Por Ernesto Fuertes
Campesinos, sindicatos públicos y privados, estudiantes, pro-palestinos, indígenas, ambientalistas, animalistas, diversidad sexual, frenteamplistas, trotskistas, comunistas, activistas independientes, etc. No es común ver grupos tan diferentes sentándose a dialogar y trabajando en equipo en Costa Rica. De hecho, el cliché sobre la izquierda revolucionaria y anti-capitalista costarricense es que es incapaz de dialogar, que son sectarios, ultra-radicales o irracionales. Pero Organización Popular Ya (OPY) es la demostración de lo contrario: frente a la crisis y la desesperación que está viviendo el pueblo costarricense, y ante la completa incompetencia de los gobernantes del país para solucionar esa situación, desde el PSOCA creemos que OPY es una oportunidad para proponer un proyecto país para Costa Rica, y un proyecto regional para Centroamérica. Pero vamos poco a poco.
Hacemos un llamado fraternal a todas las organizaciones sociales, sindicales y populares del país para que contacten o se sumen a OPY, para empezar a dialogar sobre las problemáticas que tienen, y trabajar de manera conjunta. No nos hagamos ilusiones: unificar las luchas implica romper con una cultura política tradicional muy arraigada en Costa Rica. El sectarismo y la atomización de cada uno de los “feudos” políticos es la forma común en que hemos estado acostumbrados a actuar. Esto es muy difícil romperlo de una sola vez, y es la razón por la que no existe un proyecto país alternativo al neoliberalismo en Costa Rica. Aunque OPY representa tal vez una de las pocas instancias de unidad popular permanente que existe en el país, es también una instancia muy pequeña en comparación a otras como Bussco o Patria Justa. Esto lo admitimos.
Pero también está claro que OPY tiene la posibilidad de ir mucho más allá que un Frente Socialista o que un Encuentro Nacional (aunque nos sumaríamos y apoyaríamos en todo momento la formación de un Frente o un Encuentro, sin duda alguna), o que las distintas coordinadoras coyunturales que se forman en el país: es una instancia abierta a organizaciones populares de toda clase, y es una instancia de carácter permanente. No unifica solo a socialistas, sino que acerca a sectores populares de toda índole para la movilización y la acción política. No se termina con un plan de lucha coyuntural, sino que puede mantener la coordinación y el trabajo político a largo plazo. No trata solo un tema o interés particular, sino que la mezcla de organizaciones populares plantea de manera directa la necesidad de soluciones políticas.
Para nosotros en el PSOCA la unidad popular es importante en primer lugar por un tema ‘táctico’: no podemos cambiar las políticas del Estado sin un movimiento amplio que entable un diálogo nacional con el pueblo, escuche cuales son sus problemáticas e intereses, y proponga junto con él un plan para resolverlas. Cualquier mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo, cualquier derrota del Estado, cualquier posibilidad de salir del capitalismo, depende de este trabajo previo. Eso quiere decir que se tiene que acabar el sectarismo, se tiene que reducir lo más posible la desorganización y la espontaneidad, se tienen que garantizar campañas informativas en todo momento, se tiene que trabajar entre todas las clases (aunque con un contenido definido), y se tiene que tomar decisiones de manera democrática y asamblearia.
Ver a los campesinos de Chánguena desfilando separados de los campesinos de La Luisa, o los campesinos de Medio Queso separados de los trabajadores de Exportaciones Norteñas, cuando podrían estar organizando un movimiento conjunto y general en todo el país y solucionar el problema de la tierra de una buena vez, es sin duda muy triste. Ver a Patria Justa separado de Bussco, o a los maestros separados de los médicos, o las convocatorias solitarias de los grupos de izquierda para el 1 de mayo, es realmente un escenario desolador. La creación de sindicatos individuales o la lucha sindical en general es muy importante. No queremos desmerecer el trabajo que hacen otras organizaciones que consideramos hermanas, y que tienen sus propios frentes, y los cuales apoyaremos. Pero francamente no compartimos el ir empresa por empresa y finca por finca creando un sindicato a la vez.
No podemos compartir ni la minoría activa haciendo acciones aleatorias y que alejan a la población de la organización, ni esta otra ‘minoría activa’ supuestamente organizada que atomiza, particulariza y reduce la acción. Insistimos en que se requiere un trabajo previo de organización generalizada para poder ver victorias en el país. Necesitamos salir de la lucha simplemente económica, y entrar en la lucha política. Necesitamos políticas generales que puedan ser asumidas por un gobierno popular, que reviertan completamente el rumbo neoliberal del país, y que solucione los problemas de toda la sociedad.
