Por José René Tamariz

El deterioro económico, social y político de Costa Rica es creciente y acelerado. La desaceleración económica va en aumento, casi de forma generalizada, en todos los sectores de las actividades económicas, excepto, en las zonas francas para la exportación. El cierre y quiebra de miles de MIPYMES (micro, pequeñas y medianas empresas) va en aumento. Asimismo, el desempleo estructural y crónico, lejos de disminuir, crece año con año, lo mismo sucede con el crecimiento de la informalidad. Asimismo, miles de personas han perdido sus casas por desempleo o bajos salarios. En realidad, la situación económica-social configura un cuadro de degradación social, pauperización creciente y de profunda crisis económica y social.

Por otro lado, a nivel político la situación es de un profundo proceso de reacción política y contrarreforma laboral, caracterizado por graves retrocesos, antidemocráticos y autoritarios, en derechos fundamentales como el derecho a la huelga, la organización sindical, el empleo y los salarios en el sector público. El gobierno Alvarado-Piza en contubernio con los neoliberales de la Asamblea Legislativa (PLN, PAC y PUSC), pretenden, mediante la aprobación de sendos y diferentes proyectos antisindicales y antiobrero, cercenar y eliminar derechos y libertades democráticas de los trabajadores y sectores populares. La eventual aprobación de los proyectos de leyes, tales como, la “Ley para brindar seguridad jurídica sobre la huelga y sus procedimientos” y la “Ley de declaratoria de servicios públicos esenciales”, representarían un golpe mortal a las posibilidades de realizar huelgas y protesta social. En el sector educación sería prohibido hacer huelgas, ya que será convertido en “servicio esencial”, en donde de forma “manifiesta” queda prohibido realizar huelga, igual pasaría en 78 servicios públicos. De hecho, ya se prohibió el derecho a realizar huelga en los comedores escolares, al ser aprobado recientemente, el proyecto que declara “servicio esencial” ese sector. Esto fue aprobado con el voto del diputado del Frente Amplio (FA), José María Villalta.

El ciclo económico: ascenso, descenso y crisis económica

El sistema económico capitalista tiene una lógica interna que conduce, cada cierto tiempo, a desajustes estructurales de la producción frente a la demanda, lo cual conduce a periodos de crecimientos, decrecimientos y crisis. El actual ciclo económico que algunos economistas ubican a partir del año 2015 y otros en el 2016 se encuentra en su fase grave y severa de contracción económica. Según la economista, Roxana Morales “… no se podría afirmar que la fase de desaceleración actual está por concluir, menos aun considerando el alto nivel de desempleo, que el desequilibrio de las finanzas públicas no está pronto a resolverse y la incertidumbre sobre el entorno internacional”. (Semanario Universidad, 22 de mayo de 2019). Veamos algunos datos que demuestran esta prolongada fase de desaceleración económica.

Todos los reportes e indicadores de las actividades económicas reflejan una caída generalizada. En el sector industria, el alimentario cayó un -11% y el sector metalmecánico un -12%; el sector agrícola tuvo una caída del -15% en el primer cuatrimestre de 2019, bajando las ventas de banano en -4%, de piña un -9% y melón un -13%; el sector comercio, ha tenido una desaceleración continua de 2 años y 2 meses, es decir, desde finales del año 2016!! Todas estas cifras coinciden con el bajo crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de los últimos años. En el 2017 el crecimiento del PIB fue del 3,2%, en el 2018 fue del 2,7%. Según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), el crecimiento del PIB en Costa Rica será del 2,9% en el 2019 y 2,8% en el 2020, mientras que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estima que el PIB en el año 2019 apenas crecerá al 2,7%, previsión aún más baja que la realizada por el FMI. 

Entonces, todo parece indicar que la fase descendente o de contracción del ciclo económico tiende a profundizarse y, por ende, a prolongarse por dos años más de bajísimo crecimiento económico, convirtiéndose en uno de los descensos económicos mayores en el tiempo desde el año 1976. En realidad, nos encontramos frente a una crisis económica. El mejor reflejo de esto es caída espectacular y prolongada del sector comercio, sector donde se ha producido una reducción de las compras de bienes de consumo y otros, producto del altísimo desempleo, altísima informalidad y caída de los ingresos en el sector privado. Según, Yolanda Fernández Ocho, presidenta de la cámara de comercio “El sector registró, a febrero, 26 meses continuos de desaceleración. Uno de los principales factores ha sido la disminución del consumo de los hogares, a consecuencia de un menor ingreso y un alto nivel de endeudamiento…”. (La Nación, 24 de mayo de 2019).

