Se avecina otro peligroso huracán
Centroamérica, por su ubicación geográfica, es una zona golpeada por los fenómenos naturales. Recientemente, el huracán “Julia”, de categoría 1, azotó una buena parte de Centroamérica, con una estela de muertos y daños materiales. Cada año ocurre lo mismo, aunque la letalidad de los huracanes ha aumentado por el calentamiento global, ese cambio climático acelerado por la depredación capitalista, que amenaza día a día la existencia de la humanidad.
Pero en esta ocasión no nos vamos a referir al clima tropical, sino al agitado clima de negocios mundial que anuncia una inevitable crisis económica y financiera, una recesión con inflación, una crisis mundial mucho más grave que la ocurrida en el 2008.
Muchas personas, desorientadas por los grandes medios de comunicación en Estados Unidos y Europa, creen que la actual crisis económica y los altísimos niveles de inflación se deben a la pandemia de covid-19 y a la guerra en Ucrania. El conflicto militar entre Rusia y el gobierno de Zelensky, apoyado económicamente y militarmente por Estados Unidos y los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), amenaza convertirse en una larga y costosa guerra, que agravará la crisis económica mundial. Es cierto que la guerra en Ucrania ha acentuado la crisis económica y la inflación, pero este es solo uno de los tantos factores que inciden en la crisis económica mundial. Desde hace varios meses, antes del inicio de la guerra en Ucrania, los mercados financieros globales han mostrado inestabilidad y una tendencia a la baja de las acciones de las grandes multinacionales.
Estados Unidos y Europa, para contener la resurrección del Rusia como un poderoso imperialismo con armas modernas y el ascenso de China como primera potencia económica, adoptaron un conjunto de sanciones económicas contra Rusia que, lejos de doblegar a Rusia o atemorizar a China, han creado un corto circuito en la economía mundial, altamente interdependiente.
Las sanciones contra el petróleo y gas ruso, no solo han proporcionado más ingresos a Rusia, sino que han colocado a la industria europea en una desventaja competitiva, que obliga a cerrar empresas, favoreciendo a la industria norteamericana, además de dejar los europeos sin el vital petróleo y gas proveniente de Rusia. Sin el gas ruso, habrá mucho frio en Europa este próximo invierno. El gas que venden las empresas norteamericanas en Europa es poquísimo y se cotiza a precios altísimos. Ya hay síntomas de una grave crisis económica en todos los países de la UE. Y con ello, se esta produciendo un nuevo fenómeno político: la crisis y decadencia de los reformistas partidos socialdemócratas y el ascenso de una nueva ultra derecha en España, Italia y Francia, para citar los casos más relevantes.
Recientemente, Joseph Borrel, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, reconoció que “(…) Una parte importante de nuestra prosperidad (europea) se ha construido en torno a la energía barata que venía de Rusia y de las oportunidades de negocio con China (…)” (El País, 11/10/2022).
Este mea culpa de Borrell está acompañado de cierta moderación en los discursos sobre la guerra en Ucrania. Ya hay división y desesperación entre los gobiernos de Europa. Hay escasez de petróleo en el mundo. Los países de la OPEP ven la oportunidad de obtener más ingresos, y se niegan a aumentar drásticamente la producción de petróleo, como Joe Biden le ha suplicado a Arabia Saudita. Los tradicionales aliados de Estados Unidos se le rebelan, ante la inminente recesión mundial.
Los negros nubarrones se siguen acumulando en el horizonte. Pierre-Olivier Gourinchas, economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), ha declarado que "lo peor está por venir y para muchas personas 2023 se sentirá como una recesión". (BBC 11/10/2022)
Para el FMI la economía mundial crecerá este año 3,2% pero en 2023 crecerá solo 2,7%. El próximo año, Estados Unidos crecerá un 1% y Europa solo un 0.5%. América Latina crecerá 3,5% este año y apenas 1,7% en 2023. Obviamente, el FMI procura no asustar a los capitalistas, pero es claro que se avecina un huracán con recesión mundial e inflación, que golpeara duramente a los países de Centroamérica, altamente dependientes del mercado norteamericano.
El peligro es más que evidente. Los sindicatos, las organizaciones populares, debemos prepararnos para luchar, única forma de sobrevivir al desastroso huracán económico que azotará nuestros bolsillos y que amenazará la existencia de nuestras familias.