Por: Claudia Morales
El absolutismo nacionalista está en el pináculo de su historia, la cachurecada recalcitrante ya destapó la caja de Pandora de su verdadera ideología: destruir la nación hondureña mediante la imposición de medidas arbitrarias contra el pueblo, la práctica del absolutismo en los tres Poderes del Estado y obviamente, la sumisión a los preceptos de los organismos internacionales.
¿Será que la oligarquía y sus afines quieren exterminar al resto de la población y van cometiendo genocidio a plazos? Tenemos en desbalance de la báscula de la Justicia, la protección policial se ejerce solo en las altas esferas de la sociedad, los servicios públicos se van privatizando, los moles y centros comerciales inundan las ciudades, las zonas rurales se van tornando pueblos fantasmas, la inmigración se vuelve una necesidad y quienes quedamos en estas honduras los decretos de emergencia, asesinatos y amenazas a muerte son el desayuno, almuerzo y cena de todos los días.
Desde el golpe de Estado el régimen resultante ha venido fraguando toda clase de agravios contra el proletariado: las medidas económicas con el alza de los combustibles, el cambio en la venta de los mismos (de galones a litros), las regulaciones en el “orden social” mediante decretos legislativos y cambios en las leyes gremiales junto a las medidas de represión son una vuelta al esclavismo. Podemos enlistar una letanía de quejas y se nos quedarían tantas sin mencionar. En el caso específico del magisterio, se tiene el deber de trabajar pero no de gozar ningún derecho pues todos han sido retocados para “mejorar” la calidad de la educación pública.
En días pasados el Ministro de Educación Marlon Escoto, anunció un nuevo decreto ejecutivo en el cual se prohíbe la toma de centros educativos a alumnos, docentes y padres de familia bajo pena de expulsión, suspensión del salario mensual y cárcel respectivamente, además del posible cierre del centro. Esto genera un motivo más de descontento y otra forma de represión contra el sector gremial que más se pronunció contra el golpe de Estado en 2009. Así violentan el derecho a la protesta (Artículo 79 de la Constitución de la República de Honduras) acentuando la humillación de cerrar la boca cuando se quiera gritar las injusticias.
Lo anterior se sumó a la imposición del ministro de alargar el año lectivo hasta el 21 de diciembre, sin dar lugar a negociaciones con el magisterio ni a razones justas pues “Durante este año el sistema educativo público ha perdido unos 15 días de clases, en promedio” (El Heraldo, Sábado 13 de octubre de 2012) mientras que el señor Escoto pretende recuperar el tiempo perdido en 21 días de diciembre esto incurre en gastos extras para padres y docentes por igual, lo que agrava la situación de calamidad doméstica en la que ya se encuentran las familias de estos últimos, so-pena de que si no cumplen su mandato serán despedidos. Así mantienen la inseguridad en la base del magisterio. Nadie quiere perder su trabajo.
Mientras tanto los Centros de salud se encuentran sin mantenimiento ni medicinas en buen estado pues las pocas existentes en sus farmacias están vencidas o por vencerse. El 12 de octubre los empleados de varios centros de salud de la capital se tomaron la calle junto a la comunidad para declararse en peligro de muerte porque las instalaciones de dichos centros de trabajo se encuentran en precariedad, totalmente insalubres y a punto de derrumbarse, lo que puede ocasionar una tragedia e incluso, iniciar una epidemia en el sector.
Vuelvo a preguntar: ¿Pretenden liquidarnos? laborando sin derecho a descanso, ni gozando de salarios dignos, con el riesgo de perder el trabajo por clamar justicia, dejando que los establecimientos de los centros de trabajo –literalmente- se vengan encima de la pobrería que busca salud a riesgo de contraer enfermedades en lugar de contrarrestarlas, sin faltar las llamadas y mensajes de texto que reciben dirigentes campesinos y demás ciudadanos que no necesitamos dirigir grupos para tropezar con la eventualidad de no volver a casa después de un día de trabajo.
Nos corresponde la unidad y renovar fuerzas para contraatacar ante las arbitrariedades e imposiciones del gobierno heredero del golpe de Estado. Unidos el pueblo, sectores organizados y familias en general podremos vencer el totalitarismo que encamina el gobierno de turno y su partido en particular.