especialmente de la Esso Estándar Oil. En segundo lugar, busca arreciar las presiones sobre el gobierno de Maduro, para obligarle a realizar una transición democrática, con la participación de aliados o agentes que garanticen los intereses de las empresas norteamericanas.

Con las sanciones financieras, Trump está prohibiendo la reestructuración o emisión de nueva deuda por parte de PDVSA, aunque esta empresa había llegado ya a sus límites de máximo endeudamiento. Mientras tanto, Estados Unidos continúa comprando el petróleo venezolano, pagando en efectivo, y este dinero va obviamente a las arcas del gobierno de Maduro.

La tenaza del imperialismo norteamericano

El imperialismo norteamericano está actuando con una enorme tenaza, que tiene dos lados. Por un lado, está el sector duro, representado por Trump, que ataca verbalmente y en los hechos al gobierno de Maduro. Pero esta también el otro lado, más moderado, representado por el vicepresidente Mike Pence. No son dos sectores antagónicos, sino la división del trabajo contra el gobierno de Maduro. El ala dura de Trump crea condiciones para una negociación que teje el ala moderada de Pence, quien, en su última gira por países de América Latina, buscó como construir un consenso regional contra el gobierno de Maduro.

Trump amenazó con una salida militar en Venezuela, pero fue antes del viaje de Pence. Por si caben dudas sobre cuál es la política real del imperialismo, el almirante Kurt Tidd, Jefe del Comando Sur de Estados Unidos, declaró recientemente que "la mejor solución para los problemas en Venezuela es lo que todos los países han reconocido, que es la opción diplomática, una solución regional para un problema regional". (El universal, 25/08/2017)

Steven Mnuchin, secretario del Tesoro de Estados Unidos, aclaró que las sanciones financieras “no pretende cambiar el liderazgo de Venezuela "per se", sino que intenta "restaurar el proceso democrático y el Estado de Derecho".(El universal, 25/08/2017)

La repuesta del gobierno de Maduro

Ante las sanciones financieras de Trump, el gobierno de Maduro llamó a una reunión urgente a los tenedores de bonos de PDVSA. Según las estadísticas oficiales, el 62% de los tenedores de bonos son estadounidenses, y el 12 % británicos.

En un discurso, Maduro dijo que “la revolución tiene capacidad económica, tiene capacidad financiera y Venezuela tiene capacidad económica y poder financiero, no serán cuatro imperialistas los que puedan con nosotros ni hoy ni nunca" (EFE, 25/08/2017)

A pesar de las bravuconadas de Maduro, hay un hecho real: la crisis venezolana ha permitido un fabuloso negocio de emisión de bonos, que implicó el pago de 65,000 millones de dólares en los últimos 24 meses, según declaraciones del propio Maduro.

Los trabajadores al frente

La situación se complica cada día que pasa. El bloqueo a ciertas transacciones financieras se hará sentir en los próximos meses. Los sindicatos y los trabajadores venezolanos deben ponerse al frente de la lucha, rechazando los chantajes del imperialismo, y destinando los escasos recursos para satisfacer las necesidades vitales de la población, especialmente de los más pobres.

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