Por Clemente Bardales
Después que el gobierno de Estados Unidos agotó una negociación secreta con Nasralla, a mediados de diciembre del 2017, finalmente reconoció el “triunfo” de Juan Orlando Hernández (JOH), inclinando la balanza a favor del partido Nacional. De esta forma se terminó la incertidumbre. La reelección fue un hecho consumado, pero el verdadero elector no fue el pueblo de Honduras, sino el gobierno de Estados Unidos.
El llamado al Dialogo Nacional
Una vez ungido, el pasado 19 de diciembre del 2017, JOH pronunció un discurso moderado, llamando al Dialogo Nacional. “(…) Los resultados del proceso electoral fueron estrechos a nivel presidencial, sin embargo, la decisión de los electores consolidó una bancada preminente en el Congreso Nacional, igual hay una expresión electoral mayoritaria a nivel de las Alcaldías. Esos resultados no deben ser usados para proclamar división. (….). Los recientes resultados electorales nos deben mover a todos los hondureños a una profunda reflexión. (…) Es el momento de reiniciar el camino del entendimiento nacional, de la integración de la familia hondureña y de la unidad de propósitos. Honduras nos reclama un reencuentro nacional de todos los sectores de la sociedad. Sentamos a la mesa para definir en conjunto los objetivos fundamentales que como Nación debemos señalar y perseguir (…)” (El Heraldo 19/12/2017)
Precisamente porque los resultados fueron estrechos, fue que el Partido Nacional logró montar el mas espectacular fraude electoral, cambiando toda la información en los servidores del Tribunal Supremo Electoral (TSE). De esta manera, no solo se robaron la presidencia, sino que además lograron montar una mayoría de diputados y alcaldes nacionalistas.
El llamado a la reconciliación despertó a decenas de grupos de membrete de la llamada “sociedad civil”, quienes se prestan al juego de JOH tratando de sacar algún provecho económico.
La debilidad coyuntural del segundo gobierno de JOH
Pero el gobierno de JOH no es independiente, recibe y cumple instrucciones del imperialismo norteamericano. Apartando la maniobra, el llamado de JOH no debe tenerse como un acto de fortaleza e independencia, sino más bien de debilidad y subordinación.
Aunque JOH se coronó como presidente reelecto, la lucha de masas mostró, a nivel nacional e internacional, la naturaleza represiva y antidemocrática del régimen bonapartista que JOH y el Partido Nacional han construido en los últimos años. Por esta razón, este segundo gobierno de JOH es, por el momento, mucho más débil que el instaurado a inicios del 2014. En una democracia burguesa, cualquier gobierno debe ostentar una mínima legitimidad democrática. Esto no existe en Honduras. Este segundo gobierno de JOH se apoya más en la fuerza del Ejercito y los diferentes cuerpos de Policía, que en la credibilidad popular.
El imperialismo norteamericano quiere regímenes fuertes, que le ayuden a combatir el crimen organizado y el narcotráfico en Honduras y Centroamérica, pero por el momento no quiere dictaduras, porque estas terminan siendo rechazadas y combatidas por el pueblo. Por ello, la administración Trump y el propio JOH están conscientes que necesitan acelerar el plan de reformas democráticas en Honduras para ganar un mínimo consenso social, y contener el descontento popular.
El primer paso para implementar reformas democráticas, que no serían boicoteadas por la oposición, es obviamente el Dialogo Nacional, donde serian negociadas el contenido y profundidad de las mismas.
Se tragaron el anzuelo
Inicialmente JOH convocó al Dialogo Nacional como una maniobra para poder juramentar a sus alcaldes y diputados en el Congreso Nacional. Necesitaba ganar tiempo, detener las movilizaciones, para juramentarse el también como presidente reelecto. Este momento no fue analizado correctamente por la Alianza de Oposición contra la Dictadura, liderada por el dúo Nasralla-Mel Zelaya y el partido LIBRE.
Desde Estados Unidos, Nasralla aceptó participar en el Dialogo Nacional, Mel se opuso al inicio, pero después hizo un giro y se puso de acuerdo con Nasralla. Ambos dirigentes, mantuvieron posiciones contradictorias que contribuyeron a desmoralizar a las masas que luchaban en las calles, lo que terminó incidiendo en la desmovilización.
Ambos dijeron que no querían una negociación directa con JOH, sino que el Dialogo Nacional se realizara a través de mediadores, una especie de mandaderos que llevarían y traerían los mensajes. Después dijeron que era necesario un mediador internacional y que los acuerdos tuvieron efecto vinculante. Poco a poco, con un poco de ruido por las declaraciones estridentes y contradictorias de Nasralla o del propio Mel Zelaya, la propuesta de Dialogo Nacional fue validada por ambos.
De esta manera, la agenda política en Honduras ya no gira en torno a la lucha de masas contra el fraude electoral, ni siquiera en la necesidad de convocar a nuevas elecciones, sino en cómo instalar un Dialogo Nacional que por el momento no se le ve principio ni fin.
En vez de oponerse tajantemente, para crear mejores condiciones de lucha, manteniendo la tensión de la presión social en las calles con el objetivo de anular el resultado electoral y convocar a nuevas elecciones, Nasralla y Mel Zelaya terminaron tragándose el anzuelo, cayendo en la trampa.
