Por Sebastián Chavarría Domínguez

Existe una relación política muy estrecha entre los regímenes dictatoriales de Venezuela y Nicaragua. De eso no hay duda. Y no nos referimos al tratado del ALBA-TPC, sino al comportamiento político de ambos gobiernos.

La resistencia de Maduro

La administración de Donald Trump desató una feroz ofensiva contra el gobierno de Nicolas Maduro, que incluyó un conjunto de sanciones económicas, incluso el fomento de un golpe de Estado en 2019, el cual no se produjo porque la alta oficialidad del ejercito cerró filas con el chavismo, en la defensa de sus propios intereses materiales.

Sin lugar a dudas, el bloqueo imperialista y las sanciones económicas agravaron la crisis económica en Venezuela, con su secuela de hambre, miseria y migración masiva. Bajo la asesoría cubana, la conducción chavista logró sobrevivir a la era Trump, y en este proceso logró también desarticular a la oposición burguesa, encabezada por Leopoldo López y después por Juan Guaidó.

Aunque Venezuela esta en ruinas, el gobierno de Maduro logró sobrevivir a la tormenta, y hoy comienzan a soplarle vientos un poco más favorables, bajo la administración de Joe Biden.

Lento retorno a las negociaciones

Poco a poco, la Unión Europea (UE) y Estados Unidos se ponen de acuerdo en nuevo escenario de negociaciones con el gobierno de Maduro. Muchas de estas negociaciones en el pasado fracasaron, pero ahora parecen tener un escenario distinto.

El gobierno paralelo de Juan Guaidó fue un fracaso. Dentro de la oposición venezolana hay un ala, encabezada por Enrique Capriles, que se muestra mas proclive a negociar con Maduro una transición democrática. Incluso, hasta Guaidó ha anunciado estar dispuesto a negociar con Maduro.

Maduro ha concedido un tercio de los magistrados del Consejo Nacional Electoral (CNE) a esta ala de la oposición, de cara a las elecciones regionales este año. Obviamente Maduro, insiste en el levantamiento de las sanciones como condiciones indispensables para llegar a acuerdos políticos.

La declaración conjunta Estados Unidos, la Unión Europea y Canadá

El pasado 25 de junio, Estados Unidos, la Unión Europea y Canadá emitieron una inusual declaración conjunta en la que se comprometieron a levantar las sanciones económicas contra Venezuela, si hay avance en las negociaciones: “(…) Aplaudimos avances sustantivos y creíbles para restaurar los procesos democráticos e instituciones centrales de Venezuela y estamos dispuestos a revisar la política de sanciones sobre la base de un progreso significante en una negociación global".

Esto representa un triunfo político para al chavismo y el gobierno de Maduro. Los tiempos duros ya pasaron, aunque persisten las tensiones con el imperialismo norteamericano y europeo.

Ortega aplica el modelo de negociación de Maduro.

La dictadura Ortega-Murillo logró maniobrar y derrotar la rebelión de abril del 2018, recuperando el control total del país, en parte por la incapacidad política de la oposición burguesa. La analogía con Venezuela es increíble.

Habiendo llegado el momento clave de la convocatoria de elecciones generales para noviembre de este año en Nicaragua, Ortega, retomando el ejemplo de Maduro, ha lanzado una nueva ofensiva para mantenerse en el poder, incrementando los niveles de represión, encarcelando a los líderes de la oposición burguesa, desarticulando los bloques de oposición, mostrando una férrea voluntad de mantenerse en el poder a cualquier costo.

Este hecho tomo desprevenido a los aspirantes presidenciales, los cuales en su mayoría están bajo prisión preventiva, con procesos penales abiertos. Antes que el Congreso de Estados Unidos aprueba mas sanciones con la ley RENACER, Ortega se ha adelantado y ha capturado a la cúpula política, de la misma manera que en su momento lo hizo Maduro contra Leopoldo López y otros.

El objetivo es tenerlos de rehenes y obligar a Estados Unidos y sus aliados, a iniciar una negociación que termine en el reconocimiento de un nuevo periodo presidencial, y que sea el propio Ortega quien realice los cambios democráticos, pero desde el poder.

Todavía no queda claro si esta negociación se producirá antes de las elecciones o después, lo que si esta claro es que Ortega y Murillo no van a renunciar fácilmente al triunfo militar que obtuvieron al aplastar la rebelión de abril del 2018.

Mientras tanto, la situación al interior de Nicaragua es muy tensa, ha crecido la represión selectiva contra la dirigencia de la UNAB, la dictadura ha logrado imponer el terror y el miedo. Estas nuevas condiciones tienen el objetivo de desalentar el voto opositor, que crezca la abstención, para que el FSLN gane “limpiamente” as elecciones de noviembre de este año.

La estrategia de negociación forzada de Ortega está basada en la experiencia de Maduro en Venezuela.

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