Por José René Tamariz
El domingo primero de abril se realizará la segunda ronda electoral para elegir presidente de la República de Costa Rica. Se disputan esa elección los candidatos Carlos Alvarado y Fabricio Alvarado, el primero miembro del Partido Acción Ciudadana (PAC), actual partido de gobierno, y el segundo un pastor evangélico que hasta habla en “lenguas”. En las dos últimas encuestas del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR), ambas realizadas en el mes de febrero, los dos candidatos aparecen con empate técnico. Lo anterior refleja la polarización y lo cerrado que se encuentra esa contienda electoral.
Entre el “mal menor” y el “mal mayor”
Actualmente muchos votantes, incluidos los llamados “progres” e “izquierdistas” reformistas, aunque no creen ni confían en el candidato oficialista de Carlos Alvarado y su partido plantean que votarán por él, porque representa el “mal menor”, y de esa forma evitar que llegue a la presidencia de la República el “enviado” de Dios, Fabricio Alvarado, considerado como el “mal mayor”. Además, los sectores de clase media, sectores educados, de la diversidad sexual y jóvenes se encuentran asustados y angustiados por la posibilidad de que evangélico homófobo de Fabricio Alvarado gane las elecciones de abril.
Sin embargo, en realidad, las diferencias políticas y económicas entre esos dos candidatos no son sustanciales, ambos se esfuerzan y les envían señales a sus patrones, los capitalistas, de que están dispuestos a aplicar los planes de ajustes en contra de los trabajadores y los sectores populares. Para muestra un botón: los diputados del PAC y la diputada del PRN apoyaron la vía rápida para tramitar el expediente 20.500, denominado Proyecto de Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas. Ese proyecto que pretende ser aprobado en primer debate, antes del mes de mayo, significará un duro golpe en contra del pueblo.
La diferencia sustancial entre ambos candidatos versa sobre el tema del matrimonio o sociedades de convivencia entre parejas del mismo sexo, la tolerancia al sector de la diversidad sexual, los programas de educación sexual en los colegios y otros temas relacionados con la familia y valores. Entonces, cualquiera de estos dos candidatos que llegué a la presidencia de la República tienen como objetivo descargar y hacer pagar el déficit fiscal al pueblo trabajador. Desde ese punto de vista, los trabajadores y demás sectores populares debemos organizarnos y prepararnos para enfrentar y combatir en las calles a esos representantes de la patronal.
Los pobres en busca del auxilio del cielo
Miles y miles de personas en estado de pobreza y miseria crecientes, tanto de las zonas costeras como del centro del país votaron masivamente por el candidato evangélico Fabricio Alvarado. Esa numerosa población que fue la base, por muchos años, del Partido Liberación Nacional (PLN) le dieron la espalda y escogieron al que consideran el “ungido” de Dios para ser presidente de la República. Una gran parte de la población pobre, decepcionada de las promesas incumplidas de los partidos tradicionales, se ha refugiado en los templos evangélicos que crecen como las cantinas para hacer plegarias, oraciones y alabanzas a Dios para que le ayude a resolver sus problemas y necesidades de pobreza y miseria. Esta masa de gente empobrecida y evangélica realmente cree que el pastor y candidato Fabricio Alvarado es un “enviado” de Dios con la misión de gobernar en su nombre, lo cual sería para ellos como una especie del gobierno de Dios para salvar de las desgracias terrenales a su rebaño, las masas empobrecidas por el capitalismo.
Un puñado de pastores vividores de la fe, atrincherados en los miles de templos cristianos evangélicos, han fusionado la religión con la política, convirtiendo a esas iglesias en un verdadero partido político confesional. En los templos evangélicos se realiza abiertamente proselitismo político, se reparte propaganda política y llama a votar por el candidato del Partido Restauración Nacional (PRN), Fabricio Alvarado.
