Europa


Por Leonardo Ixim

Un otoño caliente regalo de Vladimir Putin, así ha sido calificado por columnistas de diarios burgueses europeos el clima de tensión entre Rusia y occidente; todo esto debido a los constantes movimientos de tropas rusas, sobre todo en el Mar Báltico, y de la OTAN a causa del conflicto en Ucrania, situación que culminó con la salida intempestiva de Putin de la cumbre del maltrecho G-20 en Brisbane Australia.

De esta forma el naciente imperialismo ruso busca pararse ante los agravios de EU y Europa, tras la disolución de la URSS y el culmen del retorno capitalista, al cercenarla de sus cordones de seguridad garantizados con la victoria soviética en la segunda guerra mundial, asegurados tras los acuerdos de Helsinki en 1971 y la Ostpolitik alemana de Willy Brant.

In situ en Ucrania

Después del derrocamiento de Yanukóvich, la instauración de un gobierno provisional primero dirigido por el todavía primer ministro Arseni Yarseniuk, las posteriores elecciones presidenciales que ganó el oligarca Piotr Poroshenko y la reciente elección para la Rada Suprema (parlamento), el partido del primer ministro consigue levemente la mayoría sobre el del presidente, en tercer lugar quedan los partidarios de Yanukóvich y muy abajo quedan otros grupos conservadores, como el de la ex primera ministra Yulia Timoshenko y una expresión de extrema derecha; afuera quedaron otros partidos abiertamente nazis.

Tal situación refleja que tras los incidentes del Maidan -la revuelta que derrocó a Yanukóvich- y el ascenso de lo que la prensa occidental denomina partidos pro europeos, el descontento entre los mismos sectores partidarios de las protestas (profesionales, capas medias, campesinos) que visualizaron el ingreso a la Unión Europea y a la OTAN como salida a la crisis que dejó el derrocado gobierno, ahora muestran su desconcierto, sobre todo por las políticas de ajuste implementadas por Poroshenko, las promesas vacías de parte de la UE por 70 millones de euros, que junto al FMI exigen más recortes sociales, al grado que el número de votantes de esta elección fue menor que en las presidenciales. Pese a todo, la población ucraniana del oeste, culturalmente más cercana a Europa, sigue considerando mejor el neoliberalismo rapaz de Bruselas que el autoritarismo estilo Putin.

A la par del Maidan, estalló la guerra en la región este, Donestk y Lugansk, desangrando al país, provocando 500 mil desplazados y una cantidad elevada de muertos y heridos. Recordemos que la población de estas provincias cercanas culturalmente a Rusia, proclamaron sus propias Repúblicas Populares, hoy denominada Novorrosija en un fuerte movimiento de masas conformado por una buena parte del proletariado ucraniano, pues son regiones industriales que aportan el 16 % del PIB, imponiendo a líderes que responden tanto a la presión de masas como a los intereses de Moscú

En este escenario Ucrania se encuentra endeudada tanto con Alemania como con Rusia. La no celebración de elecciones en estas autoproclamadas repúblicas y la realización de otras que revalidaron a los actuales dirigentes de RPD y la RPL, ha puesto en crisis al gobierno de Kiev. Estados Unidos por su parte trata por todos los medios evitar que se repita lo de Crimea o algo parecido en el este ucraniano, con el único fin estratégico de lograr aislar a Rusia.

Berlín, aunque aliado a EU y copartícipe de las sanciones que han dañado la economía rusa, tiene sus límites en cuanto a la presión que puede ejercer sobre Rusia, tanto por su dependencia del gas y del mercado ruso para sus empresas, como por sus horizontes futuros a partir de la ruta de la seda del siglo XXI y la creación de una hipotético eje Beigin-Berlin-Moscú, algo que por supuesto asusta a la oligarquía transatlántica y a las plazas financieras de Wall Street y de la City de Londres, que buscan fortalecer al Dólar y debilitar la competitividad de las empresas alemanas.

Además con la participación del SPD en la gran coalición junto a la canciller Angela Merkel y su partido la CSU, estarían por revitalizarse la Ostpolitik y junto a Putin, han presionado tanto a Kiev como a los independentistas del este, vía el acuerdo de Minsk, a un cese al fuego. Situación constantemente violada, sobre todo por el ejército ucraniano, que en su operación denominada antiterrorista apoyada por los servicios secretos gringos, operativizada por batallones de la Guardia Nacional conformados por muchos militantes nazis, han martirizado a la población rusa ucraniana.

