Por Carlos A. Abarca V.
Revista Campus, Mayo 2014
El 6 de marzo de 2014, apenas calentando la segunda ronda electoral, Johnny Araya Monge abandonó la competencia a Zapote. La renuncia de un candidato presidencial fue novedad en 1932 y quedó prohibida en la Constitución de 1949. Araya sigue representando al binomio neoliberal que emergió en el gobierno de su tío Luis Alberto.
La alianza política del PLN y el PUSC implantó el neoliberalismo por la vulnerabilidad del Estado nacional a la dominación imperialista. La injerencia contemporánea de Estados Unidos surgió a raíz de la crisis monetaria, fiscal e inflacionaria que trajo la deuda externa y la imposición del Plan para la Cuenca Caribe, entre otros.
Sorteada la depresión capitalista de 1979-1983 y desarmados los ejércitos guerrilleros, Centroamérica fue atrapada por el Consenso de Washington que proclamó el dominio absoluto del mercado. Entre 1989 y 1991 fracasó la Perestroika, cayó el Muro de Berlín, se desplomaron el numen comunista y la ortodoxia rusa. Del trípode Estados Unidos, Unión Europea y OTAN se levantó la bandera de los nuevos conquistadores.
En Costa Rica, el PLN sufrió la primera gran derrota electoral en 1978 frente a Rodrigo Carazo. En diciembre de 1983 se fundó el PUSC. Entre julio y agosto del 84, en la crisis del gabinete de Monge gravitaron las presiones de la burguesía apoyada por la embajada de Estados Unidos, cámaras de empresarios y comerciantes, periodistas y clérigos de toga conservadora.
El Presidente transigió: promovió leyes para implantar el neoliberalismo, trazó unas relaciones diplomáticas con destellos de guerra al comunismo, reprimió protestas de obreros agrícolas, campesinos sin tierra, trabajadores de clase media, vecinos y ciudadanos; la alianza PLN-PUSC cohesionó a la clase dominante, degradó tesis socialdemócratas y social-cristianas sobre la pobreza y la riqueza, subordinó la autonomía del Estado a su futuro de progreso y bienestar.
El PLN hizo ocho convenciones abiertas de 1985 al 2010. En el período, Oscar Arias se impuso a los gestores de la Segunda República y consolidó su liderato tras la muerte de José Figueres y de Daniel Oduber. En el intervalo de las convenciones de 1989-2001 surgieron tres corrientes en fricción: la de Monge-Araya, el grupo Ottón Solís-José Miguel Corrales y el bando de José María Figueres O. Esta bandería de sordina inclinó la balanza doméstica a favor del neoliberalismo.
Aprobados los dos primeros planes de ajuste estructural, en gobiernos de Arias y Calderón, la contrarreforma neoliberal tomó celeridad al mando de José M. Figueres y Miguel A. Rodríguez (19942002).
En el ínterin, la huelga magisterial del 95 fue la protesta más vibrante contra la violación de la Ley de Pensiones de 1958. Sindicatos del sector público se plantaron, bloqueando la privatización de las instituciones del Estado reformista. Obreros, trabajadores y técnicos del ICE repudiaron, en marzo del 2000, un combo de leyes, inventado para subastar el instituto en el mercado de capitales.
La acre convención del 2001 y la derrota del 2002 desbandaron las facciones menores del PLN. Un año antes, Ottón Solís lideró la fundación del PAC con otros disidentes y obtuvo 26% de los votos. En el PUSC, el grupo Calderón Fournier-Méndez Mata perdió la elección interna frente al Dr. Pacheco. Ottón Solís y Abel Pacheco ganaron prestigio, credibilidad y poder como representantes de fuerzas rivales, pero con un interés común: enfrentar a las oligarquías.
Al poco tiempo cuajaron las contradicciones. En enero del 2003, el TLC-USA puso en tensión los vínculos entre el Estado, el mercado y la sociedad. Suscitó polémicas, protestas populares y más deserciones del PLN. En abril, la Sala IV aprobó, en segunda resolución, la reelección presidencial. Desde 1999, Oscar Arias pugnaba por volver a la presidencia.
En el 2004, los medios de información pusieron las cabezas del bipartido en las bandejas de los magistrados penales. En setiembre divulgaron actos corruptos de Calderón F. y Rodríguez E. y en diciembre, los sobornos que al parecer recibieron José M. Figueres y Carmen M. Valverde, exsecretaria general del PLN, de ejecutivos de la empresa francesa ALCATEL. El bipartido viró al cadalso del sufragio popular.
Altibajos en el PAC
El bipartidismo arraigó hondo en la estructura del Estado. No podría ser desenraizado por la costumbre de sufragar. Los votos de febrero 2014 cifran repudio al neoliberalismo, intolerancia a la concentración de poder. Claman porque la equidad y la vergüenza se preserven en la identidad de la nación y en las páginas de historia patria.
El nacimiento del PAC se asocia con las reacciones al proyecto capitalista del Consenso de Washington; con los vejámenes financieros del FMI, el BM, el BID y el Departamento del Tesoro. Ottón Solís acertó al leer las intuiciones soberanas dilatadas por la lucha contra el TLC-USA. Eso no significa que el PAC se arrope con ideología y armadura antiimperialistas. Acuerpa la censura a la inequidad en el comercio de capitales y bienes culturales.
Cuando se gestó la unificación territorial y política de Alemania, Ottón Solís exaltó el fin de la Guerra Fría. Parafraseó a Fukuyama: "Es el inicio del fin de las ideologías". En 1998 dobló las insignias verdiblancas. Y aunque es válido suponer que recusó la ideología socialdemócrata, en los estatutos y textos del PAC se omite la palabra "ideología". En su lugar remiten al pragmatismo como forma racional de gobernar una República.
En las elecciones 2002-2006 compartieron 13 partidos. El PAC fue otra opción, obtuvo 26% de votos para presidente y eligió 14 diputados. Ahí surgió el listado multicolor de partidos que, acaso con intereses parciales, cada cuatro años "dan palos de ciego" u oran por la venida del desarrollo capitalista con democracia política y un Estado confesional.
Para la campaña del 2006, el PAC acogió a políticos bien curtidos. Devino alero para dirigentes autoexpulsados del PLN, el PUSC, partidos y grupos rebeldes de izquierda. Ottón Solís obtuvo 39,8% de los votos, contra 40,92% del candidato privilegiado por la Sala IV. El PAC ganó 17 curules y 5 alcaldías.
Así, el pragmatismo ha sido otro recurso ético del PAC para cohesionar políticos, intelectuales, técnicos y electores que ostentan ideologías. Ese método de reclutar, funcionar como partido y asignar potestades esconde indiferencias. Unas, frente a los legítimos intereses de clase que merodean la política. Otras, sobre la filosofía social y los objetivos de las luchas por el poder. En política, la indeterminación es más criticable cuando se trata de definir, concertar y gobernar; cuando se desafía a individuos y clases sociales que avalan la libertad de sufragio como medio para lograr mayor desarrollo económico y cultural.