Además de existir una caída de la demanda de bienes de consumo, ésta tendencia tiende a profundizarse con la entrada en vigencia el 1 de julio de 2019 de la Ley de fortalecimiento de las finanzas públicas, ya que los precios de los productos de la canasta básica pagarán 1% más por el IVA, también muchos productos que fueron sacados de la canasta básica se incrementarán un 13% más con el IVA, igual pasará con múltiples servicios básicos y no básicos que tendrán que pagar un 13% más del IVA. Esa política del combo fiscal profundizara la fase recesiva de la economía nacional, agudizando la crisis económica.

Crisis social:  desempleo, informalidad y caída de los ingresos

El problema del desempleo estructural y crónico se ha convertido en un grave problema. El problema de su crecimiento casi continua, con bajas excepciones, se ha vuelto permanente. La tasa de desempleo desde el 2011 hasta el 2019, es decir, en nueve años ha tenido un promedio de 10,24%. Veamos la serie de la desocupación de los últimos nueve años en números.

Tasa de Desempleo

Año

2011

2012

2013

2014

2015

2016

2017

2018

2019

Porcentaje

10,5%

9,8%

8,3%

9,7%

9,6%

9,5%

9,4%

12%

13,4%

 

En el año 2019, la desocupación llegó a su más alto porcentajes de las últimas décadas, ubicándose en el 13,4%!! Ni siquiera en la más grave crisis económica que tuvo Costa Rica en la época de los años 80, el desempleo llegó a semejante porcentaje. En aquella época “El desempleo en los 4 años siguientes se duplicó, quiere decir que se pasó de 4,4% de julio 79 a un 9,4% en julio de 1982”. (Garita, Gabriela, Ureña Lisette y González Kattia: Crisis en Costa Rica en los años 80. Maestría en Administración de Negocios, UNED, 2006).

Por otra parte, la informalidad, hermana gemela del desempleo, también se encuentra de forma continua en crecimiento. En el año 2018, el 45% de la población económicamente activa (PEA) se encontraba en la informalidad, mientras que en el 2019 subió al 46,1%, lo cual en números absolutos representa más de un millón de personas. Este millón de personas viven en condiciones precarias, ya que el 41% de ellas reciben de ingresos, menos de del salario mínimo, no tienen acceso al crédito, no tienen vacaciones, no tienen aguinaldo y otras prestaciones sociales, miles no tienen seguro social, ni seguro de accidentes, ni acceso a otros servicios básicos esenciales, no tienen acceso al crédito y un largo etcétera. Si sumamos los porcentajes de desempleo e informalidad, tenemos una cifra de 59,5%, es decir, casi sesenta por ciento de la población económicamente activa en condiciones deplorables y degradación social.

Sin duda alguna, entonces, nos encontramos con una situación social, profundizada en los últimos años, por la grave contracción económica del ciclo económico, pero que tienen un origen más de fondo y profundo asociado al modelo económico de desarrollo instalado e impuesto, denominado “promoción de las exportaciones”. Este modelo no solo está agotado, sino que está también en crisis, ya que han conllevado miles de trabajadores al desempleo, informalidad y pauperización creciente.

Agotamiento y crisis del modelo promoción de las exportaciones (PE)

Desde el 18 Informe del Estado de la Nación se planteó que “En el 2011 se evidenció un agotamiento -señalado desde hace varios años- de las políticas de promoción de las exportaciones basadas en exoneraciones y subsidios como estrategia general para el desarrollo del país. Continuar con esta como única apuesta alcanza para generar crecimiento económico y crear enclaves de modernidad en sectores y territorios específicos. No alcanza, sin embargo, para resolver los problemas estratégicos que enfrenta Costa Rica, cuya naturaleza y complejidad desbordan las posibilidades de las políticas de apertura”. (Resumen del 18 Informe del Estado de la Nación). Ahora, este modelo, además de agotado se encuentra en crisis, ya que ni siquiera “crecimiento económico” garantiza, ya que más bien existe un profundo decrecimiento económico.

Por otro lado, este modelo, producto de las masivas exoneraciones y subsidios que se le otorgan a las zonas francas y otros regímenes bajo su amparo, es el responsable del creciente déficit fiscal y, por ende, del creciente endeudamiento interno y externo del país. A su vez, la llamada vieja economía, integrada por las actividades económicas para el mercado interno, se encuentra en una profunda crisis, ya que la industria es obsoleta, además que no reciben el apoyo financiero, técnico y otros necesarios para poder desarrollarse. Este modelo necesita ser cambiado y reemplazado por un modelo que sirva al desarrollo nacional, erigido sobre bases económicas, sociales y políticas nuevas.

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