Por Carlos Alberto Funez
El Partido Liberal de Honduras fue fundado por el Doctor Policarpo Bonilla el 5 de febrero de 1891; su fundamento ideológico tuvo su base en el legado del Abogado Dionisio de Herrera (primer presidente del país entre 1824 -1827), y del Doctor Marco Aurelio Soto (1876 - 1883).
A finales del Siglo XIX, con la Reforma Liberal implementada en el gobierno de Marco Aurelio Soto junto a su primo Ramón Rosa, se reestructuró la administración del Estado y se aprobaron leyes que en su conjunto fueron bautizadas como Reforma Liberal, fue en este momento histórico en que surgió el liberalismo como una organización política encaminada para administrar los destinos del país. La Reforma Liberal significó importantes avances a nivel estructural en la sociedad hondureña, también dio legalidad a la entrada de capital extranjero que determinó una vergonzosa influencia y sometimiento político hasta el año 1982.
Durante casi todo el S. XX se pueden identificar en la historia del país los siguientes acontecimientos: guerras civiles intestinas, la dictadura de Carías y la creación de las Fuerzas Armadas, periodos en los cuales, el Partido Liberal pasó a la llanura.
El Papel Reaccionario del PLH
Con los cambios suscitados en Centro América a inicios de la década de los ochenta, para contrarrestar los procesos revolucionarios y las guerras civiles, la política estadounidense se empeñó en detener a toda costa dichos procesos mediante la instauración de gobiernos democrático-burgueses. Es así como, en 1982 asume el gobierno de Honduras el Partido Liberal, con Roberto Suazo Córdova como presidente del poder ejecutivo.
Todo hace pensar que el PLH, antes de 1982, enarbolaba una bandera ideológica más cercana a los intereses del pueblo, que lo definía como un partido de centroizquierda; esto no era casual, ya que el Partido Nacional, con Tiburcio Carías Andino, ejerció una dictadura extremadamente represiva contra la oposición, caracterizada por el encierro, destierro o entierro. También, los nacionalistas por su línea de ultraderecha claramente conservadora, casi siempre tuvieron como aliados a las Fuerzas Armadas, apoyando subrepticiamente los golpes de Estado que se orquestaban desde las barracas militares.
Desde 1982, en el PLH se diferencian dos enormes fuerzas: una conservadora con pensamiento muy similar al del Partido Nacional (PNH), y otra compuesta por un sector más progresista que se acerca a las masas, y que exigen cambios profundos en el país. Los conservadores liberales ganaron las elecciones generales con Roberto Suazo Córdova (1982-1986), José Simón Azcona (1986-1990) y Carlos Roberto Flores Facussé (1998-2002). En cambio, el sector más progresista llegó a la presidencia con Carlos Roberto Reina (1994-1998), y luego con Manuel Zelaya Rosales (2006-2009). Es de aclarar que ninguno de estos presidentes hubiera ganado una elección sin el apoyo total del otro bando.
Fuertes luchas internas en el PLH casi le hacen perder la presidencia a José Simón Azcona, en elecciones generales que generaron una crisis política profunda, y que fue solventada con la negociación de la famosa Opción “B”. En noviembre de 1985 las papeletas para las elecciones generales tenían las fotografías de todos los candidatos, tanto del Partido Liberal como del Partido Nacional; a nivel individual el más votado fue Rafael Leonardo Callejas del Partido Nacional. No obstante, a nivel de partido el más votado fue el PLH, y dentro de la papeleta de éste, el que tuvo más votos fue José Simón Azcona.
La negociación con los nacionalistas implicó la entrega de gran parte del pastel, el cual se bautizó con el nombre de Pacto de Unidad Nacional (PUN).
En esos 16 años de gobiernos liberales (Suazo Córdova, Azcona, Reina y Flores), estos, siempre llegaron a acuerdos políticos con los nacionalistas, cumpliendo a cabalidad con las políticas contrarrevolucionarias ordenadas desde el imperio. Fue en el quinto gobierno liberal de Manuel Zelaya Rosales (2006-2009) que se giró la mirada principalmente a los países de la Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe (ALBA).
Aunado al hecho de que se dieron una serie de medidas populistas implementadas por el presidente Zelaya, todo esto alimentó la sed de poder del grupo conservador Liberal, que no titubeó en establecer una alianza con su eterno contrincante el PNH, y, en contubernio con los poderes fácticos del país, ejecutaron el Golpe de Estado del 2009. Este funesto acontecimiento partió de un tajo en dos al PLH, iniciando con ello su agónica muerte.
El Pataleo de quien Agoniza
El 31 de enero del presente año, el Consejo Ejecutivo del PLH anunció la expulsión del alcalde Erick Mejía y de la diputada Kritza Pérez, acusándolos de negociar con el partido gobernante LIBRE. Lo anterior generó un interesante intercambio de acusaciones entre Luis Zelaya y el actual presidente de los liberales, Yani Rosenthal.
Más allá de las frases acusadoras y despectivas que se dijeron entre sí, es de profundo interés el visualizar que el PLH, en su 133 aniversario de existencia avanza hacia una muerte segura, el idilio de su sector más conservador con el Partido Nacional será pagado con su propio exterminio, pues el pueblo hondureño, en los últimos cuatro procesos electorales le ha ido dando la espalda, pues no le perdona que se halla aliado con las fuerzas más oscuras y apátridas del país, ejecutando un Golpe de Estado tan sangriento y terrible, que todavía lo estamos pagando todos y cada uno de los que pertenecemos a esta patria tantas veces subyugada, vilipendiada y explotada.