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Desenmascarando mitos sobre la reelección de Nayib Bukele

El resultado preliminar de las votaciones del pasado 4 de febrero, en El Salvador, confirman la reelección de Nayib Bukele. A pesar de que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) no había emitido un pronunciamiento oficial, Bukele, eufórico, pronunció un histórico discurso triunfalista.

Henchido de la emoción, Bukele necesitaba electrizar el corazón de sus seguidores. En la parte medular de su discurso, dijo: “El Salvador ha vuelto a hacer historia. En el 2019 vencimos el bipartidismo que nos tenía sometidos y pasamos la página a la posguerra. Pero no teníamos gobernabilidad, recuerden cómo peleábamos con la Asamblea. En el 2021 ustedes nos dieron no una mayoría simple, sino la mayoría calificada en la Asamblea Legislativa, con la que pudimos sacar a la Sala de la Constitucional anterior, sacar al fiscal general anterior, aprobar lo que necesitábamos para el plan de control territorial y en marzo de 2022 aprobar el régimen de excepción”

“(…) No solo hemos ganado la presidencia de la República por segunda vez con más del 85% de los votos, sino que hemos ganado la Asamblea Legislativa con 58 de 60 diputados”. “Este día se ha roto todos los récords de todas las democracias del mundo. Sería la primera vez que exista un partido único en un sistema plenamente democrático. Toda la oposición junta quedó pulverizada”.

Sus seguidores estaban felices. Burlando la Constitución, Bukele había logrado imponer la reelección, ratificada por 2.701.725 votos, una cifra que casi duplica la cantidad de 1.434, 856 votos obtenida en el año 2019. Sin lugar a dudas, un enorme triunfo político, una votación importante.

El discurso triunfalista de Bukele contrasta con el silencio inicial y la posterior cautela del TSE. Todavía no hay datos oficiales sobre la elección de diputados, solo de la elección presidencial. Y es que, si comenzamos a revisar los datos oficiales sobre el padrón electoral, nos percatemos que hubo una enorme abstención, como en 2019.

Según el TSE para el año 2024 estaban habilitados para votar 6.214,399 personas. En 2019 voto un 51% del padrón electoral, pero en 2024 votó solamente el 52%, manteniéndose la abstención a niveles muy altos. La mitad de la población salvadoreña no vota.

Bukele aumentó, en relación al conjunto del padrón electoral, el respaldo político de 21% en 2019 a un 43% en 2024. Un aumento significativo pero que, al mismo tiempo, nos indica que más de la mitad de la población no confía en su gestión. Entonces, debemos relativizar el éxtasis de Bukele. Debemos aclarar que Bukele ganó con un 85% de los votos válidos, con un 52% de abstención y con apenas el 43% del padrón electoral. Bukele no tiene a la mayoría del país a su lado.

Pero la sorpresa se produjo en la elección de diputados a la Asamblea Legislativa. Bukele anunció falsamente que había ganado 58 de los 60 diputados, pero los datos preliminares indican que no fue así. Todavía no podemos saber que fue lo que realmente ocurrió, porque -- al mejor estilo de los fraudes electorales en Honduras en la poca de Juan Orlando Hernandez-- se cayó el sistema de cómputo, y se tuvo que proceder al conteo manual de los votos. Todavía no hay datos oficiales.

Bukele sabía que con todas sus maniobras políticas, tenía garantizada la reelección, guardada celosamente en la bolsa del pantalón, pero en sus discursos de campaña le dio especial importancia al control absoluto de la Asamblea Legislativa, la única que puede legalmente reformar la Constitución, imponer la reelección indefinida y proceder a reorganizar el Estado.

Bukele insistió mucho en que “con tan solo un diputado menos pondremos en riesgo la guerra contra las pandillas". En pocas palabras, Bukele dijo que nada le serviría ser reelecto sino controla totalmente las diputaciones de la Asamblea Legislativa.

Es muy probable que, en el conteo manual, con partidos políticos “pulverizados” y sometidos al nuevo marco electoral, Bukele obtenga la mayor cantidad de diputados. Lo que está en juego es si mantendrá la mayoría absoluta.

La sorpresa más agradable para nosotros fue que la población salvadoreña, aunque aceptó la reelección de Bukele, no le emitió un cheque en blanco, lo que indica algún grado de desconfianza hacia su poder absoluto, y para nosotros representa el inicio de una resistencia contra la instalación de una nueva dictadura, por el momento cívica, pero que más adelante puede ser exclusivamente de los militares.

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