Por Ricardo Velásquez
Los últimos cuatro años han sido nefastos para el sector magisterial. La factura cobrada –de parte del régimen post golpe- por su lucha en contra del golpe de Estado ha sido demasiado onerosa.
Se perdió el Inprema, las jubilaciones fueron reducidas sustancialmente y ahora ni siquiera existe la seguridad de llegar a jubilarse, los derechos laborales que otorgaba el Estatuto del Docente prácticamente fueron eliminados en su totalidad.
Actualmente se cierran diversos colegios como el Abraham Lincoln de la Colonia Kennedy, en Tegucigalpa, o bien se cierran jornadas nocturnas como en el caso del Instituto Mixto Hibueras en la Ciudad de Comayagüela. También se cierran escuelas en las cuales las autoridades consideran que la matrícula no es suficiente. El cierre de centros y jornadas nocturnas campea por todo el país, el fantasma del oscurantismo viaja impulsando la ignorancia de los sectores más excluidos. Mientras el régimen se ufana de militarizar el país y de invertir la famosa Tasa de Seguridad en nuevos Policías Militares y su armamento.
La última estocada del régimen de Juan Orlando Hernández
En el magisterio existen aproximadamente unos 17,000 docentes que laboran con jornada plena o exclusiva. La jornada exclusiva es aquella donde laboran maestros con una carga de entre 36 y 54 horas, y la jornada plena es la que tienen maestros que laboran en dos instituciones diferentes, sin importar las horas que tengan pero con un máximo de 36 horas en cada institución.
En su gran mayoría estos docentes pertenecen al sector de Educación Media, de séptimo a duodécimo grado (lo que antes era ciclo común y diversificado). Desde el año 2013, el Ministro de Educación, Marlon Escoto, emitió un oficio donde se prohibía nombrar maestros en jornada plena. El argumento que utilizaron para esta disposición fue el de ordenar la gran cantidad de maestros nombrados y que no tenían carga académica; también adujeron que muchos docentes no lograban desplazarse de una institución a otra en el tiempo correspondiente.
El derecho a la jornada plena lo otorgó el Estatuto del Docente desde el año de 1998, para aquellos docentes que podían laborar en una misma zona en dos instituciones educativas diferentes. Sin embargo, el derecho se degeneró cuando los políticos y la dirigencia magisterial se ponían de acuerdo para repartirse las plazas vacantes y se nombraban entre ellos mismos o sus allegados en instituciones muy alejadas territorialmente, lo que imposibilitaba trasladarse de un lugar a otro en el tiempo correcto.
El propósito del régimen es atacar el salario
A todos los docentes se les paga un colateral por calificación académica, derecho que también otorgó el Estatuto del Docente, pero a los de plena se les paga doble y a los de exclusiva se les paga según corresponde. Este derecho implica que el colateral también debe ser incluido en el pago del décimo tercer mes de salario y décimo cuarto, así como en el pago de vacaciones.
Para recordar, ya que la memoria histórica se olvida, fue en el gobierno de Manuel Zelaya –antes del golpe de estado- que se empezó a hablar de quitar el pago de la doble calificación académica, lo que implicaba pagarle a un docente como titulado por un lado y como empírico por el otro. En ese momento no dejó ser más que comentarios de pasillo. Sin embargo, en el año 2010 –post golpe- el Tribunal Superior de Cuentas envió a cada uno de esos docentes sendos pliegos de responsabilidades haciendo reparos. Los listados salieron por los medios escritos de comunicación y los docentes se volcaron a responderlos con los abogados respectivos.
Si no resulta por un lado, entonces por el otro
Como dichos reparos no prosperaron, entonces el régimen ha utilizado una estrategia más sutil y subterránea: aprobaron unilateralmente –con sus aliados diputados liberales, UD y PDCH- la nueva Ley Fundamental de Educación y luego sus 22 reglamentos que rigen la nueva relación laboral entre empleado y patrono.
En estos nuevos reglamentos se exige que la hora clase deba ser de 45 minutos como mínimo, lo que alarga la jornada en 35 minutos en una institución. Este horario termina siendo fatal para los docentes con jornada plena, ya que les imposibilita llegar a tiempo a su otro trabajo. Ya el TSC y el Ministro empezaron a exigir a que se cumpla, caso contrario amenazan con los reparos y despidos.
¡Unidad, estrategia y lucha en el magisterio!
La base del magisterio es la llamada a unificarse alrededor de la defensa de su trabajo y sus salarios; el régimen ataca a todos por igual, el derecho se los quita a todos sin excepción, es urgente la discusión de un plan de lucha, sin tomar en cuenta las divisiones letales de la dirigencia.
¡Por la reorganización democrática de la FOMH! ¡Todos a luchar!