Por: Alberto Castro.
Nadie habría imaginado que entrado el 2022 las ilusiones de la mayor parte de la población salvadoreña, alimentada constantemente por la propaganda gubernamental llegaría a un tope donde Nayib Bukele, está obligado a pasar de las maquetas y anuncios publicitarios a verdaderas respuestas en materia económica, pues El Salvador está en muy mala situación financiera, esto sin importar como se disfrace la realidad mediante espacios publicitarios.
Ha pasado el momento de las proyecciones de crecimiento excesivamente alteradas (10%) que auguraron un 10% luego de una década de crecer por debajo del resto de países del istmo, la entrada del Bitcóin en su momento supuso ser el medio que dinamizaría la economía y sería una alternativa a las dificultades de acceso financiero, sin embargo de las proyecciones y expectativas hemos llegado a la cruda realidad que tenemos a inicios de 2022: escasas opciones de financiamiento, crisis fiscal, déficit del Producto Interno Bruto (PIB), y la caída de criptomonedas que cae como balde de agua fría.
¿Cómo obtener financiamiento ante las adversidades?
La búsqueda de soluciones es un quebradero de cabeza en estos momentos, dicho esto no se trata de conciliar con este Gobierno sino aclarar que El Salvador tiene necesidades financieras tan grandes como también son los riesgos país que en los últimos meses alcanzó el 15%, colocándolo con el riesgo país más alto en Centroamérica y el tercer más alto de Latinoamérica, el Indicador de Bonos de Mercados Emergentes ( EMBI, por sus siglas en inglés), en los últimos tres meses de 2021 y a inicios de 2022 se incrementó, por el ritmo que trae es posible que incluso crezca más, esto afecta en el sentido que dicho indicador es una orientación a los inversionistas internacionales a la hora de invertir.
El Salvador está señalado como un Estado con riesgos de caer en el impago de la deuda soberana, dicho sea de paso es preciso advertir que la deuda es cargada sobre el mismo pueblo. Estamos a merced de los movimientos especulativos financieros que se hacen a nivel internacional, por otro lado para cubrir la deuda pública el Gobierno que se caracteriza por su falta de transparencia debe lidiar con el pago de deuda y captación de fondos que no es posible sino mediante préstamos.
Al carecer de una moneda local en circulación no es posible gestionar maniobras económicas al igual que hacen los demás países del istmo, las otras formas de financiamiento mediante la emisión de Letras del Tesoro (LETES), y Certificados del Tesoro (CETES), que suponen ser un auxilio para en determinados momentos sanear dificultades fiscales, desde los Gobiernos del FMLN son una fuente de financiamiento muy recurrente para cubrir el gasto público, en el 2020 se incrementaron en un 40%, siendo un fuerte agregado a la deuda de El Salvador.
Justo aquí donde cabe la interrogante sobre cómo afrontar el pago de la deuda pública, las opciones son variopintas pero la más perjudicial sería que destinara fondos públicos para sanearla, otra podría ser mediante otros préstamos, lo correcto sería definir una política fiscal sostenida por una reforma legal que implique mayor pago de tributos por el gran empresariado local y transnacional, pero que bajo ningún debe cargarse por medio del aumento al IVA, como sabemos es la manera legal que tienen los capitalistas de evadir impuestos al distribuirlo entre el pueblo, esto se corrobora con los propios datos oficiales donde se presenta un aumento del 51% de la recaudación fiscal donde el tributo que más aporta es el IVA que subió el 36.2%, más o menos $676 millones más que 2020. Otra vía puede ser atrae atraer inversionistas bajo acuerdos que impliquen concesiones con beneficios fiscales o de soberanía, el Bitcoincity es un ejemplo de tal empresa.
Deuda a corto plazo y limitaciones con los acreedores
Como podemos apreciar los problemas con las finanzas pasan por la gestión de administrar los riesgos de refinanciamiento de deuda elevada a corto plazo donde tienen mucho aporte los LETES y CETES, lo que obliga a buscar préstamos a bajo interés para sanear la deuda a corto plazo, deuda que por cierto supera el 85% del PIB, conseguir préstamos a bajo interés es posible principalmente con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el problema radica en que por el momento el Gobierno salvadoreño pasa por tener mala relación con los EEUU, donde éste tiene enorme influencia lo cual dificulta que se obtenga en amplias garantías, eso por un lado por otro las obligaciones que debe asumir El Salvador como deudor implican que debe rendir cuentas de la destinación y gastos de dichos fondos, lo cual no se apega a este Gobierno.
