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Trump quiere restablecer la hegemonía de Estados Unidos en una zona económica y comercial exclusiva

La primera administración de Donald Trump (2017-2021) se caracterizó por mantener la verborrea de la campaña electoral, dando tumbos de un lado a otro (en materia de proteccionismo arancelario y política internacional), en lo único que mantuvo un rumbo constante fue en rebajar los impuestos a las grandes corporaciones y culpar a los migrantes sobre de todos los males que sufría (y sufre todavía) Estados Unidos.

Ahora la situación es diferente. Trump asumirá por segunda ocasión la presidencia de Estados Unidos, con una estrategia bien definida: concentrarse en superar la desventaja económica de Estados Unidos, creando o redefiniendo la zona económica y comercial de Estados Unidos, al mismo tiempo que aplica un brutal plan de ajustes o recortes, al estilo de la motosierra de Milei, para reducir el déficit y la deuda de Estados Unidos en al menos dos billones de dólares. Por su importancia, este último tema merece un análisis aparte.

Al terminar la guerra fría, con el derrumbe de la URSS en 1991, se inició un periodo de ofensiva neoliberal, de implementación de tratados de libre comercio absolutamente beneficiosos para las grandes corporaciones de Estados Unidos (TLCAN, CAFTA-DR, TMEC, etc.), las que penetraron en todos los países de todos los continentes, destruyendo la industria nacional y el comercio.

Pero … ¡oh sorpresa! si bien es cierto que las grandes transnacionales aumentaron sus ganancias, el resultado fue la desindustrialización de Estados Unidos. Muchas corporaciones se trasladaron al quinto mundo a explotar mano de obra barata, pero, contradictoriamente, otros países aprovecharon la coyuntura para fortalecer sectores de sus industrias, como en China, Rusia, India y casi todo el sudeste asiático, México y Brasil en América Latina, etc.

Bajo el neoliberalismo más crudo se comprobó, una vez más, que aún bajo el periodo de decadencia del capitalismo mundial, funciona la ley del desarrollo desigual y combinado: unos países se hundieron y otros se levantaron, y dentro de los países, unas áreas de la industria desaparecieron y otras ocuparon un lugar preponderante en el mercado regional o mundial. Ese contra fenómeno se materializa en la formación de los BRICS, que reúne a los nuevos imperialismos (Rusia y China), pero también a otros países que no llegan a ser imperialismos propiamente, pero tampoco son semicolonias atrasadas, como India, Irán, Arabia Saudita. Algunos de estos países emergen como potencias regionales en medio de la vorágine destructiva del neoliberalismo, que está llegando a su fin.

En su segundo mandato, Trump va a concentrar esfuerzos en un segundo round contra China, pero la verdad es que la pelea de Trump no es solo contra el gigante asiático, sino contra toda la zona económica que representan los BRICS, la otra alternativa capitalista que se está formando en detrimento de la hegemonía de Estados Unidos en el mundo.

Los sucesivos paquetes de sanciones que Estados Unidos y la Unión Europea (UE) impusieron a Rusia, por la guerra en Ucrania, no tuvieron el resultado que Biden esperaba, de quebrar la economía y doblegar a Rusia, precisamente porque existe la zona económica de los BRICS, que comienza a ampliarse con nuevos miembros asociados. La última cumbre de los BRICS realizada en octubre del 2024, en la ciudad de Kazán, parte de la Federación Rusa, refleja simbólicamente este reacomodo de los imperialismos de Rusia y China y de las economías emergentes.

Trump ahora tiene un plan más definido: crear o redefinir la zona económica y comercial de Estados Unidos, antípoda de los BRICS (que luchan por liberarse de la dictadura del dólar) por medio de aranceles de castigo (del 20% al 100%) a los países que no compren productos de Estados Unidos.

La llamada “globalización” (el capitalismo siempre ha sido un sistema global) ha llegado a su fin, el mercado mundial se está dividiendo en zonas económicas y comerciales, todavía interconectadas, pero con una tendencia a separarse por medio de guerras comerciales o arancelarias, lo que profundizará la crisis en todos los países. La UE es el bloque imperialista que está perdiendo más terreno económico.

Trump cree que, con medidas proteccionistas, y negociando con Putin una coexistencia temporal, podrá centrar sus esfuerzos en revitalizar la economía de Estados Unidos y paralelamente debilitar a China, la actual columna de los BRICS, la zona económica capitalista que no quiere subordinarse a la hegemonía yanqui.

A veces se nos olvida que previo a las dos guerras mundiales, durante el siglo XX, hubo un periodo de guerras comerciales y proteccionismos que no funcionaron y la competencia entre los imperialismos se resolvió por medio de la guerra.

Estamos entrando en una fase similar, y por eso los socialistas centroamericanos debemos estar atentos y vigilantes de lo que ocurra en el próximo periodo, para no ser arrastrados y revolcados por los acontecimientos.

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