Eso nos lleva al segundo punto: la unidad popular también es importante por su ‘contenido’. No se trata de que las reivindicaciones y problemáticas particulares o gremiales no importen, sino más bien completamente al contrario: las demandas sindicales y gremiales mismas solo pueden ser resueltas con políticas de un gobierno popular. Para impedir rebajas salariales, para que haya empleo, para que hayan presupuestos en la educación o en la CCSS, para resolver el problema de la tierra, para que las pequeñas y medianas empresas tengan crédito, para los derechos humanos de los indígenas o las mujeres, etc: para todo esto se necesita desde solucionar el déficit fiscal o recostar el sistema tributario sobre las ganancias empresariales, hasta democratizar las decisiones que se toman en la sociedad; desde reducir los intereses hasta repreciar el colón, hasta la reforma agraria. Ninguna de esas demandas es planteada por el movimiento sindical, ni pueden hacerlo: por eso son organizaciones sindicales, y no podemos pedirles más. Esa labor corresponde a las organizaciones políticas. El movimiento sindical está luchando a la defensiva, y apenas plantea demandas negativas o quejas. Pero tenemos que elaborar (junto con los sindicatos) propuestas políticas positivas: ofrecerle al pueblo de Costa Rica una salida. Y eso es precisamente lo que queremos en el PSOCA.
Proponemos: reforma agraria basada en agricultura extensiva a través de asociaciones de productores o cooperativas autogestionarias; reducción de las tasas de interés; facilitar el acceso al crédito; repreciar el colón para bajar la inflación y reducir el costo de la importación de productos e insumos; transformar el sistema de impuestos con la mayoría del peso cayendo sobre las ganancias y utilidades empresariales, aranceles y Zonas Francas; escala móvil de salarios y programa de obra pública para dar empleo; nacionalización de empresas en quiebra y puestas a operar de nuevo por el Estado; democracia sin discriminación de ningún tipo basada en sexo, etnia, discapacidad o creencias. Estas políticas tendrían como resultado: eliminar de una vez por todas el problema del déficit fiscal, elevarían el nivel de vida y de consumo del campesino, permitiendo la creación de industrias de bienes de capital para la agricultura, el mejoramiento de la importación de insumos para PYMES, el abaratamiento y apertura del crédito, la reducción de la inflación, el aumento del salario y mejoramiento de las condiciones de vida del trabajador en general. Se puede resumir como la creación de un mercado interno, tal y como el desarrollo capitalista y el colonialismo imperial nunca lo han permitido para Centroamérica.
Por eso las organizaciones estudiantiles, ambientales, indigenistas, campesinas, sindicales públicas y privadas, feministas, animalistas, de diversidad sexual, etc, tienen que darse cuenta de que sus causas y temáticas particulares están conectadas con las problemáticas del resto de organizaciones y sectores populares. Todas esas organizaciones que ustedes ven en las protestas o en las actividades públicas, son sus aliados. Y unirse a todos esos grupos diversos y con intereses diferentes no puede significar abandonar u olvidarse de las problemáticas y objetivos particulares de sus organizaciones: más bien significa que la solución a los temas para los cuales están creadas cada una de sus organizaciones, necesitan de las mismas soluciones que las demás.
No es ‘unirse por unirse’ (como un democratismo abstracto), sino que la solución del problema del agua, de los salarios de su gremio, de los derechos étnicos o sexuales, de los problemas de recuperación o de falta de tierras, que los problemas de presupuesto a la educación, etc, todos se solucionan por las mismas políticas de las demás: el mejoramiento de las condiciones económicas de Costa Rica y Centroamérica, y la democratización de sus instituciones. No se vean como enemigos, no se vean como competencias, no se vean como causas separadas: ¡en lugar de grupos pequeños separados cada uno por su lado, es mejor tener un grupo más grande unido y haciendo una sola acción con más fuerza! ¡Es en el interés concreto de cada organización sindical, gremial o particular que la unión general se vuelve importante!
Por último, para nosotros los revolucionarios y anti-capitalistas, todas estas políticas que hemos planteado aquí no son la solución última a los problemas de la sociedad: el sistema capitalista es tan absurdo, que eliminar el déficit o mejorar el poder adquisitivo del pueblo, cambiar el sistema tributario o elaborar una política cambiaria, etc, crea otros problemas como la inflación o la subutilización de recursos, etc. Para solucionar esos problemas solo es posible saliendo del capitalismo. Pero estas políticas sí mejoran la situación y las condiciones de vida de la población. El pueblo podrá demostrar su propia fuerza, al mismo tiempo que se dará cuenta de la necesidad de seguir adelante.