Volviendo a los bonos tomemos como ejemplo el que vence en 2023, este se comercializó a finales de 2021 entre 80.3 y 8.7 millones dando como ganancia el 29.6 % a quien lo compra, de modo que tal y como hemos venido desarrollando en este artículo, ante el riesgo país los inversionistas solo se arriesgan si se eleva la ganancia, esta es una garantía como acreedores que imponen al país que urge de financiamiento a corto plazo pero ofrece bonos en caída libre, poner en el mercado emisiones de deuda a corto plazo teniendo bajas calificaciones implica hacerlo con bonos a la baja y con intereses que rondan el 15%.
Pero lo peor no termina con lo antes expuesto, pues en propia voz oficial se sabe que existe un déficit presupuestario de $498 millones, además de esto se requieren de $800 millones para hacer efectivo el pago de eurobonos que vencen justamente dentro de un año, la oposición atribuye la caída de bonos a la situación política salvadoreña, como hemos venido contemplando son muchas las matices del problema de financiamiento, como los aspectos meramente de gestión financiera que se han expuesto, la política se relaciona recíprocamente con la economía, en este sentido los movimientos financieros están dotados de influencia política en el escenario de las relaciones de fuerza, no es posible tratar la economía como un fenómeno aislado.
El proyecto de paraíso Bitcoin.
El Bitcoin en un inicio supuso ser una alternativa ante los problemas de financiamiento y acceso financiero local que hemos estado esbozando, el Gobierno ha “apostado" en el amplio sentido de la expresión, al haber legalizado su circulación y promovido el uso mediante un estímulo de $30 en la billetera local llamada Chivowallet, lo cuestionable es la forma neoliberal de esta gestión, pues se creó una empresa de propiedad privada con fondos públicos, es decir, no es estatal, he aquí lo inapropiado de este proyecto.
En la práctica la chivowallet no ha llegado a tener el uso esperado, las transacciones y pagos se hacen en dólares estadounidenses, de manera muy aislada el bitcoin encuentra eco con usuarios que minan criptomonedas, fuera de eso solo existe en la propaganda. Aunque si bien, esto no es un revés para Bukele, su visión va en el sentido de hacer del bitcoin la principal alternativa financiamiento, para lograrlo ha visionado el minado de ésta criptomoneda a gran escala a través de energía geotérmica del volcán Conchagua y la construcción de una metrópoli para convertirla en el paraíso fiscal bitcoiner con esto la economía salvadoreña descansaría sobre la emisión de bonos bitcoin, en este sentido anunció en noviembre la emisión de un bono de mil millones en bitcoin para enero 2022, lo cual irá en función de construir Ciudad Bitcoin y comprar más tokens, pero la fecha se ha modificado, de acuerdo al Ministro de Hacienda, Alejandro Zelaya, la emisión se hará entre febrero y marzo 2022.
A tener en cuenta de cara al futuro
Hemos desarrollado de una manera sencilla y fácil de entender parte de la situación actual de la economía para así prever el panorama económico en el futuro inmediato, donde se visualiza negativamente una mejora para el pueblo salvadoreño. Dicho esto es momento oportuno para plantearnos si ante los problemas económicos y dificultades de financiamiento puede sostenerse una dictadura, no sin antes aclarar si acaso ya estamos en una y si por consiguiente puede seguirse sosteniendo.
Nayib Bukele desde un principio tenía previsto hacerse del control de la institucionalidad del Estado, el 1 de mayo 2019 dio un enorme avance gracias al control legislativo logrado con apoyo popular, con la Asamblea Legislativa asaltó la Sala de lo Constitucional y Fiscalía General de la República, luego la reforma judicial le ha servido para sacudirse a la vieja burocracia de la judicatura que por décadas estableció nexos políticos con el desplomado bipartidismo, así ha preparado el terreno para dirigir políticamente al Órgano Judicial, tiene a su merced la dirección de las tres funciones estatales, pero eso no significa que sea ya un dictador.
Para comprender el régimen actual es necesario retrotraer el momento en que emergió Bukele, como veremos coincide con el contexto de caída y hartazgo popular hacis el bipartidismo, sin esta condición no podría haber sucedido lo que ha ocurrido. La crisis del bipartidismo pudo ser superada por la democracia burguesa al brindarle al pueblo una alternativa pulcra en Bukele, el cual si bien tiene el aparato estatal bajo su dirección, sin embargo sigue sosteniendo las mismas instituciones de democracia burguesa, por lo que lo más adecuado para caracterizar al régimen es el de etapa transitoria del régimen democrático burgués al bonapartismo sui generis que está en una etapa de consolidación, aunque eso no quiere decir que pueda transformarse en una dictadura; se han establecido condiciones. El régimen se apoya en su masa de fanáticos, al respaldarse en el apoyo popular debe dar amplias concesiones de carácter popular, por lo cual necesariamente requiere de base económica para poder dar y seguirse sosteniendo, es aquí donde puede revestirse la situación que hasta el momento le ha sido favorable, cuando no pueda sostener el poder en el apoyo popular lo hará con el brazo militar.