Por Nicolas Lebrun
Desde el mes de abril, un poderoso movimiento de protesta sacude el territorio hongkonés. Este mismo goza de un estatuto especial, el de Región Administrativa Especial, luego que después de 1997, esta antigua colonia británica fuera reintegrada a Pekín.
El estatuto que el gobierno de Partido Comunista de China le ha conferido le ha permitido mantenerse como uno de los centros financieros internacionales, uno de los puntos neurálgicos que hace que la relación con Pekin sea a doble conveniencia, sobre todo en estos tiempos donde la guerra comercial desatada por la administración Trump tiene como objetivo minar la competencia que representa China en el mercado mundial.
Este estatuto que tendría fin en el 2047, le permite también tener su propia moneda, el dólar hongkonés una constitución independiente y un sistema electoral aparte, donde existe la posibilidad por ejemplo de presentar varios partidos a las elecciones. Esto no quiere decir que el gobierno chino no tenga su palabra en los asuntos internos de la isla. Este estatuto le permite a China ejercer la “tutela” y eventualmente movilizar las tropas acantonadas en la península de Stanley. Recientemente durante las manifestaciones del presente año, las tropas del ejército se concentraban en Shenzhen, donde realizaban maniobras militares como un claro mensaje hacia los manifestantes. Cerca de 6000 hombres desplegados en este punto.
Pekín no descartaría en ningún momento la utilización de tropas militares si la situación se volviera “incontrolable” tal y como le expresó el embajador chino en Londres “Pekín no se quedará con los brazos cruzados” (Le Monde 15/08/2019) De forma más explícita, en la foto que mostraba las tropas acantonadas cerca de la frontera, el ejército chino publicaba que “ harían falta diez minutos para llegar a Hong Kong desde el estado de Chunjian… a 56 kilómetros del aeropuerto de Hong Kong” (Idem)
Dentro de este contexto, no todo es color de rosa para los habitantes del territorio. En el 2014, una primera ola de manifestaciones del denominado movimiento de las sombrillas sacudió las calles. Las sombrillas son un dispositivo defensivo empleado por las masas para protegerse de la lluvia de gases lacrimógenos enviados por las fuerzas represivas del gobierno hongkonés.
En este momento, los manifestantes cuestionaban el modo de elección del presidente del ejecutivo. Los manifestantes reclamaban el sufragio universal para su designación. En la actualidad, este es elegido por un sistema bastante complejo donde un colegio electoral compuesto por mil doscientos miembros, salidos de las 28 circunscripciones lo eligen. Estos son representantes dentro los cuales están los parlamentarios, “personalidades escogidas” y representantes de sectores profesionales. Este proceso no garantiza la transparencia del proceso y por eso las masas reclamaban el proceso del sufragio universal para evitar esta opacidad. De la misma manera, trataban de evitar la prohibición del partido independentista “Partido Nacional de Hong Kong” el cual fue al final prohibido en setiembre del 2018.
Profesores y estudiantes se unieron a la huelga para exigir mayores libertades democráticas lo que significó un hito en la historia del movimiento de protesta. Hace cinco años de la misma manera, decena de miles salieron a las calles a protestar.
Las movilizaciones del mes de junio fueron monumentales. Cerca de un millón de personas se movilizaron el 9 de junio y días más tarde, el 16 de junio, luego del anuncio de la suspensión de la ley por parte de la jefa del ejecutivo Carrie Lam cerca de dos millones de personas de un total de 7,6 millones se movilizaron para exigir la renuncia de la presidenta del ejecutivo, acusada de ser pro Pekín. El pliego de peticiones que inicialmente era solo el retiro del proyecto de ley se ha aumentado con la incorporación de puntos como la dimisión del gobierno y la instauración del sufragio universal en el territorio, algo que era parte de las reivindicaciones del 2014(Ouest-France 14/08/2019)
Hong Kong es el respiradero de la China continental
A pesar de su exigua superficie, Hong Kong es el tercer centro financiero del planeta y ocupa el puesto número diez en la clasificación de las potencias económicas del mundo.
