Por:  Josué Sevilla

¿Cómo se empezó a celebrar el 1 de mayo en Honduras? La discusión sobre el 1 de mayo surgió en 1925, en el periódico El Cronista dirigido por el intelectual conservador Paulino Valladares (Posas, 1977, `pág. 35).  En 1926, se celebró por primera vez el 1 de mayo en Tegucigalpa y la ciudad de El Progreso por iniciativa de la Federación de Sociedades Obreras del Norte.

El obrerismo de la costa norte por esos años era el más beligerante del país debido a la explotación de la clase obrera por los Trust norteamericanos en las plantaciones bananeras. Es decir, la Prisión verde de Ramón Amaya Amador (Amador, 1999).

Empero, la celebración del 1 de mayo se hizo normal dado que los comunistas hondureños—quienes se organizaron en el primer Partido Comunista de Honduras creado en 1928— y los Mutualistas a través de sus plataformas obreras reivindicaron el día del trabajador en 1927 y 1928.

Las plataformas obreras de la década de 1920 fueron la Federación Obrera Hondureña (FOH) de orientación mutualista-cooperativista y la Federación Sindical Hondureña (FSH) orientada por los comunistas hondureños como Manuel Cálix Herrera (1906-39) y Maximiliano Ucles. Cabe recalcar que la FSH, fue más radical en sus exigencias contra el Estado, la hegemonía de EUA, y las compañías bananeras. Los comunistas demandaron una ley laboral, ocho horas de trabajo, salubridad, y creación de sindicatos dentro de las compañías bananeras (Sevilla, 2021).

En 1929, el Estado oficializó el 1 de mayo como el Día del Trabajador en Honduras, durante el gobierno de Vicente Mejía Colindres (1929-33). A principios de 1930, el PCH fue acusado de promover una huelga general contra las compañías bananeras y el 1 de mayo se celebró con restricciones que impuso Mejía Colindres. No obstante, durante la dictadura de Tiburcio Carías Andino (1933-49) se prohibió este día festivo de los Trabajadores. En las décadas de 1940 y 1950, el movimiento popular de esos años volvió a reivindicar el 1 de mayo como Día del Trabajador.

En 1952, el Comité Coordinador Obrero (CCO) intentó celebrar el Día del Trabajador en el mercado Mama Chepa de Tegucigalpa, pero fue reprimido por la Policía, según el histórico dirigente Sebastián Suazo (1927), compañero; quien a sus 96 años vivió este auge obrerista (Oliva, 2013). En 1953, se volvió a intentar celebrar el 1 de mayo en la ciudad de la Lima (Barahona, 2001), pero también fue reprimido por la policía de las compañías bananeras (guardia Blanca).

El movimiento popular hondureño se preparó el siguiente año y dicha manifestación culminó en la huelga bananera de 1954 que paralizó por 69 días los principales centros urbanos en nuestro país. Las cinco terminales de la Tela RR. Co. se integraron a la huelga (Barahona, 2004). La ciudad de El Progreso, se convirtió en el corazón de la huelga. Por esa razón, fue en esta ciudad donde se organizó el Primer Comité Central de Huelga, dirigido en su mayoría por los comunistas hondureños.

Aunque el timorato gobierno del nacionalista Juan Manuel Gálvez (1949-54) acusó de haber cerebros oscuros en la organización de la huelga, en realidad la misma se debió a una alianza entre los jóvenes intelectuales del Partido Democrático Revolucionario Hondureño (PDRH) y los comunistas hondureños durante los años de 1946-54. Estos dos actores acumularon fuerzas y crearon uno de los movimientos clandestinos y más reivindicativos de la historia hondureña del siglo XX.

Los resultados de esta huelga bananera de 1954 a largo plazo permitieron el reconocimiento de los derechos laborales de los trabajadores hondureños: Código del Trabajo, ocho horas laborales, seguridad social, y el derecho a la sindicalización. Estos elementos fueron parte del estado de bienestar que gozó la clase trabajadora hasta antes de que las políticas neoliberales condujeran a un proceso de destrucción de las conquistas obreras.

Desde aquella gesta heroica del Movimiento Popular, en 1954, el 1 de mayo ha sido nuestra principal trinchera para denunciar los peores atropellos a la sociedad hondureña; incluso en las etapas más difíciles como la de los gobiernos militares (1963-82); la década de 1980, los ajustes estructurales neoliberales en la década de 1990, y la reciente etapa cachureca de Pepe Lobo y JOH, artífices del narco estado (2010-2022).

Rindo homenaje a las generaciones de hondureños que hicieron posible visibilizar las luchas del movimiento popular y que nos legaron la celebración del 1 de mayo. No a la politización del 1 de mayo y del movimiento popular quien debe de mantener su independencia de los políticos y politiqueros mal intencionados. Si a la lucha y organización constante de la clase obrera para derrocar el estado neoliberal hondureño del siglo XXI, en alianza con los sectores democráticos.

Hemeroteca

Archivo