Las recomendaciones de la ONU
En ese proceso, tanto el gobierno de JOH como Nasralla-Zelaya aceptaron la mediación de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Después de una visita a Honduras, de la misión exploratoria del Departamento de Asuntos Políticos de la ONU, esta no logró instalar el ansiado Dialogo Nacional, sino que se limitó a recomendar que “el nombre del mediador/facilitador debe ser aprobado por los principales actores políticos”, es decir, que la ONU se negó a mediar sino era nombrado por ambas partes.
Al producirse un impasse, tanto JOH como la Alianza volvieron a las mutuas recriminaciones. El Partido Nacional acusó a la Alianza de apoyarse en las maras, el binomio Nasralla-Zelaya volvieron a insistir en nuevas elecciones y se investigara la violación a los derechos humanos, etc. La denuncia de que Nasralla-Zelaya están aliados a las maras, persigue el objetivo que Estados Unidos presiones directamente a la Alianza.
Las preocupaciones de la Iglesia Católica
El frenazo en la instalación del Dialogo Nacional, preocupó a los obispos de la Conferencia Episcopal de Honduras, quienes hicieron publica una carta dirigida a JOH y Nasralla, en la que manifestaban lo siguiente: “Es conocida a nivel nacional e internacional la crisis post electoral, por lo que no podemos ni debemos prolongar una crisis que paraliza el país y que no propicia cambios profundos en el seno de la sociedad. La salida es un diálogo inclusivo con la presencia de todos los sectores a fin de superar la crisis” (…) La ausencia de diálogo entre ustedes dos, profundiza la crisis política en el país. Si no se logran a corto plazo acuerdos reales, racionales y altruistas, se agudizará la violencia, habrá mayor represión militar y policial, aumentarán las víctimas mortales, se paralizará la economía, se acrecentará la pobreza, se dividirá aún más la población, lo que podría derivar en ingobernabilidad” (…) Acepten un arbitraje mediado por alguna de las instituciones internacionales de las que Honduras es miembro, que posibilite un diálogo franco y sin condiciones, que concilie sus posiciones sin ventajas políticas para nadie a fin de llegar a las decisiones que beneficien a la sociedad”, (15/01/2018)
Las preocupaciones de la Iglesia tienen su fundamento en el enorme descontento social existente en Honduras, especialmente después del fraude electoral. Por ello presionan a las partes para que se instale urgentemente el Dialogo Nacional.
La visita de altos funcionarios norteamericanos
El pasado 14 de febrero arribó a Tegucigalpa el señor John S. Creamer, subsecretario de Estado Adjunto de Estados Unidos para México, Cuba y Centroamérica, confirma que, para el Departamento de Estado, Honduras se ha transformado en una prioridad. Por lo tanto, no hay cheque en blanco firmado a favor de JOH, la ayuda económica y el reconocimiento diplomático estás condicionados al cumplimiento del plan desarrollado por la administración Trump.
En una declaración a los medios de comunicación, Creamer dijo lo siguiente: “Reconocí en la reunión los resultados logrados por el gobierno sobre todo en seguridad, la impresionante reducción en la tasa de homicidios. Al mismo tiempo hablamos sobre nuestra necesidad de seguir apoyando al Ministerio Público, también la MACCIH, dos instituciones claves en la lucha contra la corrupción. Conversamos también sobre la coyuntura actual del país y la necesidad de lanzar un diálogo nacional amplio, creíble y transparente, con el apoyo de la comunidad internacional para atender las demandas expresadas en las elecciones del mes de noviembre pasado”.(El Heraldo 15/02/2018)
Como se puede observar, la prioridad de la administración Trump en Honduras es la lucha contra el narcotráfico, crimen organizado (especialmente contra la Mara Salvatrucha MS-13), migración y también la lucha contra la corrupción, lo que pasa por el apoyo a la MACCIH, un organismo que, a pesar de su ineficacia, no agrada mucho a JOH y al Partido Nacional Y como punto especial, la política de Estados Unidos pasa por la instalación del Dialogo Nacional “amplio, creíble y transparente” para sanar las heridas causadas por el fraude electoral de noviembre del 2017.
El 25 de febrero arribó a Tegucigalpa la señora Nikki Haley, miembro del Consejo de Seguridad Nacional y embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, siendo la segunda funcionaria de alto nivel que arriba a Honduras durante el mes de febrero. La Embajadora Haley se reunió no solo con JOH, sino también con líderes de la sociedad civil “para destacar las alianzas estadounidenses en la región, enfocadas en la lucha contra la corrupción y el narcotráfico” (El Heraldo, 26/02/2018).
Al rescate
Para destrabar el impasse, Luis Zelaya, presidente del Consejo Central Ejecutivo del Partido Liberal (CCEPL), propuso crear “una junta de convocantes de expresidentes de la República... poder de convocatoria tienen los expresidentes Zelaya, Maduro, Carlos Flores; sentados sobre la mesa después de esa convocatoria vendrá el mediador internacional” (La tribuna, 27/02/2018).
Esta propuesta, que incluye al propio Mel Zelaya, pretende iniciar una negociación al mas alto nivel de los grupos de poder en Honduras.