Por Nicolas Lebrun
Hace casi cien años, el 3 de noviembre de 1918, un importante proceso revolucionario se produjo en los estertores del Imperio Alemán que se encontraba en ese entonces librando una guerra contra sus adversarios imperialistas. Este hecho que ha sido casi invisibilizado es fundamental para entender varios procesos que se sucedieron después y para sacar las lecciones.
La Primera Guerra Mundial había producido un cisma en los partidos que se reclamaban de la izquierda. Los partidos que luego seguirían con la denominación de partidos socialdemócratas en sus diferentes variantes, alemanas, francesas, inglesas, belgas y otras, se habían colocado del otro lado de la acera para conformar un frente contra revolucionario. Estos partidos abandonaron las banderas del internacionalismo y de la revolución proletaria para aliarse sin el menor rubor con las burguesías nacionales para enviar al matadero a millones de obreros para asi defender los intereses del capitalismo imperialista .
““Los partidos obreros (...) no se opusieron a la actitud criminal de los gobiernos, sino que llamaron a la clase obrera a alinear su posición con la de los gobiernos imperialistas. Los líderes de la Internacional traicionaron al socialismo votando por créditos de guerra, retomando las consignas chovinistas de la burguesía de "sus países", justificando y defendiendo la guerra, entrando en los ministerios burgueses de los países beligerantes, etc. Si se deshonra así al socialismo, la responsabilidad recae sobre todo en los socialdemócratas alemanes, que fueron el partido más fuerte e influyente de la Segunda Internacional.
…La causa fundamental de esta debilidad es el predominio dentro de la Internacional del oportunismo pequeñoburgués, cuyo carácter y el peligro que representaba habían sido señalados durante mucho tiempo por los mejores representantes del proletariado en todos los países.
"(Lenin Obras )
La Primera Guerra mundial se desarrolló como los dirigentes revolucionarios que quedaron en una minoría absoluta en medio del clima chovinista reaccionario que se instaló. La carnicería que se desató fue algo inédito en la historia de la humanidad.
Esta carnicería despertó de nuevo en las masas cansadas, empobrecidas y hartas de la masacre, una nueva situación revolucionaria que se plasmó en parte con el triunfo de la revolución bolchevique en 1917.
El llamado de los revolucionarios para conformar una nueva internacional fue lanzado desde el inicio de la guerra, pero tomó cuerpo con el triunfo de los bolcheviques en Rusia. Antes de este evento, las esperanzas de todos los revolucionarios se centraban en Alemania, el país con las condiciones ideales para el desarrollo de un partido obrero revolucionario y por consiguiente con el triunfo de la revolución proletaria.
“Para fundar una organización marxista internacional, la voluntad de crear partidos marxistas independientes debe existir en los distintos países. Alemania, el país del movimiento obrero más antiguo y poderoso, tiene una importancia decisiva. El futuro próximo mostrará si las condiciones ya están maduras para constituir una nueva Internacional marxista.”(Lenin, El marxismo y la guerra”
El preludio
El levantamiento de los marineros de Kiel no fue un hecho aislado ni espontaneo. Fue el fruto de toda una serie de eventos, luchas y discusiones previas antes de este gran acontecimiento.
La historia del movimiento obrero retiene el nombre de dos grandes dirigentes que fueron fundamentales en el desarrollo del proceso que se dio: Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo, ambos asesinados por el gobierno del socialdemócrata Friedrich Ebert.
Estos dos personajes se dieron a la tarea de construir un partido revolucionario a la imagen del partido bolchevique.
Las condiciones cada vez más desastrosas en todos los frentes, la economía, el político y el militar fueron enardeciendo a las masas. La especulación en el mercado negro de los productos esenciales producida por la carencia y la política de guerra empezaron a polarizar a la población. De un lado los burgueses y los especuladores que veian aumentar sus ganancias y por otro los obreros y campesinos que sucumbían en los campos de batalla o por el hambre desatada. En la batalla de Verdún, cerca de 240 mil soldados alemanes perdieron la vida. El hundimiento del imperio alemán se hacía cada vez más palpable. La entrada en el conflicto de las tropas imperialistas yanquis tuvo también su impacto.
Los vientos revolucionarios provenientes de Rusia empezaron a moldear otro carácter y otra perspectiva al movimiento de masas.
