Por Sebastián Chavarria Domínguez
Hace cuatros años, en octubre del 2018, cuando ya habían sido aplastadas militarmente las protestas populares, y la dictadura había logrado superar la crisis, nació en Octubre la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), como un frente de lucha común, de naturaleza defensiva, ante la represión de la dictadura.
En ese frente común participaban todas las agrupaciones que había nacido al calor del estallido social en abril del 2018, las fuerzas políticas tradicionales, incluso una nutrida representación de los empresarios, como el COSEP, agrupados en la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD).
El primer Consejo Político (CP) de la UNAB tuvo una fuerte representación de la ACJD. Fue hasta enero del 2020, en vísperas de la conformación del segundo CP, que, por ambiciones políticas y electorales contradictorias entre las fuerzas que conformaban la UNAB, la ACJD decidió separarse de la UNAB.
La pelea por el control de la UNAB
En el periodo de octubre del 2018 a enero del 2020, marcado por la represión, el encarcelamiento de centenares de activistas, y el fracaso del segundo Dialogo Nacional, hubo un forcejeo interno por el control del membrete de la UNAB.
En su interior, había dos grandes sectores. Por un lado, la ACJD dominada por los empresarios del COSEP, y que tenia un claro plan de agrupar a las fuerzas de derecha en una hipotética apertura democrática, de cara a las elecciones del 2021. Y por el otro lado, un sector mas plebeyo, que reflejaba la radicalización de la clase media y de algunos sectores populares, compuesto por tres pequeñas corrientes.
a.- La Articulación de Movimientos Sociales (AMS) que agrupaba a no más de 30 ongs, con sus respectivas clientelas sociales, y que manejaba un discurso radical contra la dictadura y de críticas hacia los empresarios. Los grupos estudiantiles agrupados en la Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia (CUDJ) era su activo más valioso. La AMS tiene su origen en el Movimiento por el Rescate del Sandinismo (MPRS) que había fundado Herty Lewites, pero que después se transformó en un organismo de la sociedad civil” y terminó siendo conducido por Mónica Baltodano y Julio López. Esta corriente era la supuesta “izquierda” de la UNAB, al menos así se vendía en el extranjero.
b.- El Movimiento Renovador Sandinista (MRS), ahora denominado UNAMOS, que también controlaba movimientos sociales a través de ongs, Durante algún tiempo, el MRS mantuvo un discurso ambivalente, un pie dentro de la ACJD y otro dentro de la UNAB, hasta que la cercanía de la campaña electoral del 2021, desencadenó en una ruptura con los empresarios del COSEP, que por cierto no eran homogéneos.
c. Los liberales disidentes, encabezados por Felix Maradiaga. Los disidentes o expulsados del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) y también del Partido Ciudadanos por la Libertad (CxL) se reactivaron a partir de las protestas de abril del 2018, y vieron la oportunidad de tomar el control. Se salieron de sus partidos, pero llevaron todos los vicios de la corrupción y del clientelismo político al interior de la UNAB.
Composición y descomposición interna de la UNAB
Una vez que la ACJD se salió de la UNAB en enero del 2020, las tres corrientes eligieron un nuevo CP, en el que Felix Maradiaga obtuvo un rol predominante. Las dos corrientes disidentes del sandinismo, como la AMS y el MRS, compartieron casi equitativamente la conducción, pero decidieron que los liberales disidentes aparecieran como dirigentes principales.
La representación era por grupo, independiente de la cantidad de personas que agrupara. De esta manera, la AMS, que tenia duplicidad de grupos, logró mantener el 50% de los cargos en el CP. Hasta un momento determinado, los votos de la AMS ejercían una especie de veto ante cualquier decisión que les perjudicase, como, por ejemplo, la propuesta de cambiar la forma de elección del CP, que fuese por representación territorial y no por grupos.
Pero los efectos de la derrota se hicieron sentir al interior de la UNAB. Ya para el año 2019, la mayoría de los grupos autoconvocados se habían retirado, cansados de los pleitos intestinos, y porque sentían que no había una estrategia clara.
Los grupos estudiantiles fueron desapareciendo lentamente, la CUDJ quedó prácticamente en el cascaron, sin ningún tipo de incidencia dentro de las universidades, después que la mayoría de los dirigentes de la primera oleada fueron expulsados, encarcelados o enviados al exilio.
