Por Marcos Galicia
Los desalojos han sido una práctica común en los sistemas coloniales. Se expulsa a un grupo de seres humanos de un territorio para apropiárselo y aprovechar los recursos disponibles. Para Guatemala y el resto de Latinoamérica, el despojo de tierras a pueblos indígenas y el desalojo de sus territorios ancestrales ha representado un problema que persiste a través de siglos de dominación imperialista y colonialista. El uso de la violencia es una característica en los desalojos.
En Guatemala, los desalojos han sido promovidos por finqueros, empresas extractivistas y de monocultivo. Pese al triunfo del partido progresista “Movimiento Semilla” los desalojos no se han detenido, así mismo también continúan los asesinatos de líderes sindicales, indígenas y campesinos. Pese a que existen distintos acuerdos internacionales de derechos humanos, a los que Guatemala está suscrito, estos desalojos continúan realizándose con actos que violan los derechos humanos.
Recientemente, en el departamento de Alta Verapaz más de 1,500 policías desalojaron a familias ubicadas en una finca llamada “El Tesoro” y durante el proceso se evidenció la destrucción y quema de viviendas, cosechas e infraestructuras esenciales como lo es una escuela. Esa “receta” se aplicó durante los años más crueles del conflicto armado interno. Si nos trasladamos a la situación en Colombia, la Empresa bananera “Chiquita Brands” -antes Fruit Company- fue hallada culpable de financiar a paramilitares para desalojar comunidades y usar esos territorios para garantizar el suministro de sus productos.
En el área metropolitana de Guatemala, se intentó desalojar a unas 85 familias que viven en el asentamiento “Dios es Fiel”, ubicado debajo del puente “El Naranjo”, porque existen denuncias acerca del riesgo de vivir ahí por deslizamientos de tierra, especialmente durante el invierno. Cabe recordar que en ese mismo asentamiento ocurrió una correntada de agua que destruyó varios hogares y resultó en el fallecimiento de al menos 11 personas y unas 18 desaparecidas. Este es otro caso de desalojo en un contexto de riesgos ambientales.
Este gobierno tiene la posibilidad de demostrar que puede hacer las cosas diferentes, sin embargo, como hemos mencionado en otros artículos, este gobierno tiene características burguesas que tienden a proteger más al capital, que a sus propios ciudadanos. Puesto que la comunidad internacional -principalmente EE.UU. y la Unión Europea- respaldaron al actual gobierno, solicitan de vuelta un favor: no entorpecer sus negocios en el territorio. Los desalojos son necesarios para el constante crecimiento del capital por lo que difícilmente veremos un alto a estas acciones inhumanas.
Sin embargo, la organización comunitaria y campesina ha permitido proteger a comunidades de los desalojos. Pero la permanencia de Consuelo Porras en el mando del Ministerio Público es una grave amenaza para las comunidades mismas y lo vemos reflejado en el asesinato de quienes organizan a las comunidades para resistir a los violentos desalojos.
En medio de la crisis climática, atestiguamos la eventual escasez de recursos -como el agua- por lo que el fortalecimiento de las organizaciones ambientales, campesinas, indígenas y sindicales es crucial para la defensa de los bienes naturales del país frente al extractivismo voraz del capitalismo. Esto se debe a que la exploración y búsqueda de recursos naturales se incrementará conforme estos vayan escaseando y la necesidad de desalojar a comunidades que viven en territorios ricos en recursos naturales se incrementará.
Al mismo tiempo, debemos recordar que esto está ocurriendo en todo el mundo. Actualmente en la región de Palestina se encontró gas y petróleo, justo debajo de donde viven las comunidades Palestinas que sufren el genocidio. Entonces vemos cómo el patrón se repite: expulsar a comunidades para robarse los recursos naturales. Es por ello la necesidad de entender y proteger la visión de los pueblos indígenas en cuanto a nuestra relación con el medio ambiente. Y también solidarizarnos en las luchas por la justicia y los derechos de los campesinos y pueblos indígenas, ellos serán necesarios para atravesar la era de la escasez que ya está aquí.