Otro ataque de Trump contra los trabajadores centroamericanos
En un nuevo ataque virulento contra los trabajadores de los países del Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, El Salvador y Honduras), Donald Trump, presidente del imperialismo estadounidense, amenazó con suspender la ayuda a estas naciones, argumentando que no estaban deteniendo la inmigración ilegal, y puso en duda la amistad de estos gobiernos con Estados Unidos. Pero, en realidad, detrás de esas declaraciones, está otro duro ataque contra los trabajadores centroamericanos migrantes.
En una visita al Centro Nacional de Entrenamiento de Seguridad Fronteriza en Virginia, el 2 de febrero, anunció que tomaría duras medidas contra países que han recibido millones de dólares en ayuda para combatir el narcotráfico y la inmigración ilegal, ya que no han sido capaces de frenarlo. Entre otros países, mencionó a Guatemala, El Salvador, Honduras y México. Trump afirmó: “Quiero detener la ayuda si estos países no pueden evitar que entren las drogas, porque ellos pueden detenerlos mucho más fácilmente que nosotros…Estos países dicen ‘oh, no podemos controlarlo’. Oh genial…así que les damos miles y miles de millones de dólares y no hacen lo que se supone que deben hacer, y ellos lo saben…Les enviamos ayuda masiva y están vertiendo drogas en nuestro país y se están riendo de nosotros…Estos países no son nuestros amigos, ¿sabes?” (Prensa Libre 3/02/18). Habló también de imponer sanciones, en forma de aranceles, a los países que no acepten a sus ciudadanos deportados por Estados Unidos (Mundo, 3 /02/18).
En su exabrupto, Trump llegó a identificar a los trabajadores migrantes de Centroamérica y México con los mareros de la MS-13 y criminales. Las declaraciones del mandatario gringo coincidieron con el inicio de la gira por algunos países de América Latina de su Secretario de Estado Rex Tillerson, que discutirá precisamente, temas de seguridad y narcotráfico, suavizando diplomáticamente el discurso ofensivo de su superior y contando con la sumisión servil de los presidentes que lo recibirán.
Las declaraciones de Trump amenazaron con poner fin a la colaboración económica en el marco del CARSI y del Plan de Alianza para la Prosperidad (PAP). Y comenzó la tembladera de los gobiernos del Triángulo Norte. El gobierno hondureño publicó un mensaje diciendo que con y sin ayuda externa seguirá “combatiendo, de manera autónoma, el narcotráfico, el crimen organizado y el terrorismo porque así conviene a los intereses del Estado de Honduras, y en especial, a su ciudadanía”…”El gobierno de Honduras considera al pueblo norteamericano un pueblo amigo y expresa su continua y mejor disposición para trabajar en temas de interés mutuo, pare el bienestar de ambos países” (El Economista 8/02/18).
La embajada de Estados Unidos en El Salvador trató de suavizar el discurso de Trump haciendo énfasis en el trabajo conjunto de ambos países en la lucha contra el narcotráfico (Idem). El presidente guatemalteco Jimmy Morales tuvo un breve encuentro en Washington el 8 de febrero con Trump y luego con Tillerson, y, haciendo gala de sumisión y servilismo, no mencionó una sola palabra sobre el discurso insultante del mandatario gringo.
Las amenazas de Trump de cortar el financiamiento para el combate al narcotráfico sin duda violarían acuerdos de cooperación que datan de años atrás, y el trasfondo es apretar la tuerca a los gobiernos el área para que acepten las medidas antimigratorias, como la suspensión del TPS, la deportación de centroamericanos pertenecientes a pandillas en Estados Unidos y la reducción del DACA. La Casa Blanca envió una propuesta al Congreso en la que ofrece 1.8 millones de ciudadanías para jóvenes que ingresaron al país de forma ilegal cuando eran niños, pero a cambio exige más presupuesto para construir un muro fronterizo, el final de la lotería de visas y otras medidas. Trump pretende que las primeras bases de ese muro invisible sean los mismos gobiernos centroamericanos, quienes se encarguen de evitar que sus ciudadanos busquen una mejor vida en Estados Unidos.
La ofensiva de la administración Trump contra los migrantes centroamericanos, agravará la situación crítica de las economías de la región, que han llegado a depender en buena medida de las remesas que envían los trabajadores a sus familias; nuestros países, colonizados y explotados por el imperialismo norteamericano, ya no tienen la capacidad para absorber la gran cantidad de mano de obra que migró precisamente por falta de oportunidades. La prepotencia del imperialismo gringo es tal que, tras hundir nuestras economías, aún pretende mantenernos prisioneros en nuestros propios países, sin oportunidades de buscar mejores empleos y salarios.
Frente al servilismo y la impotencia de los gobiernos de la región, proponemos una unidad de acción entre los sindicatos estadounidenses y los sindicatos, centrales obreras y trabajadores organizados de Centroamérica, para defender el derecho de nuestros hermanos trabajadores migrantes a tener trabajos decentes y legalidad en Estados Unidos.