Quizas, lo que mas afectó a las agrupaciones de la UNAB, no fue solo la represión, que fue constante, sino también la corrupción que los ongs introdujeron al manejar cuantiosos recursos. Cada ong tenia un sector o base social que seguía las políticas de los donantes. Los activistas se reunían en hoteles, con almuerzo y viáticos asegurados, para cumplir con los requisitos del proyecto que los donantes financiaban. Los donantes eran fundaciones norteamericanas o europeas, que imponían líneas políticas, que no necesariamente reflejaban los problemas que la gente vivía en las calles.
Los ocultos fines electorales
Al final, dentro de la UNAB quedó un grupo de funcionarios de los ongs, o activistas pagados, que no tenían un criterio independiente. El peso de los disidentes liberales aumentó con el tiempo, los sectores progresistas y críticos fueron anulados. El objetivo central era utilizar la marca de la UNAB con fines electorales.
Lejos de convertirse en una nueva fuerza política, apoyada y financiada por sus miembros, el membrete de la UNAB era disputado para llevarlo como brazalete en una futura alianza electoral.
Si bien era correcto aprovechar una posible apertura electoral, el problema central fue que la UNAB no tenía una política independiente, sino que serviría como escalera política para partidos de derecha, reaccionarios.
Tanto la AMS como el MRS se negaron a construir una nueva fuerza política, porque ambos, aunque tenían diferencias, trataron de replicar, cada quien a su manera, las experiencias de alianzas políticas con el Partido Liberal Independiente (PLI) de Eduardo Montealegre en 2011, y la fracasada Coalición Nacional por la Democracia (CND) para las elecciones del 2016, cuando de repente la personalidad jurídica del PLI le fue otorgada a otra fracción. En ese momento, el MRS impulsó la creación del Frente Amplio por la Democracia (FAD), con los disidentes del liberalismo.
Para la elección del tercer CP en enero del 2021, Felix Maradiaga, de la minúscula Unión Nacional Autoconvocada (UNA) fue electo líder supremo de la UNAB, y postulado en los hechos como precandidato presidencial.
Las diferencias entre al ACJD y la UNAB era abismales. La ACJD plantea una alianza electoral liderada por CxL. La UNAB, controlada por el bloque (UNA, AMS y MRS) planteaba la creación de la Coalición Nacional (CN) con partidos como el PLC y el dudoso Partido de la Restauración Democrática (PRD).
La AMS se retiró lentamente del proyecto electoral, pero el MRS con la UNA siguió firmemente aferrado a convertir a la UNAB en un nuevo FAD, y a la CN como la expresión de la famosa unidad opositora.
Las políticas de alianzas con el PLC tuvieron un efecto desmoralizante en las reducidas bases de la UNAB. Para desviar las críticas, la cúpula de la UNAB manejó un discurso triunfalista sobre la ampliación del trabajo territorial, que en realidad era la recolección de los residuos de las corrientes liberales disidentes.
La UNAB afirmó que había logrado constituir directivas en los 153 municipios, pero en la elección del CP los candidatos de la llamada sociedad civil, que apenas obtuvieron 17 y 24 votos, quedaran electos como miembros del CP, y los candidatos que obtuvieron el doble de votos quedaron fuera. Por el sector territorial hubo apenas tres electos, cuando se suponía que los consejos municipales eran la mayoría. Todas estas mentiras tenían el objetivo a ultranza de lograr una cuota de poder dentro de la CN.
Incluso, sin haber logrado movilizar a la población por las necesarias y vitales reformas electorales, la cúpula de la UNAB se lanzó sin paracaídas a la aventura electoral, creyendo que se repetiría un triunfo electoral como el de 1990, cuando el pueblo salió a votar masivamente contra el sandinismo.
La dictadura apretó la soga
Después vino lo impensable, a pesar que algunos habían dado la voz de alerta. Lejos de iniciar una apertura democrática, la dictadura apretó la soga, e impuso un proceso electoral absolutamente controlado, encarcelando a los precandidatos presidenciales e iniciando una nueva fase represiva.
