Por Melchor Benavente
Nicaragua es quizás el único país del mundo, después de Estados Unidos, lugar donde no se celebra el 1 de Mayo. A pesar que el sandinismo, durante el periodo 1990-2006, se apoyó y manipuló la movilización de los pocos sindicatos de empleados públicos, apenas retornó al poder en el año 2007 inicio un proceso de domesticación de estos, hasta reducirlos a la nada.
En el año 2009, utilizando el pretexto de combatir la epidemia de gripe H1N1, el presidente Daniel Ortega, mediante el Decreto de “Emergencia Sanitaria” prohibió la marcha del 1 de Mayo.
En el año 2010 el acto oficial del 1 de Mayo se celebró el día viernes 30 de abril, en la llamada “Plaza de las Victorias”. En el año 2011, el sandinismo celebró nuevamente el día internacional de los trabajadores, no el 1 de Mayo, sino el 29 de abril.
El 30 de abril del 2012 falleció el comandante Tomas Borge, y las centrales sindicales ligadas al FSLN convocaron a una marcha fúnebre en su honor, cancelando la tradicional marcha del 1 de mayo.
Las dos corrientes sindicales del sandinismo
Los sindicatos controlados por el FSLN están divididos en dos corrientes: el Frente Nacional de los Trabajadores (FNT) y la Central Sandinista de los Trabajadores (CST).
El FNT agrupa a los sindicatos de empleados públicos, es dirigido por Gustavo Porras, presidente de la Asamblea Nacional y número tres en la línea de sucesión presidencial. Por su parte, la CST controla a obreros industriales, industria de la construcción y un pequeño sector de las maquilas. Esta corriente es dirigida por Roberto Gonzalez. Esta división de los sindicatos controlados por el sandinismo resulta incomprensible, porque ambos sectores son fieles y obedientes al matrimonio Ortega-Murillo
La incapacidad de las centrales de derecha
Desde el año 2007, las centrales sindicales controladas por la patronal, agrupadas en el llamado Congreso Permanente de los Trabajadores (CPT), que reúne a la CUS, CAUS, CGT, CTN, no solo se debilitaron, sino que comenzaron a girar en torno al aparato estatal controlado por el FSLN.
Cuando el FSLN ordeno suspender las marchas del 1 de mayo, las centrales del CPT, acosadas y presionadas, no lograron atraer a los trabajadores. El resultado ha sido un vacío absoluto de conducción sindical.
Un enorme vacío de dirección
En Nicaragua existe un déficit de organización sindical. Bajo la dictadura de Somoza existían muy pocos sindicatos, y estos eran reprimidos y perseguidos. Con la revolución de 1979, se produjo un auge en la organización sindical, pero estos organismos fueron controlados por el FSLN, quien los subordinó a las desastrosas políticas gubernamentales en el periodo de la revolución.
En 1990, con el cambio de gobierno, surgieron nuevos sindicatos, pero estos fueron controlados por las centrales aliadas a la patronal, mientras un sector de los trabajadores permaneció bajo el control del FSLN.
Durante el llamado periodo neoliberal (1990-2006) el sandinismo en la oposición utilizó sus dos brazos sindicales, el FNT y la CST, para manipular el descontento de los trabajadores y obligar a los gobiernos de turno a hacer concesiones políticas.
La falta de conducción sindical se notó durante la rebelión popular de abril del 2018, en donde los trabajadores no jugaron ningún rol. Esta ausencia de la clase trabajadora fue lo que permitió que los ongs tuviesen un rol de dirección política improvisada, que por cierto fue desastrosa.
Esta ausencia de conducción sindical es lo que ha permitido a la dictadura, imponer rigurosos planes de ajustes, como la reforma del seguro social, que redujo el monto de las pensiones, o mantener los salarios prácticamente congelados mientras la inflación devora el salario real de los trabajadores.
Recuperar y ampliar los sindicatos
Para recuperar la capacidad de los sindicatos, y ampliar el nivel de organización de los trabajadores, se requiere luchar contra la burocracia sindical sandinista, tanto dentro del FNT como de la CST, así como también combatir a la corrupta burocracia de las centrales del CPT.
La lucha por la democratización de Nicaragua pasa también por la lucha por recuperar los sindicatos, y ampliar la organización de la clase trabajadora, sobre todo el gran sector de las maquilas, compuesto en su mayoría por mujeres trabajadoras.