Por Carlos Alberto Funes
El 13 de marzo de 2020 la Secretaría de Educación envió una circular en la que se ordenaba el cierre de los centros educativos durante 14 días a consecuencia de la llegada del virus SARS-COV-2, desde entonces, la educación hondureña sufrió un retroceso trágico que las nuevas generaciones cargarán en sus mentes, son dos años ya sin clases presenciales, menos que medianamente virtuales, y, ahora; con un frío retorno a las aulas de clase.
Fueron dos años en que la narcodictadura se interesó solamente en robarse el dinero, y, en ningún momento hicieron algún esfuerzo mínimo por solventar el proceso educativo a través de un sistema virtual. El ex ministro de Educación Arnaldo Bueso, se dedicó todo ese tiempo ha distribuir la bolsa solidaria como un activista más del Partido Nacional, en reiterados foros televisivos se defendió como gato panza arriba ante los señalamientos que los dirigentes magisteriales le señalaban descubriendo su ignorancia en cuanto a política educativa. Fueron los docentes y las madres de familia que trataron de mantener viva la llama del proceso enseñanza aprendizaje.
El nuevo gobierno y el ilusionismo del retorno
El 28 de enero de 2022 asumió el poder el Partido Libertad y Refundación (LIBRE) con doña Xiomara Castro en la presidencia de la república. Las nuevas autoridades en Educación se dieron a conocer en la última semana de enero generando mucha incertidumbre y caos en el inicio escolar, si bien es cierto que el gobierno saliente trató de retirarse creando inestabilidad en el sector educativo para sacar provecho y exprimir los últimos beneficios en dicha secretaría del Estado, no hay que desconocer que las nuevas autoridades educativas iniciaron cometiendo varios errores que más bien pareciera, son actos de “ilusionismo” para sacudirse de la espalda la responsabilidad del retorno seguro a clases.
Los antes dirigentes magisteriales y ahora autoridades de Educación no pueden aducir desconocimiento en educación para decidir políticas educativas contundentes que encarrilen el proceso hacia la luz al final del túnel, obviamente, tomar decisiones contundentes ante una realidad de carestía como la que han presentado; significa generarse rechazo de un sector o del otro. Sin embargo, en este momento lo más importante es salvar la educación.
La Presidenta del país doña Xiomara Castro, para bien o para mal decidió entregarle la educación a los dirigentes magisteriales que apedreaban al ex ministro Arnaldo Bueso cuando se hablaba del retorno a clases. El actual ministro de educación, los tres vice ministros y toda la estructura de las departamentales con sus distritales respectivas son personas que han salido de la lucha en las calles durante 12 años en que se aguantó la dictadura del partido Nacional, son los mismos dirigentes que denunciaban todos los días las debilidades de la educación virtual ante la ausencia del internet en las familias hondureñas, de la falta de las herramientas tecnológicas y de la falta de los implementos de bioseguridad, entonces… un acto de magia pura: ni presencial ni virtual.
Al no poder cumplir con el acondicionamiento de las instalaciones físicas de los centros educativos, no poder cumplir con internet gratis y otorgar herramientas tecnológicas a los educandos, no poder cumplir con los implementos de bioseguridad, como solución se ha llamado a un sistema semipresencial, que ni es virtual ni presencial.
El retorno seguro debe ser total y nacional
El colapsar los hospitales con masivos contagios sigue siendo el motivo para no hacer un llamado normal a clases presenciales, es una necesidad que no se puede seguir alargando el que educandos y docentes se adueñen nuevamente de sus espacios educativos. La educación virtual en los centros públicos ha sido un fracaso terrible, no por culpa de los docentes ni de los alumnos, sino más bien por la irresponsabilidad de un gobierno que nunca le importó la educación y de autoridades actuales que temen tomar decisiones que les genere rechazo de la base del magisterio.
Las autoridades actuales ya no deben pensar creyendo que siguen siendo dirigentes magisteriales, ahora son funcionarios públicos y deben tomar decisiones por el bien académico de una juventud marginada y maltratada. La educación necesita arrancar y hasta ahora solo se ha disfrazado, el retorno seguro a clases es impostergable, el discurso que “no hay dinero” ya no debe ser excusa.