El conflicto parece estar en un punto muerto; en la capital de la RPD la ciudad de Donestk situada en el frente de batalla, el aeropuerto y el popular club de fútbol Donestk FC, son los puntos disputados. Más al sur el puerto de Mariupól, en el Mar Negro, sigue controlado por los ucranianos, dándose una constante represión por elementos fachas a los militantes independentistas. En ese escenario, al interior de las milicias independentistas ha habido desavenencias entre los partidarios de la cautela utilitaria de Moscú y los que se oponen a la federalización -argumento presentado por Rusia como salida, el cual pierde cada vez más fuerza- y apoyan la independencia total, donde el escenario de inclusión a Rusia no está totalmente dado.

Posiblemente Rusia le apostaría a una dejar en el limbo a Novorossiya tal como las regiones de Alto Karabaj en Azerbaijan o de Transdstier en Moldavia, eso debido a las victorias militares de los independentistas logrando detener el avance de las tropas ucranianas. En caso de que Ucrania aceptara su retirada militar, algo que ya mencionó públicamente el ex premier soviético Gorvachov, occidente no reconociera a estas repúblicas tal como el caso de Abjasia y Ossetia del Sur, calificándolo de ilegal como el caso de Crimea.

La geopolítica y pleitos comerciales

En el plano comercial también se juegan las fichas y pese a las sanciones europeas sobre Rusia, ésta le apostaría a un acuerdo comercial y en materia de seguridad entre la UE y la recién creada Unión Eurasiática convertida en unión aduanera. Esto mientras que en el Atlántico se sigue negociando el tratado de libre comercio entre EU y la UE, el cual muchos sectores empresariales, sindicales y de la sociedad civil europea han rechazado, sobre todo en materia de flexibilización de regulaciones socioambientales y de la creación de tribunales privados al servicio de las trasnacionales que pasarían sobre las políticas y legislaciones internas. Tal situación llegó al grado de que Francois Hollande anunció que Francia ve con recelo muchos puntos de estas negociaciones.

Francia por su parte mantiene una política independiente en la región del Levante, sobre todo apoyando a Turquía y su infame colaboración con la banda criminal salafista del Daesh, el cual solo ha sido detenido por la heroica resistencia de las y los combatientes kurdos sirios del YPG cercanos al izquierdista y guerrillero PKK que opera en Turquía. Por su parte los bombardeos gringos contra las posiciones islamistas poco han ayudado al YPG, fortaleciendo el accionar del ejército sirio que combate al descompuesto ELS, controlado por facciones moderadas sunnitas que ha canalizado la rebelión siria a sus intereses, logrando legitimar en la población a la dictadura de Bashar Al-Assad.

Por otro lado la política exterior estadunidense es pragmática por naturaleza, pues por un lado fortalece la cooperación militar con Japón y Corea del Sur, busca un acuerdo de libre comercio con todos los países miembros de la APEC excluyendo a China, pero por el otro trata de llegar acuerdos en lo que respecta al tema ambiental y de respeto a las inversiones con Beigin. China por su parte a pesar de ser rival de EU en el pacifico, le apuesta a seguir manteniendo sus vínculos comerciales con EU.

China además colabora en la tensión por sus constantes ejercicios militares en el Mar de China, afectando sus relaciones con sus vecinos al sur, pero a la vez propuso en la pasada cumbre de la APEC en su capital, otro tratado de libre comercio (FTAAP) con todas las naciones miembros de ese organismo. Este FTAAP es más atractivo para éstas que la propuesta de EU, por la pujanza de la economía china, pese a su relentización, al grado de firmar ya un acuerdo de este tipo con Australia y mantener pláticas similares con Japón, hoy en situación de recesión. Así como la creación de un banco regional asiático de inversiones con un monto de 50 mil millones de dólares

Por tanto, en la cumbre de Beigin como en la Brisbane del G-20, Rusia y China refrendan el acuerdo de comercialización de gas, firmado hace unos meses entre Xi Jimping y Putin, por el cual Rusia provee a Chica 30 millones de metros cúbicos por año por un valor de 320 millones de euros. Además de acordar que tales intercambios se realizarán en las monedas de ambas naciones. La cumbre del G-20 demostró además las diferencias entre las naciones industrializadas y el Brics, que exigen una reforma a la manera en que se toman las decisiones en el FMI. El Brics por su parte creó un banco de inversiones y un fondo de reserva de divisas que dista mucho de ser alternativa al FMI y al BM. El Brics no es ninguna alternativa anti-capitalista, pero si un competidor al imperialismo hegemónico, pese a que sigue siendo dependiendo tecnológicamente de EU, Japón y Europa.

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