Por Martin Sobalvarro Fonseca
Ya se veía venir. A nadie ha tomado por sorpresa. Estaba escrito con tinta invisible en el pensamiento de Nayib Buukele, pero ahora ya se ha revelado. El pasado 31 de julio, mediante un procedimiento abreviado, utilizando su mayoría parlamentaria, el partido Nuevas Ideas (NI), el aparato electoral de Bukele, cruzó el Rubicón: impulso una reforma constitucional para permitir, entre otros aspectos, la reelección presidencial indefinida.
La sentencia de la Sala Constitucional y la primera reelección
Para consolidar su poder, Bukele explotó el cansancio de las masas con el bipartidismo. En sus inicios mantuvo un discurso populista contra la corrupción y la actividad de las pandillas, lo que le permitió ganar las elecciones presidenciales en 2019.
El aplastamiento de las pandillas y el encerramiento de su base social en un campo de concentración llamado CECOT, aumentó la popularidad de Bukele y creo condiciones políticas favorables para su reelección. El articulo 152 de la Constitución de 1983 prohibía explícitamente la reelección inmediata del presidente de la república.
Habiendo obtenido la mayoría suficiente dentro de la Asamblea Legislativa, Bukele cambio la composición de la Sala Constitucional, y esta dictó, el 3 de septiembre de 2021, una sentencia que autorizaba su reelección inmediata, anulando la prohibición constitucional.
Apoyándose en su popularidad, Bukele logró imponer su primera reelección, que apenas seria el comienzo.
La reforma constitucional del 2024 eliminó las cláusulas pétreas
La Constitución de 1983, y sus posteriores reformas, diseñaron e instalaron un bipartidismo, con hegemonía del partido ARENA. Este régimen político entró en crisis y descomposición a partir del año 2009, cuando el hartazgo y las profundas ansias de cambio del pueblo salvadoreño permitieron el primer gobierno del FMLN.
Aprovechando su mayoría parlamentaria, Bukele impulsó en 2024 una reforma constitucional que, según muchos juristas, modifica los procedimientos de reforma constitucional, y mucho más grave aún, porque eliminó las cláusulas pétreas del segundo y tercer párrafo, algo que teóricamente solo puede decidir una Asamblea Nacional Constituyente
La reforma de abril del 2024 transformó los procedimientos semirrígidos de reforma constitucional en procedimientos flexibles, al eliminar estos dos párrafos: “La reforma únicamente puede ser propuesta por los Diputados en un número no menor de diez.
No podrán reformarse en ningún caso los artículos de esta Constitución que se refieren a la forma y sistema de gobierno, al territorio de la República y a la alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la Republica”.
Las tímidas protestas de la oposición burguesa que reclamó ante la violación a los principios sagrados, cayeron en saco rato. La sociedad salvadoreña, incluida la clase empresarial, prefirieron la tranquilidad y seguridad en las calles, que defender en abstracto las ventajas cuestionables de la decrepita democracia burguesa.
El camino hacia una nueva dictadura estaba recién pavimentado
Eliminados los parrados segundo y terceros originales de 1983, el procedimiento de reforma es ahora dual y sumamente flexible. Contempla en términos generales que debe discutirse y aprobarse en dos legislaturas, con dos tercios de los votos de los diputados, pero también permite, como una excepción a la regla, la aprobación del proyecto de reforma constitucional en una legislatura si es aprobado por las tres cuartas partes de los diputados.
La diferencia de ambos procedimientos (dos legislaturas o una sola legislatura) es que para aprobar en dos legislaturas se necesitan 40 diputados. Para aprobar la reforma constitucional en una sola legislatura, como si fuese una ley ordinaria, se necesitan 45 diputados. La diferencia entre ambos procedimientos son solo 5 diputados.
La segunda reforma constitucional de 2025
Bukele estaba esperando el momento oportuno para dar el zarpazo final. Aprovechando la coyuntura de reacción internacional liderada por Donald Trump, y sabiendo que no iba a encontrar oposición en Estados Unidos, ahora si desnudó sus planes de continuidad ininterrumpida en el gobierno.
Correspondió a la diputada oficialista Ana Figueroa presentar la propuesta de segunda reforma constitucional del Bukelismo, con el apoyo de 56 diputados (53 de Nuevas Ideas, más 3 de los partidos títeres: PCN y PDC)
La reforma eliminó el numeral 4 del artículo 75 que prohibía la promoción de la reelección presidencial. También elimino del artículo 80 todo lo relacionada a la segunda vuelta, en aquellos casos que el candidato presidencial no obtuviera obtenido la mayoría absoluta en las votaciones. En adelante, previendo una casi segura reducción de la base electoral, Bukele podría ganar la presidencia obteniendo una mayoría simple sobre los otros candidatos. Del articulo 152 fueron eliminado la prohibición del presidente de la república para presentarse a una reelección inmediata. Y como la cereza del pastel, Bukele amplió el periodo presidencial de cinco a seis años.
También fue aprobada la reforma al artículo 80, que confirma la salida de El Salvador del tratado constitutivo del Parlamento Centroamericano (PARLACEN). Con esta decisión Bukele abandona su falso discurso centroamericanista cuando, el 22 de agosto de 2022, en una reunión solemne de cancilleres de la región propuso crear la Unión Centroamericana (UNCA), una especia de confederación. Y como consecuencia de lo anterior, también fue reformado el articulo 133 de la Constitución, eliminado la iniciativa de ley de los actuales diputados salvadoreños del PARLACEN.
Para guardar las formalidades, Bukele impulsó una clausula transitoria para acortar el periodo presidencial actual en dos años para hacer coincidir las próximas elecciones municipales con una nueva y adelantada elección presidencial.
