Por Juan Castel
En puño y letra de León Trotsky: “Si un partido burgués fuese a derrocar a la casta soviética gobernante, encontraría un número no pequeño de sirvientes entre los actuales burócratas, administradores, técnicos, directores, secretarios del partido y en general, en los altos círculos privilegiados. Una purga del aparato estatal seria, por supuesto, necesario en este caso también. Pero, una restauración burguesa probablemente tendría que destituir a menos gente que un partido revolucionario” (La revolución Traicionada, Relaciones Sociales en la URSS).
Habiendo pasado las vísperas de la celebración del 96 aniversario de la revolución del 25 Octubre de 1917 (entre el 6 y el 8 de Noviembre según el calendario gregoriano) y dada la gran parafernalia y abanderamiento de los partidos ex-estalinistas -ahora reformistas- por la defensa del fetiche soviético y de la invalidación de cualquier debate abierto y crítico sobre las verdaderas victorias de octubre revolucionario y la posterior derrota de este movimiento a manos de la contrarrevolución burocrática (entre 1925 y 1935), nosotros nos hemos dado como tarea analizar el colapso del primer gran proyecto socialista de la historia, descubriendo la base que encontró la restauración capitalista en el primer estado obrero del planeta, de la bancarrota del estalinismo como práctica política, encarnado en la “teoría del socialismo en un solo país”.
Lo haremos regresando a cuatro fechas claves: 1) La Caída del Muro de Berlín; 2) El posterior colapso de la URSS entre enero de 1990 y diciembre de 1991; 3) La intentona golpista de agosto de 1991; y 4) La Crisis Constitucional de 1993 en la restaurada Rusia burguesa. Es pues deber de este artículo interrogar la primera fecha histórica que podríamos nombrarla como el inicio del fin para la burocracia soviética, enterradora de las victorias del proletariado que hace 96 años sacudieron la historia y mostraron el camino a los explotados y vilipendiados del mundo. Este pequeño articulo esta sin duda dedicado al proletariado alemán.
La caída del muro y el comienzo del fin
El muro de Berlín caería en el trascurso de la noche del jueves 9 y la mañana del viernes 10 de noviembre de 1989. Pero antes de la caída del símbolo físico que la burocracia de la República Democrática Alemana (RDA) levantara para detener la influencia occidental de la Alemania Capitalista (República Federal Alemana) –proyecto reaccionario del imperialismo- y que mantuviese separada a un pueblo durante 28 años, Erich Honecker quien presidiera la RDA durante 13 años, ayudado por la temida policía secreta “Stasi” (El Ministerio para la Seguridad del Estado) que perseguía cualquier señal de desobediencia o de claudicación a su idea malformada de socialismo, había renunciado a su puesto de secretario a lo interno del “Partido Socialista Unificado de Alemania” (SED) el 18 de Octubre. Tomó esa decisión ante un creciente descontento de las masas obreras alemanas, que no miraban ningún cambio en el estancamiento económico al cual había entrado Alemania junto con los demás estados obreros del Este y la misma URSS. Los obreros se rehusaban a aceptar las metas de producción impuestas por la burocracia que negó en ese momento una desaceleración y una caída de la industria pesada, precisamente la del automóvil, la siderurgia y los repuestos en Alemania del Este.
Fue remplazado por Egon Krenz, como maniobra de la cúpula gobernante y con la aprobación de la casta soviética, esperando así apaciguar el descontento social. La otra opción para la burocracia era reprimir a las masas en huelga, pero ello provocaría un aceleramiento de la inestabilidad y su posible caída a manos de la radicalización y odio de los obreros. A diferencia de su antecesor, Krenz y sus colaboradores eran más abiertos a las políticas de cambio y apertura enmarcadas en la “PERESTROIKA”.
La Perestroika comprendía un plan de revitalización económica para la URSS y para los países obreros del Este, cuyos índices de crecimiento se habían desplomado hacia mediados de la década del 80, “Mientras antes de 1960, la economía soviética creció a ritmos superiores al 6% anual, en la década de los setenta lo hizo al 3% de media al año; en el periodo 1980 a 1985 al 2,7% y, en la actualidad, el crecimiento puede ser nulo si no negativo. Si se comparan estos datos con los de Estados Unidos, la URSS tuvo un crecimiento superior hasta 1975 y prácticamente similar en el periodo 1975 a 1985,… (“La Economía de Mercado”, Jesus Albarracin, 1991). Esta política fue liderada por el secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), Mijaíl Gorbachov, quien desde marzo de 1985 luchaba a lo interno del partido, con las diferentes fracciones burocráticas opositoras al cambio. Se apoyaría en principio en las masas obreras para poder llevar a cabo la Perestroika y la Glasnost; esta última programó la liberación de la política, la prensa y la participación de las masas en la política soviética, vedada por la casta parasitaria burócrata desde su victoria contrarrevolucionaria a finales de los años 30s.