“Aunque la censura oculta la mayor parte de la información de Rusia, todos los alemanes pronto aprenden, al menos esquemáticamente, que la autocracia zarista, presentada durante mucho tiempo como el enemigo número uno por la propaganda de guerra, ha sido derribada por una revolución popular: el problema de los objetivos de la guerra. se plantea de nuevo. El llamado a la paz del soviet de Petrogrado, embotado por los belicistas, que quieren mostrar que el objetivo está cerca, muestra, por otro lado, que los objetivos del imperialismo alemán no son los presentados por Ebert y Scheidemann. Sobre todo, la acción de los obreros y campesinos rusos, por poco conocida que sea, tiene en última instancia el valor de un ejemplo: una revolución victoriosa es posible, puede representar, en cualquier otro lugar que no sea Rusia, el fin de las masacres. En el Consejo de Ministros, el Ministro del Interior habla del "efecto embriagador de la Revolución Rusa", y el Subsecretario de Estado Helfferich, informando sobre sus conversaciones con dirigentes sindicales, dijo que, según ellos, "La agitación pública provocó por las dificultades de abastecimiento y el movimiento revolucionario en Rusia se arriesga a provocar una tormenta tal que el gobierno no pueda controlarla. (Pierre Broué, Revolucion en Alemania)
En ese mismo año de 1917 en el mes de abril, una ola de huelgas se expande por todas las ciudades de Alemania. En Leipzig, los obreros metalúrgicos en huelga redactan un pliego de peticiones entre las cuales se destacan las de índole económica, como el aumento de las raciones y de la cantidad de carbón para la calefacción de sus hogares así como las de índole político. Estas exigen una declaración del gobierno sobre la paz sin anexiones, el voto universal, el fin de la censura, el fin de la conscripción laboral, la libertad de los presos políticos, entre ellos la de Liebknecht y otros militantes revolucionarios encarcelados por el régimen.
Este pliego debería ser presentado ante el canciller por una delegación compuesta por representantes sindicales y miembros del partido socialdemócrata independiente. Las direcciones sindicales hicieron todo lo posible para evitar esta mancha de aceite que se hacía cada vez más grande. De nuevo, la intervención del partido socialdemócrata encabezado por Egbert fue importante para quebrar las huelgas con el argumento chovinista de “traición” a la patria.
El levantamiento
Todo empieza en el momento que el alto mando alemán ordena un ataque para el “salvar el honor” contra la Royal Navy. Los marineros de Wilhemshaven se amotinan contra la orden, sin embargo, no quieren correr la misma suerte que los otros soldados amotinados que fueron pasados por las armas como el caso de los “poilus” en Francia. La unidad de los marineros con los obreros es una forma de buscar la protección en el movimiento de masas.
En Kiel la onda se expande. El 3 de noviembre en conjunto con los obreros de la ciudad, los marineros organizan una manifestación que es reprimida a sangre y fuego causando siete muertos y el arresto de una veintena de manifestantes.
Esto no hace más que ponerle gasolina al fuego. A lo largo y ancho del país, los obreros se organizan en forma independiente, bajo la bandera del partido socialdemócrata independiente y del partido espartaquista.
La consigna de la insurrección es decidida para el 11 de noviembre. Entre tanto la crisis revolucionaria lleva al partido socialdemócrata mayoritario a buscar una salida al conflicto para evitar el desbordamiento y que se produzca lo mismo que en Rusia. Los dirigentes negocian para obtener la salida del emperador Guillermo II.
La liga espartaquista de Liebknecht y de Luxemburgo lanzan los consejos obreros como en los meses precedentes los obreros en huelga hicieron parte de esa propuesta para terminar con la guerra y el imperio.
Un gobierno encabezado por Ebert se conforma en medio de una asamblea manipulada. Un gabinete de ministros socialdemócratas ve la luz.
Eso no detiene a los elementos mas combativos de la clase obrera alemana. La burguesía por su lado en conjunto con sus aliados de la social democracia no se quedan cruzados de manos y organizan las bandas fascistas que se encargarían de enfrentar a los grupos obreros en armas.
Las tropas que entran del frente son utilizadas junto con las bandas de mercenarios para acabar con la resistencia de los obreros que no logran obtener el mismo nivel de organización que los bolcheviques.
El final de este episodio es trágico para la suerte del movimiento obrero internacional que veía en la revolución alemana la manera de romper con el cerco en el que se encontraba la revolución rusa. Lenin, Trotsky y el partido bolchevique estaban dispuestos a sacrificar la revolución rusa con el fin de obtener un triunfo en Alemania.
Sin embargo, esto no se dio, lo que produjo el aislamiento y el estancamiento del proceso revolucionario en Europa. La derrota en Alemania , sumada a la de Italia y Hungría hicieron posible el fenómeno de la burocratización de la revolución bolchevique y el posterior nacimiento del estalinismo como reflejo político de este fenómeno contra revolucionario.