Las previsiones económicas no son nada halagüeñas debido a los efectos que conlleva la guerra económica de los E.E.U.U con el vecino imperial. EL crecimiento del PIB se verá según las estimaciones de los expertos a la baja para este año pasando de 3,8% en 2018 a 2,3% en 2019. (BNP PARIBAS, www.tradesolutions.bnbpparibas.com). La principal actividad de la zona es el sector de servicios representa el 88,1% del PIB y emplea casi el 87% de la población económicamente activa.
En este contexto donde la economía china se ha visto impactada por la política de la administración Trump, Hong Kong puede jugar un rol importante. El mantenimiento de la “excepcionalidad” de la zona le serviría a Pekín para salir un poco del atolladero en vista de un recrudecimiento de las sanciones que por el momento representan el aumento de aranceles cercano al 25% a todas las importaciones chinas en territorio yanqui.
Esta crisis no deja de tener sus consecuencias “ los hechos en curso va en contra del aumento del poder de las empresas chinas y de la estrategia de las rutas de la seda (los nuevos itinerarios comerciales que China desea desarrollar) Hasta ahora las empresas chinas iban a financiarse en los Estados Unidos, en la bolsa de New York principalmente. Pero Pekín desea hacer de Hong Kong el centro de financiamiento de China en lugar de New York” (Le Parisien 11/08/2019)
El proyecto de ley sobre la extradición que ha sido el detonante de esta crisis solo pone en evidencia las serias contradicciones entre los diferentes sectores burgueses que interactúan en el mercado oriental. Por un lado la “paradisiaca” Hong Kong, casi a la cabeza de los índices de libertad económica gracias a su modelo igualado casi a las legislaciones británicas y estadounidenses, prototipo de la liberalización; y por otro lado los sectores imperialistas representados por la banca que se opone a la mayor participación de Pekín en los asuntos internos de la isla.
Desde entonces a pesar de las amenazas del gobierno de Xi Ji Ping, las movilizaciones han continuado. La represión ejercida por las autoridades ha sido feroz, empleando desde la policía anti motines hasta las bandas de lumpenes mafiosos para tratar de aplacar las protestas. En los días que antecedieron la publicación del presente artículo, tiros con balas reales fueron hechos por la policía sobre los manifestantes.
Una salida revolucionaria a la crisis
China ha dejado de ser un estado obrero desde hace décadas. El giro de la burocracia china fue muy particular con respecto a los otros aparatos burocráticos en el este de Europa que implosionaron y desaparecieron fruto de las movilizaciones de las masas cansadas por la dictadura estalinista y la crisis económica. En estos países el movimiento fue capitalizado por la reacción democrática e impidió que se avanzara en lo que los socialistas revolucionarios desde la época de la oposición de izquierda, denominamos como la revolución política. Los burócratas de la antigua URSS y de los países del Este se vieron reconvertidos en burgueses tal y como Trotsky lo había advertido en su libro “La Revolución Traicionada”.
La burocracia de Pekín, bajo la conducción de Deng Xiao Ping reprimieron salvajemente las manifestaciones de Tiananmen causando un baño de sangre y el encarcelamiento de los dirigentes sobrevivientes al mejor estilo del dictador Chang Kai Chek cuando aplastó la revolución china en los años treinta del siglo pasado.
La repartición del territorio chino durante la ocupación de las potencias imperialistas tuvo fin luego del triunfo de la revolución de 1949. Solo algunas excepciones se produjeron, dentro de ellas Hong Kong, Macao y Taiwan. Esta última es la sede del régimen derrotado del Kuomintang por los revolucionarios en el 1949.
Como en el siglo pasado, en la víspera de la gran guerra imperialista nosotros no tomamos bando por ninguno de estos pillos que pretenden subyugar a los pueblos bajo la bota de la dominación económica o militar. Las masas en Hong Kong al igual que en el territorio chino pelean por mayores libertades democráticas que no son garantizadas por el todo poderoso régimen de Pekín.
Nos manifestamos en contra de la represión que puedan ser objeto las masas hongkonesas. Llamamos a los luchadores y revolucionarios a repudiar cualquier intento del ejército chino por intervenir en el territorio.
A la vez, la reunificación del territorio solo puede ser abordada desde la más amplia discusión y con las más amplias garantías para las minorías para expresarse. Tal y como Lenin, Trotsky y los bolcheviques lo hicieron luego de la revolución del 1917. Ese legado fue borrado con las reaccionarias políticas de la burocracia estalinista, de la cual Pekín hereda muchos de sus principios.