Krenz seria en último caso el que abriría la compuerta del muro y la oportuna ocasión de la caída del status quo soviético, intocable desde las revueltas de Praga de 1968. Como en Polonia, Hungría y Checoslovaquia, hubo una suavización de las políticas gubernamentales y el anuncio el 6 de noviembre de una nueva legislación de viaje, duramente criticada por el pueblo, que miraba un lento avance en la liberación de la sociedad a manos del régimen policial. En respuesta a esto el SED anunció el 7 de noviembre la regularización de los viajes al exterior y el día 9, esperando una subversión violenta a manos de las masas, anunciaron un plan que permitiría obtener pases para hacer viajes de visita, aprobado por el consejo de ministros y por el comité central del SED. A este juego de maniobras para salvar del descontento de las masas el viejo aparato, se le unió el histórico anuncio en conferencia de prensa de Günter Schabowski miembro del “Politburó Central”, que retransmitido en directo a toda Alemania Oriental anunciaba el levantamiento de todas las restricciones a la población.
Lo que se le olvidó a Schabowski al leer un proyecto de ley del consejo de ministros: “Los viajes privados al extranjero se pueden autorizar sin la presentación de un justificante — motivo de viaje o lugar de residencia. Las autorizaciones serán emitidas sin demora. Se ha difundido una circular a este respecto. Los departamentos de la Policía Popular responsables de los visados y del registro del domicilio han sido instruidos para autorizar sin retraso los permisos permanentes de viaje, sin que las condiciones actualmente en vigor deban cumplirse. Los viajes de duración permanente pueden hacerse en todo puesto fronterizo con la RFA.”, fue recordado por un reportero: -¿Wann tritt das in Kraft?- (¿Cuándo entra en vigor?), a lo que contestó Schabowski haciendo reojo de sus notas: -Ab sofort- (De inmediato). Pero el plan de liberación de las fronteras inter alemanas estaba preparado para entrar en vigor al día siguiente.
Piedra por piedra se desmantela la burocracia
Ante el anuncio de Schabowski, que terminara pocos minutos después de las 17:00 horas del 9 de noviembre de 1989, se formó una marea de gente que se apresuraba a caminar hacia los puntos de control entre las fronteras berlinesas del oeste y del este. De igual manera se formó un gran número en las inmediaciones de las fronteras entre la RFA y la RDA. La oficialidad a cargo del control fronterizo no había sido avisada y los guardias al no saber qué hacer ante tanta gente fueron incapaces de llevar a cabo “el procedimiento instaurado desde la construcción del muro” que había costado la vida de más de 190 personas ejecutadas a tiros al querer huir del régimen burocratizado y especialmente policial instaurado por 28 años de muro.
Al no hallar respuesta del centro de comando de los oficiales a cargo del Ministerio, los oficiales y soldados encargados, al verse presionados y rodeados de una cantidad de personas nunca antes vista frente al muro, no tuvieron más salida que la apertura de los puntos de control. El primer punto en descongelarse después de 28 años de separación fue el de Bornholmer Str cerca de las 23:00 horas del 9 de noviembre, seguido por demás puntos de control berlineses y entre la RFA y la RDA. La masiva emigración hacia el lado occidental se daría durante la mañana siguiente cuando las miles de personas que habían escuchado el discurso la noche anterior se despertaban desde temprano para pasar al otro lado. Los ciudadanos de las dos Alemanias se unirían alrededor del muro durante la noche de 9 de noviembre y empezarían la destrucción del baluarte estaliniano más occidental en Europa, el cual sería demolido piedra por piedra y marcaria la lápida de la burocracia del Kremlin, casta que se fragmentaria en la conservadora y la pro-capitalista. Ambas buscarían en la lucha que le seguirá a la caída del muro, la preservación de sus privilegios ante las masas obreras y la restauración capitalista.
“El siglo XX fue «corto» (frente al «largo» XIX), habiendo estado enmarcado entre el estallido de la Primera Guerra Mundial y la desintegración de la Unión Soviética, hecho éste último que ya había sido previamente anticipado de alguna manera por la caída del muro de Berlín de noviembre de 1989” (The age of extremes: The short Twentieth century 1914-1991, Eric Hobsbawm, 1994).