Los errores de la cúpula de la UNAB debilitaron enormemente a esta organización, y la represión de la dictadura dio el tiro de gracia. Una buena parte de los funcionarios de la UNAB se fueron al exilio, a lo interno la represión obligó a muchos a abandonar la lucha. Otra parte de la dirigencia fue encarcelada, entre ellos: Roger Hernandez, Tamara Davila, Jose Antonio Peraza y Alex Hernández. También se encuentran prisioneros Felix Maradiaga y Violeta Granera, quienes fueron sus principales dirigentes.
La dolorosa desintegración
Bajo las duras condiciones de la represión, en marzo del 2022 se realizaron las elecciones del cuarto CP. A pesar que Santiago Urbina, representante de la UNA de Maradiaga, obtuvo 80 votos, el día 11 de marzo renunció al CP. Esta renuncia significó que una de las corrientes se retiraba de la UNAB, dejando la conducción en manos del MRS (UNAMOS) y de una parte de la AMS, porque otra parte también se retiró en silencio. La renuncia de miembros del cuarto CP continuó. El 25 de septiembre renunció Roberto D’Andrea, delegado del Partido Acción Ciudadana (PAC) que dirige Moisés Hassan. El 3 de octubre renunció Walter Enrique Orozco Martínez, delegado del Movimiento Cívico 19 de Abril (MC19A). De 16 miembros del CP electos en marzo del 2022, han renunciado 3.
A inicios de octubre del 2022, denunciado decisiones burocráticas y “adultismo”, se retiraron las pocas organización juveniles y estudiantiles que quedaban en la UNAB, entre las que podemos mencionar a Acción Universitaria (AU), Movimiento UNAN en Pie (UEP), Fuerza Estudiantil Nicaragüense (FENI), Movimiento Estudiantil de Apoyo a la Democracia (MEAD) y la Asociación Juvenil Indígena de la Moskitia (AJIM).
Dentro de la UNAB solo quedan tres grupos: Voces Diversas de Sacuanjoche (AVODIS), la Coordinadora Universitaria (CUDJ) y la Plataforma Nacional Juvenil (PNJ), representada en el CP por María Laura Alvarado. Todos estos movimientos tienen características de ongs, y no son organismos de lucha y educación política de los jóvenes que los conforman. Todas estas organizaciones están en el exilio.
La justificación de Héctor Mairena
Habiéndose retirado una parte de la AMS y los liberales dentro de la UNAB, es obvio que lo que todavía queda está en manos de UNAMOS (antes MRS). Y la represión se ha centrado contra la dirigencia de UNAMOS que todavía esta en libertad o en el exilio.
Héctor Mairena, dirigente de UNAMOS y miembro del CP, ha minimizado la crisis terminal de la UNAB, embellece los errores políticos y se ha burlado de las críticas sobre “adultismo”, incluso ha dicho que detrás de la renuncia de algunos dirigentes puede haber una labor de inteligencia de la dictadura.
Para tapar los graves errores políticos de UNAMOS, Mairena dice lo siguiente: “En este año particularmente desde septiembre, la dictadura puso en marcha un plan, un operativo integral y de gran envergadura, para aniquilar a la Unidad Nacional Azul y Blanco en el territorio, y en particular al partido UNAMOS. (…)”
Indudablemente, que la brutal represión de la dictadura puede desarticular a cualquier organización, pero lo que no dice Mairena es que los errores políticos de la dirigencia debilitaron a la UNAB, y la dictadura aprovechó el momento de desbande para dar la estocada final
En relación al retiro de los grupos juveniles, Mairena dijo: “(…) adultismo hay en la sociedad nicaragüense (…). En la UNAB yo todavía veo jóvenes, y que han disentido de ese criterio de que hay adultismo. (…) (la dictadura) hace campaña diciendo que la UNAB desapareció, que la UNAB está en pedazos, y no descartaría, no en el caso de las organizaciones juveniles y eso lo que quiero subrayar, sino en casos individuales, y de otros que podamos desconocer, acción de inteligencia del régimen”.
Mairena trata de tapar el sol con un dedo. La dirigencia llevo a la ruina a la UNAB, y todavía se niegan a hacer un balance autocritico de las políticas que impulsaron durante el estallido social del 2018 y las fracasadas políticas de alianzas electorales con los partidos de derecha. Estamos contra la represión, demandamos la liberación de todos los presos políticos, pero la dirigencia de la UNAB ya no debe seguir engañando y confundiendo a los pocos activistas que todavía quedan. Necesitamos discutir los problemas para encontrar las soluciones.