Por Aquiles Izaguirre
A mediados del siglo XIX, Karl Marx analiza el nacimiento y desarrollo del capitalismo, muy tempranamente, ve cómo este sistema se desnuda con fútil crudeza, es por esto, que en La Miseria de la Filosofía describía al mismo así: "El sistema capitalista no precisa de individuos cultivados, sólo de hombres formados en un terreno ultraespecífico que se ciñan al esquema productivo sin cuestionarlo" (Karl Marx, La Miseria de la Filosofía). Al día de hoy, la naturaleza del capitalismo se desnuda ante nuestra realidad, ¿por qué no decirlo?, se devela en nuestra cotidianidad académica como estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Concretamente se nos muestra con las nuevas y viejas reformas académicas que desea imponer despóticamente la Rectoría, encabezada por Julieta Castellanos.
Mucho se ha dicho de la ya famosa en el mundo estudiantil, cuarta reforma universitaria. Se le ha satanizado a tal punto que se habla de privatización, y al mismo tiempo, se nos vende como una panacea que resolverá todos los problemas que tienen los estudiantes, claro está, estudiantes que entramos a un portal que nos lleva muy lejos de la cruda realidad de Honduras; para las autoridades, las puertas trasportan a todos a un paraíso celestial, en donde no hay problemas sociales ni crímenes, y hasta la “mínima” problemática del transporte dimensional desaparece.
La cuarta reforma no es ni la panacea que nos pintaron, ni uno de los infiernos de Dante, es parte de un proceso, no de privatización clásico, sino de rentabilización de la universidad. En otras palabras, la universidad debe funcionar como una empresa privada. En ésta, la dueña, o mejor dicho la administradora será Julieta Castellanos, los empleados los trabajadores y docentes, y en otro peldaño estamos los y las estudiantes. En este modelo importa que todo sea rentable a cualquier costo, optimizar los recursos es vital para Julieta Castellanos, claro está, mientras ella se construye un perfil político para ascender a la silla presidencial de Honduras.
Esta rentabilización de la “empresa” estatal, pasa por que la rectoría ejerza el poder hegemónico y haga y deshaga como le interese. Esto nos plantea una lucha elementalmente democrática, en donde los estudiantes, los docentes y trabajadores debemos de reconstituirnos como actores de la vida académica y política de la misma.
Luchas defensivas
Como ya lo hemos mencionado en artículos anteriores, para terminar de dominar su empresa, la rectoría necesita aplastar al movimiento estudiantil opositor y mantener domesticados a los frentes estudiantiles. Este proceso se aceleró en las últimas protestas contra las viejas reformas académicas, en donde se enjuició sin derecho al debido proceso a dirigentes estudiantiles; el objetivo era amedrentar al resto. Sin duda la labor tuvo éxitos parciales, porque los ya domesticados frentes estudiantiles solo protestan para ver qué prebendas políticas logran arrancarle a la señora rectora.
Pero esta derrota parcial no fue fortuita, se asienta en una enorme desmoralización que fue provocada por la embestida brutal y neo neoliberalizante del gobierno de Juan Orlando Hernández. El último reducto de luchas en el país, era el movimiento estudiantil de la UNAH, tanto en San Pedro Sula como en Tegucigalpa.
Nuevas y viejas estrategias de lucha
Estas nuevas y viejas reformas académicas están enmarcadas en la rentabilidad de la universidad. Por ende, la lucha estudiantil, pasa por viarios ejes. Pero los más valiosos serian: la lucha por la democracia interna y representatividad, y la disputa contra la embestida económica traducida en reformas académicas.
El problema no solo son las unidades valorativas, aunque en este momento puede ser una consigna movilizadora; la lucha es por restituir el derecho de los estudiantes a ser escuchados y tener votos en las decisiones que se toman en la UNAH. Asimismo, debemos reflexionar. Esta batalla se debe librar con un trabajo estructural, que haya pase por aulas, y que las asociaciones asuman estructuralmente esta tarea. Junto a los frentes y el MAU, las asociaciones deben repartir volantes y palomillas, convocar a asambleas por asociaciones e intentar esbozar un plan mínimo de lucha. No quedar aislados debe ser una prioridad, hay que coordinar políticas conjuntas con el resto de los recintos universitarios, pero esta vez debe ser un trabajo conjunto y sin improvisaciones. La disyuntiva está planteada, es deber de los y las estudiantes dar la batalla por la democracia en la Universidad, y pasa por abolir las viejas y nuevas reformas académicas.