La pandilla neoliberal merodea al pastor
El miércoles 7 de marzo en el salón Chirripó del Hotel Crowne Plaza en San José, fue presentado por el pastor candidato Fabricio Alvarado su equipo económico de 22 “colaboradores”. La crema y nata de esa jauría neoliberal está integrada por empresarios de la Unión de Cámaras de la empresa privada, exfuncionarios de la banca privada y tecnócratas de todo pelaje de los partidos tradicionales (PLN y PUSC). Dado que el pastor candidato no tiene ni la capacidad ni un equipo para gobernar ni administrar el Estado y sus instituciones, recurrió a la pandilla neoliberal con experiencia no solo de explotar a los trabajadores sino también de parasitar de los fondos públicos y dispuesta a aplicar los planes de ajustes en contra de los trabajadores. Esa pandilla neoliberal, entre otros, está constituida por Edgar Ayales, excandidato a la vicepresidencia del PLN; Luis Mesalles, miembro de la Unión de Cámaras patronales y columnista del diario La Nación; Ronal Jiménez, expresidente de la Unión de Cámaras patronales; Gerardo Corrales exgerente del BAC Credomatic, empresa usurera, y del equipo económico del PLN; Gustavo Araya, presidente de la Cámara de Hoteles y del equipo del PUSC.
Esta pandilla neoliberal tiene el olfato de perros. Dado que sus cálculos políticos es que es muy probable que gane las elecciones del próximo primero de abril el pastor evangélico, Fabricio Alvarado, entonces han ofrecido sus “servicios desinteresados” al próximo presidente de la República. Ese operativo de los capitalistas y tecnócratas neoliberales constituye una jugada política para copar la presidencia de la República, los ministerios y las instituciones estatales y, por ende, seguir controlando el Estado, así como los fondos públicos para continuar haciendo, a su gusto y antojos, los negocios. Los capitalistas y los tecnócratas neoliberales no le tienen asco a nada, mucho menos a un pastor evangélico al cual están dispuesto a engullir sin vomitar. El operativo político es controlar y dirigir, desde adentro, al advenedizo e inepto y eventual nuevo inquilino de la casa presidencial de Zapote.
¿Hacia dónde vamos?
La democracia más longeva de América Latina se encuentra en decadencia. La posibilidad de que un sujeto como Fabricio Alvarado, pastor evangélico el cual habla en “lenguas” igual que su esposa, homófobo, que plantea que a los homosexuales hay que “restaurarlos”, léase “curar”, y que como educación sexual entre los jóvenes proponga la “abstinencia”, la “fidelidad” y la “monogamia”, llegue a ocupar la presidencia de la República refleja la decadencia política y social del modelo de sociedad. El pensamiento anacrónico, típico del siglo XIX, de ese candidato y de grandes sectores empobrecidos que votaron por él son una manifestación evidente no solo del atraso educativo y cultural, sino que también refleja el proceso involutivo de la sociedad y su democracia.
Por otra parte, aunque el pastor Fabricio Alvarado no llegara a la presidencia de la República, tendrá una gran representación de su partido en la Asamblea Legislativa, con unos seis diputados pastores que van a ser una traba en tema de derechos humanos. Asimismo, los sectores homofóbicos, envalentonados por el ascenso de ese partido político confesional han comenzado a agredir a los miembros de la diversidad sexual, lo cual se puede incrementar con un eventual triunfo del pastor. Esa situación más la eventualidad de aplicación de los planes de ajustes contra los trabajadores y sectores populares puede ser el caldo de cultivo y el escenario para que amplios sectores de masas inicien la movilización y lucha contra el eventual gobierno restauracionista. Este escenario de lucha en cuanto a los planes de ajustes está planteado igual con un gobierno del PAC. Todo parece indicar que vamos hacia un mayor deterioro de las condiciones económicas y sociales de los trabajadores y demás sectores populares, ya sea con un gobierno “restauracionista” o “continuista”. Debemos exigirles a las dirigencias sindicales que convoquen a asambleas o encuentros amplios para discutir y votar un plan de lucha que concluya en una gran huelga nacional en contra del plan fiscal y sus impulsores, los capitalistas y la pandilla neoliberal.