Por Leonardo Ixim

Después de 90 días de acampe de parte del Sindicato de Trabajadores de la Educación de Guatemala (STEG), en el Parque Central de la Ciudad capital, más la huelga que este sindicato realizó, paralizando varias escuelas del sistema público en el país, finalmente las acciones fueron desmontadas por la dirigencia sindical el 5 de agosto, anunciando el regreso a clases.

Este sindicato está dirigido por Joviel Acevedo, un burócrata que se ha caracterizado por negociar prebendas personales y para su grupo dirigente en medio de justas exigencias en el Pacto Colectivo del sector que, dentro del ámbito laboral, contempla reajustes salariales permanentes, más bonos salariales, jubilaciones etc. Pero estas negociaciones que realizó con los últimos cuatro gobiernos derecha implicaban el control administrativo del Ministerio de Educación. Esto chocó con los jerarcas actuales de ese ministerio, que buscan tener un control total, argumentando ciertamente que esas funciones no le corresponden a un sindicato.

De hecho, las exigencias de aumento salarial en la propuesta de la burocracia sindical eran de tan solo un 3.5 por ciento, a lo cual el gobierno de Arévalo volteó la tortilla ofreciendo un 5 % que se hizo efectivo a partir de junio; frente a ello, Acevedo exigió un 15 %, argumentando con razón que el costo de la vida es insuficiente. El sector magisterial es uno de los más endeudados por el sistema bancario. Pero todo esto no era lo fundamental.

Lo fundamental que rompió las negociaciones fue que a la burocracia de Acevedo no le permite Giracca -ministra de educación- y compañía, seguir controlando los procesos de formación docente, la contratación de docentes y decisiones administrativas, compra de alimentación para el alumnado, la reparación de escuelas y otros espacios de poder.

Así rompieron la mesa con respecto al Pacto Colectivo, cuyo contenido ha permanecido en secreto a petición del STEG, amparado en decisiones de la Corte de Constitucionalidad (CC), existiendo un clamor de parte de amplios sectores de la población y por sindicatos independientes del ramo para que sea público. Sin embargo, otras dos mesas han continuado: la Junta Mixta, que resuelve situaciones de índole laborales cotidianas; una mesa específica para atender emergencias en la gestión de riesgos y desastres; y una mesa en torno al Programa Académico de Desarrollo Profesional Docente (PADEP).

Este es un cuestionable programa que data del gobierno de Otto Pérez Molina, que hizo desaparecer la carrera del magisterio a nivel educación media, que en su momento generó protestas de parte del estudiantado e impuso una carrera de técnico universitario en la Universidad de San Carlos, que en su momento fue impulsado por el mismo STEG y las cámaras empresariales y la cual Arévalo prometió derogar sin realizarlo.

De igual forma, lamentable ha sido la postura de este sindicato al defender un seguro privado para las y los estudiantes aprobado en el gobierno de Alejandro Giammattei y que Acevedo defiende, que este gobierno correctamente derogó. Al igual que las diatribas que Acevedo lanza contra el gobierno, diciendo que éste impulsa la ideología de género y la cual no es más que una Educación Integral Sexual a medias, ubicándose al sindicato en el espectro más retrógrado y conservador.

Por su parte, la CC, como garante de la gobernabilidad burguesa, ordenó que la llamada asamblea permanente que STEG mantenía era ilegal; a lo que se sumaron los comentarios de los funcionarios ministeriales que esta forma de lucha no está reconocida en la legislación. De hecho, la Procuraduría General de la Nación interpuso varias acciones legales para obligar a las y los maestros a regresar a las aulas, estos juzgados resolvieron a favor del gobierno y pusieron multas a las y los sindicalistas por no acatar y no dejar la huelga.

Las distintas cámaras de la burguesía se dedicaron a fustigar el derecho de libre organización del sindicato, a lo cual se sumó el gobierno, anteponiendo el derecho de la educación, creando un mal procedente para la organización independientemente de la clase trabajadora. El colmo fue un sindicato independiente de Chimaltenango que se sumó al coro anti STEG sin ninguna posición crítica.

Pero lo cierto es que la imagen de este sindicato está por los suelos, no ha logrado una sinergia con los padres, la población y las comunidades, lo cual tampoco esta está en su inventario.

Así, hubo un repliegue (táctico dice Acevedo, estratégico dice el gobierno); que la mayoría de las escuelas no fueron a paro dice el gobierno, igual así dicen que hay procesos administrativos y multas para más de 7 mil maestros, sumándose a una verdadera cacería de brujas antisindical. La verdad es que al inicio el STEG si tuvo un respaldo fuerte, cuando el magisterio pensaba que era una simple lucha salarial, pero lo cierto es que la dirigencia nunca explicó honestamente a las bases otras situaciones.

Por último, el Mineduc sacó a convocatoria 12 mil plazas bajo renglones presupuestados, que incluyen prestaciones sociales y otros derechos, sin duda un tortazo más al STEG. La dirigencia de ese sindicato ha planteado la reclasificación de plazas de renglones que no están cubiertos por estas conquistas, pero manejado burocráticamente.

Los socialistas centroamericanos consideramos que problemáticas tales como la contratación de maestros, la reclasificación de plazas, el contenido de la formación docente que debe de ser liberador, debe discutirse en todos los planteles entre maestros, padres y alumnos, no por burocracias sindicales y jerarquías ministeriales.

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