Por: Salvador Belloso
A dos años del régimen de excepción la desarticulación territorial de las maras y pandillas no es solo percepción, es verificable si se constata en las colonias, barrios y comunidades que antes estaban bajo la zona de control de esas agrupaciones, es evidente que ya no están operando a sus anchas. Pero a pesar de eso no se respira un clima de tranquilidad, el terror de Estado compensa el miedo anterior, por otro lado continúan las desapariciones y asesinatos no reportados (esto es así para proteger la imagen que promociona el bukelismo) siguen a la orden y cuando se filtran la respuesta lejos de ser profesional e investigada de manera responsable, recibe el mismo tratamiento ya previsible; un enorme show mediático que implica la movilización de un gran número de efectivos militares, un menor número de policías, cerco militar y capturados pertenecientes a una estructura delincuencial, así es, todo sacado de un guion. El cerco militar en Chalatenango merece ser observado más allá de las notas periodísticas.
Resultados exiguos para una magna movilización
A las pocas del despliegue militar y policial en San José Cancasque, San Antonio Los Ranchos, Potonico y San Isidro Labrador, se dio a conocer la captura de dos personas pertenecientes a una estructura de una pandilla, a quienes se les incautó dos escopetas, de acuerdos al reporte policial. De una incluso se dijo que eran los responsables de dos asesinatos ocurridos unos días antes, al respecto el mismo Nayib Bukele, publicó en su cuenta X: ’’ Ya capturamos a los dos culpables, miembros de la 18 Sureños…No nos vamos a detener hasta erradicar lo poco que aún queda de las pandillas’’. Resulta insólito todo; impresionante despliegue para dar con dos sujetos mal armados, quienes además son los culpables puesto que ya estaban identificados como tal previamente, según parece, ya que, si había tan certera identificación de estos individuos, surge la duda por qué de este acto surgen otras eventualidades que al parecer también estaban prediseñadas. Se supone que debe ser un juez de lo penal con independencia quien determine la culpabilidad o no de una persona, pero en El Salvador, de la libertad discrecional de los policías y militares se pasó a elementos inquisidores, tal facultad no legal sino fáctica es dada por el imperio del arbitrio que integra el proceso dictatorial del bukelismo, el Director de la Policía Nacional Civil (PNC), Mauricio Arriaza Chicas, pasado declaró el año pasado lo siguiente: ’’El Policía es un juez de la calle que tiene criterios para detener, identificar e individualizar a cualquier persona’’. Semejantes amenazas a la seguridad jurídica de las personas se han cumplido al pie de la letra, así mucha gente inocente ha sido detenida e incluso sufrido daños irreparables dentro de las cárceles bukeleanas.
¿Está intentando matar el chucho a tiempo?
En las últimas elecciones Nayib Bukele, pese a lograr una arrolladora y contundente victoria, perdió en 10 distritos de Chalatenango, este Departamento geográficamente fue base de la extinta organización político-militar Fuerzas Populares de Liberación ’’Farabundo Martí’’, integrante del FMLN histórico, a la fecha sigue siendo un bastión electoral del partido FMLN y sus líderes comunales son veteranos guerrilleros, además existe una organización comunal en la zona, el trasfondo según se ha especulado puede tener como objetivo cortar cualquier indicio de disidencia civil colectiva en el futuro que pueda generar rebeldía y la aparición de nuevas guerrillas, por tal motivo el objetivo de esta operación militar puede que busque constatar la existencia o no de nuevos brotes de guerrilla. El Gobierno actúa como si hubiese una guerra civil, sus métodos para con la población civil son precisamente de un trato de sospecha, igual que en los tiempos de la guerra civil, lo cual debe de parar.
Rompamos con el ciclo de violencia rompiendo los cercos militares
De la criminalidad y terror de las maras y pandillas hemos pasado al terror de Estado, después de muchos años de vivir con el miedo y la inseguridad, es comprensible que en estos momentos se siga tolerando tanto abuso, no obstante debemos prestar atención a las víctimas del régimen de excepción, veremos que el número va en aumento y cualquier persona de a pie podría pasar a engrosar las estadísticas. Por eso es que debemos exigir no de manera aislada, sino unificada el cese del régimen de excepción.