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HONDURAS.- La encrucijada del gobierno de Xiomara Castro: avanzar o perecer.

Honduras es un polvorín a punto de explotar. Un país saqueado por las políticas neoliberales, con altas tasas de miseria, desempleo, subempleo y desnutrición. Ya no es un país autosuficiente. El 35% del PIB de Honduras proviene de las remesas familiares, es decir, un tercio de los ingresos vienen del sacrificio de decenas de miles de hondureños que han emigrado a Estados Unidos.

El ascenso de Xiomara Castro y del partido LIBRE al gobierno detuvo la caída estrepitosa en el abismo, y creó ilusiones en las masas populares de que la situación de Honduras podría mejorar. En 12 años de gobierno del Partido Nacional, Juan Orlando Hernandez (JOH) construyó una dictadura que entregó las finanzas del Estado y las riquezas del país a la oligarquía financiera y a las empresas transnacionales.

A pesar de la extrema moderación del gobierno “progresista” de Xiomara Castro, las tímidas reformas que ha impulsado, como el proyecto de la Ley de Justicia Tributaria, se han topado con una cada vez más férrea resistencia en el Congreso Nacional. A mitad del periodo presidencial de Xiomara Castro, el debate ha dejado de ser una lucha parlamentaria, para convertirse en una batalla por ganarse a la opinión pública, trasladando la pelea a las calles.

La alianza electoral que ganó las elecciones en 2021, se ha resquebrajado. El díscolo Salvador Nasralla, a pesar de ostentar el cargo de primer designado presidencial (vicepresidencia), pretende convertirse en el eje aglutinante de la oposición, --desplazando al cadáver del Partido Liberal--, la que presiona cada vez más para atar de pies y manos al gobierno de Xiomara Castro. No es extraño, pues, que Nasralla y sus diputados del PSH, al igual que los liberales, repiten el mismo discurso de los dirigentes del Partido Nacional.

Aunque el expresidente Juan Orlando Hernandez (JOH) está siendo actualmente procesado por narcotráfico en Estados Unidos, las fuerzas reaccionarias agrupadas en el Partido Nacional redoblan esfuerzos para recuperarse de la derrota que sufrieron en las elecciones del 2021.

Mientras crece la polarización y la confrontación política, las masas populares comienzan a perder la paciencia. Muchas de las tímidas reformas propuestas por Xiomara Castro y del partido LIBRE no se han podido materializar. En política, las buenas intenciones y palabras no valen, lo que valen son los hechos. Este descontento social pretende ser aprovechado por las fuerzas de la reacción, las que se encuentran envalentonadas fijando sus objetivos en maniatar al gobierno de Xiomara Castro, para estarle base social, de cara al proceso electoral del 2025.

Y la historia parece volver a repetirse. Las mismas oscuras fuerzas que propiciaron el derrocamiento de Mel Zelaya en 2009, son las mismas que han comenzado a levantar nuevamente la cabeza, saliendo a las calles a protestar por la caótica situación de Honduras. Las iglesias evangélicas, los “camisetas blancas” de la llamada “sociedad civil”, etc., tratan de explotar al máximo el hecho de que el gobierno de Xiomara Castro no ha podido cumplir muchas de sus promesas. Incluso, hemos leído con asombro los llamados a las Fuerzas Armadas para desobedecer las órdenes del gobierno de Xiomara Castro, a quien acusan de corrupción y nepotismo.

Esta campaña de desprestigio encierra un doble objetivo. En primer lugar, debilitar al máximo y restar base electoral al partido LIBRE y, en segundo lugar, si la situación continúa complicándose, crear la justificación para un nuevo golpe de Estado, como en 2009.

Sin lugar a dudas, el gobierno de Xiomara Castro y el partido LIBRE se encuentran en una encrucijada: o cambian el actual sistema, que los tiene con las manos amarradas, o pueden sufrir una derrota catastrófica en el futuro inmediato, por la vía de la sustitución constitucional, golpe de Estado o derrota en las próximas elecciones.

Parece un círculo vicioso, pero no lo es. Si el gobierno de Xiomara Castro y el partido LIBRE no logran movilizar a la mayoría de la población, para cambiar el statu quo, disolver el actual sistema político, y satisfacer las necesidades más elementales, como empleo, salarios dignos, seguridad en los barrios, etc, las fuerzas de la reacción continuaran creciendo y explotando el descontento social, preparando el terreno para el golpe final o tiro de gracia.

Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llamamos a los grupos de izquierda, incluidos quienes así se reclaman dentro de LIBRE, para trabajar en unidad de acción para que se cumplan las promesas electorales del 2021, y crear condiciones para la “refundación”, no reformando tímidamente al sistema actual, sino cambiándolo radicalmente, a través de una Asamblea Nacional Constituyente, libre y soberana. La historia es implacable, la suerte está echada.

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