El gobierno de Trump refleja una oligarquía de multimillonarios
Después de las elecciones de noviembre del 2024, estamos viviendo y presenciado un periodo de acelerados cambios en la correlación de fuerzas al interior de Estados Unidos, con inmediatas consecuencias en el frágil equilibrio entre las potencias a nivel mundial.
Hace cuatro años cuando Trump abandonaba la Casa Blanca y Joe Biden entraba en ella, muchos creyeron que el fenómeno que representaba Trump había terminado felizmente. Nosotros mantuvimos un punto de vista diferente. En ese momento, analizamos que “(…) el fenómeno de racismo y neofascismo continuará en la medida que la administración de Joe Biden no podrá resolver la crisis, ni devolver la prosperidad a Estados Unidos. El Trumpismo es la antesala del nuevo fascismo, que expresa la desesperación de las masas ante la crisis. Aunque Trump no esté al frente, el fenómeno continuará, bajo nuevas formas y nuevos sujetos, hasta que los trabajadores norteamericanos logren frenar la crisis capitalista” (El Socialista Centroamericano No 321, enero de 2021).
Lamentablemente, nuestro pronostico se ha cumplido casi en su totalidad, excepto que los trabajadores blancos, sin estudios, que han perdido sus empleos y altos salarios, lejos de combatir a Trump, le han apoyado masivamente.
Trump logró arrollar a Kamala Harris, candidata de Partido Demócrata, porque bajo la administración Biden los trabajadores y las masas norteamericanos sintieron un terrible empeoramiento de sus condiciones de vida y de trabajo, debido fundamentalmente a la elevada inflación, reflejo directo de la crisis mundial del capitalismo.
El fenómeno del descontento social continuó, no con nuevos sujetos, sino con el mismo sujeto llamado Donald Trump, quien encabezó la oposición al gobierno de Biden y en ese proceso de resistencia terminó controlando casi totalmente al Partido Republicano. Trump ha regresado triunfalmente a la Casa Blanca, con enormes expectativas de cambio entre las masas norteamericanas.
Contradictoriamente, Trump, un multimillonario mafioso, que hizo su fortuna en negocios turbios, se presenta como el adalid de los trabajadores blancos que han perdido sus empleos y sus altos salarios.
Es poco probable que un multimillonario mafioso como Donald Trump sienta o se identifique con las necesidades de los trabajadores, cuyos salarios no les alcanza para comer y pagar la renta. Lo que si debemos reconocerle a Trump es esa habilidad tremenda para engañar y manipular a sus seguidores, con un discurso populista e imperialista.
Uno de los grandes cambios que se aprecian en Estados Unidos es la composición social del nuevo gobierno, compuesto en su mayoría por millonarios, multimillonarios o gerentes de las grandes transnacionales.
Sobresale el magnate Elon Musk, principal accionista Tesla, quien, junto a otro multimillonario, Vivek Ramaswamy, encabezaran el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), encargado de aplicar la motosierra y un plan de ajustes contra los trabajadores estatales. Doug Burgum, otro multimillonario, será Secretario del Interior. Scott Bessent, un millonario que hizo su fortuna en los mercados financieros, será el Secretario del Tesoro.
Howard Lutnick, gerente principal de Cantor Fitzgerald, será el Secretario del Departamento de Comercio. Y así podríamos continuar la lista de grandes empresarios dentro del gobierno de Trump. Un sabio refrán popular nos alerta: “dime con quien andas y te diré quién eres”.
El gobierno de Trump, compuesto por multimillonarios, es una ruptura con los fundadores de Estados Unidos que siempre rechazaron a las oligarquías. Ahora las masas norteamericanas ven con beneplácito a estos millonarios, creyendo falsamente que le devolverán la grandeza a Estados Unidos. Será todo lo contrario: estos multimillonarios harán un festín con el presupuesto federal y utilizarán sus cargos para proteger a las empresas del círculo gobernante.
Parte de este proceso, es que los gigantes tecnológicos (Meta, Microsoft, Google y Amazon), solo para citar a los más importantes, se arrodillaron ante Trump antes de que asumiera la presidencia este 21 de enero del 2025.
El propio Joe Biden, en su discurso de despedida, como si no forma parte del mismo stabilishment, alertó que “(…) Hoy en día, se está formando en Estados Unidos una oligarquía de extrema riqueza, poder e influencia que realmente amenaza toda nuestra democracia, nuestros derechos básicos y nuestra libertad y una oportunidad justa para que todos salgan adelante (…) Estoy igualmente preocupado por el posible surgimiento de un complejo tecnológico-industrial que también podría representar peligros reales para nuestro país (…)”
Efectivamente, esa oligarquía de multimillonarios es la que ahora gobierna directamente en Estados Unidos, sin necesidad de fuerzas políticas intermediarias. Lo que ocurra en Estados Unidos tendrá repercusiones inmediatas en el resto del mundo. Hay que prepararse para intensificar la lucha antiimperialista.