Pero esta última disposición se debe a un frio calculo político: las encuestas revelan que, si bien todavía goza de amplia popularidad, experimenta una continua caída en la credibilidad popular, provocada por la crisis económica, y por el constante recorte de las libertades que se manifiesta legalmente en la prórroga permanente del Estado de Excepción, y el ataque a los activistas de lo movimientos sociales y el despido de mas de 500 dirigentes sindicales de empleados públicos.
Con esta reforma constitucional, Bukele no solo piensa atornillarse en el poder, sino también aprobar una nueva Constitución en el periodo inmediato, que legalice sus aspiraciones dictatoriales.
Bukele polemiza con sus críticos
Como era de esperar, los organismos internacionales de protección de los derechos humanos, quienes vienen criticando los abusos cometidos por Bukele, fueron los únicos en protestar.
Bukele respondió en X a sus críticos, de la siguiente manera: “El 90% de los países desarrollados permiten la reelección indefinida de su jefe de gobierno, y nadie se inmuta. Pero cuando un país pequeño y pobre como El Salvador intenta hacer lo mismo, de repente se convierte en el fin de la democracia.
Claro, se apresurarán a señalar que «un sistema parlamentario no es lo mismo que uno presidencial», como si ese tecnicismo justificara el doble rasero. Pero, seamos sinceros, es solo un pretexto.
Porque si El Salvador se declarara una monarquía parlamentaria con las mismas reglas que el Reino Unido, España o Dinamarca, seguirían sin apoyarla. De hecho, se pondrían furiosos si eso sucediera.
¿Por qué? Porque el problema no es el sistema, sino que un país pobre se atreva a actuar como si fuera soberano”. (02/08/2025)
Nuestra repuesta a Bukele
La soberbia de Bukele no tiene límites, pero vale la pena aclarar todas las tergiversaciones y falsificaciones históricas expresadas en X.
Para los socialistas centroamericanos, lo hemos dicho muchas veces, la reelección presidencial no es un tema de principios. Sabemos que los buenos dirigentes o gobiernos (Bukele no lo es) no se improvisan. Todo depende del sistema electoral, de las tradiciones populares de cada país, si el sistema electoral es democrático o no, de manera que le permita el pueblo la capacidad de decidir (democráticamente, valga la redundancia) o corregir los abusos de determinado gobierno.
Lo que si defendemos encarecidamente es el derecho a elegir democráticamente a todos los altos funcionarios (presidente, diputados, alcaldes, jueces, magistrados, jefes de Policía y Ejercito, etc.), así como la facultad de poder destituirlos, en cualquier momento, cuando la mayoría así lo decida. Eso no existe en El Salvador. El derecho de revocación del mandato no existe. Bukele está construyendo todo lo contrario
Si nos referimos a las tradiciones salvadoreñas, que son similares en toda la región, salvo en Costa Rica, la tendencia a las dictaduras cívico-militares o directamente militares, están presentes en momentos de crisis.
Todas las dictaduras salvadoreñas tienen sus orígenes en situaciones de crisis económica o de caos social, en donde un líder populista manipula la desesperación de las masas populares, para instaurarse en el poder, y después solo queda un golpe de Estado o la movilización social, como ocurrió con la lucha conta Maximiliano Hernández y las dictaduras posteriores.
Con el pretexto de combatir a las pandillas, en El Salvador se han limitado gravemente las libertades y derechos democráticos. No hay un sistema electoral democrático, por lo tanto nos oponemos a la reelección presidencial indefinida, en las actuales circunstancias, porque se le niega al pueblo la capacidad de decidir democrática su destino.
Entonces, el problema no es si el parlamentarismo es mejor que el presidencialismo, en abstracto. Indudablemente, que productos de largas luchas, el parlamentarismo europeo es un sistema más democrático que nuestro presidencialismo, porque permite interpelar, plantear mociones de censura y destituir al gobierno de turno, pero lo mas importante es que el sistema electoral es mucho más democrático.
Las monarquías constitucionales, de las cuales Bukele se mofa, al menos las que citó son decorativas, porque los principales asuntos se deciden en votaciones democráticas. En EL Salvador ocurre todo lo contrario, se esta instaurando una monarquía absolutista, con Bukele I, sin sangre real y sin ningún tipo de control del parlamento o de las masas populares.
Las últimas reformas antidemocraticas al Código Electoral
Y el sistema electoral salvadoreño estaba lejos de ser democrático, pero con las cinco reformas aprobadas por Bukele (2019-2023), el sistema electoral es cada vez mas restrictivo y crea las condiciones para el partido hegemónico.
Las reformas electorales más importantes incluyen: el voto desde el exterior con modalidad electrónica (esto no es criticable); la asignación de votos a una circunscripción sin relación con el elector; eliminación de la barrera temporal de reformas electorales y recientemente se efectuaron cambios en las circunscripciones municipales, modificación en la magnitud de las circunscripciones (legislativas y municipales) y cambio de fórmula electoral legislativa. Se han aprobado un conjunto de decisiones legales y administrativas que dificultan la postulación de candidaturas independientes.
A lo anterior habría que agregar la eliminación de la deuda política (bajo el pretexto de combatir la corrupción), es decir, la eliminación del financiamiento estatal a los partidos políticos. Este punto es polémico, pero sin financiamiento estatal, los partidos políticos quedan en manos de los grupos económicos, que financian a quienes defienden sus intereses.
Esto es solo la punta del Iceberg de la dictadura cívico-militar que se esta gestando en El salvador, con la complacencia de Donald Trump y los grupos económicos salvadoreños