Por Rubén Figueroa
Ante los ojos de los mortales, la política de Trump hacia Venezuela parece contradictoria, pero no lo es. Lo que ocurre en realidad, es que Trump esta combinando políticas y métodos, concesiones económicas y presiones militares, en relación al gobierno de Nicolas Maduro, para debilitarlo y, si es posible, dividirlo a través de un golpe de Estado.
Combinación de métodos: Estira y afloja
En primer lugar, mandó a negociar al general Richard Grenell a negociar con Maduro la liberación de algunos ciudadanos norteamericanos presos, lo que pareció abrir una etapa de buenas relaciones, a pesar de las acusaciones de “fraude electoral” del 28 de Julio del 2024.
En segundo lugar, vino un nuevo enfrentamiento. Con el pretexto de que Maduro se negaba a recibir a los venezolanos deportados, el 26 de febrero del 2025 Trump revocó la licencia que excluía a la transnacional petrolera Chevron del bloqueo y sistema de sanciones impuestas contra Venezuela.
En tercer lugar, producto de una negociación secreta, que permitió la liberación de otro grupo de prisioneros, entre ciudadanos norteamericanos y ciudadanos venezolanos, activistas de la oposición burguesa, al mismo tiempo que Bukele liberaba a los venezolanos deportados y prisioneros en el CECOT, en julio del 2025 Trump renovó la licencia a Chevron.
Parecía que la negociación volvía a predominar entre Trump y Maduro, pero solo por un instante. Para justificar la concesión económica a Maduro, con la renovación de la licencia a Chevron, un oscuro vocero del Departamento de Estado declaró que “(….) el gobierno de los Estados Unidos no permitirá que el régimen de Maduro se beneficie de la venta de petróleo"(NTN24, 24/07/2025)
No es posible extraer petróleo de Venezuela, sin pagar las regalías contempladas en la legislación y en el contrato de concesión. Es una polvareda mediática para ocultar la concesión económica.
En cuarto lugar, el 17 de julio del 2025, The New York Times y Wall Street Journal dieron a conocer la existencia de un memorando firmado por Marco Rubio, en el que orientaba a los diplomáticos a no pronunciarse sobre procesos electorales, lo que se interpretó como que Estados Unidos ya no supervisaría procesos electorales en otros países: “(…) En consonancia con el énfasis de la administración en la soberanía nacional, el Departamento de Estado sólo hará comentarios públicos sobre las elecciones cuando exista un interés claro y apremiante de la política exterior estadounidense para hacerlo.”
Ese memorando parecía estar en consonancia con la renovación de la licencia a Chevron, pero tampoco fue así.
Giro de 180 grados en la política hacia Venezuela
Diez días después, en el marco de las tensiones entre Trump y Putin en relación con la guerra en Ucrania, se operó un frenazo en el proceso de acercamiento con el gobierno de Maduro El 27 de julio, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro sancionó al llamado Cártel de los Soles como Organización Terrorista Global, argumentando que Nicolas Maduro era el jefe de dicha agrupación criminal.
Esa declaración fue un ataque anticipado a la realización de las elecciones municipales del 28 de Julio, en las que el chavismo obtuvo el 85% de las municipalidades, aunque el Departamento de Estado no se pronunció oficialmente sobre el resultado de estas.
La recompensa de 50 millones
Durante su primer mandato, Trump estableció una recompensa de US$ 15 millones por información que condujera al arresto de Maduro, acusándolo por primera vez de ser un narcotraficante. Después Joe Biden, antes de abandonar el cargo, aumentó a US$ 25 millones la recompensa, ahora Trump la duplicó hasta 50 millones.
Pam Bondi, secretaria de Justicia, encargada de anunciar el nuevo monto de la recompensa por la cabeza de Nicolas Maduro, escribió en X que “él es uno de los narcotraficantes más grandes del mundo y una amenaza para nuestra seguridad nacional. Por lo tanto, hemos duplicado su recompensa a US$ 50 millones. Bajo el liderazgo del presidente Trump, Maduro no escapará de la justicia y será responsabilizado por sus crímenes despreciables”. (CNN, 07/08/2025)
No es la primera vez que Estados Unidos inventa cargos, sin presentar pruebas creíbles y verificables, contra los dirigentes o gobiernos que se le oponen.
La orden de atacar militarmente los carteles
El 20 de enero del 2025, Trump designó a los carteles del narcotráfico como “organizaciones terroristas globales especialmente designadas” las que constituyen “una amenaza a la seguridad nacional que va más allá de la que plantea el crimen organizado tradicional”. En esa orden ejecutiva, Trump mencionó de manera general a los “carteles” aunque menciono de manera específica a organizaciones como el Tren de Aragua (TdA) y la Mara Salvatrucha (MS-13).
Como una lógica conclusión de esta orden ejecutiva, Trump dio una orden secreta al Pentágono para usar la fuerza militar contra los carteles del narcotráfico que operan en América Latina.
El objetivo: separar a Maduro de la conducción chavista
Todo lo anterior anuncia posibles ataques militares contra México, Venezuela y Ecuador, bajo el pretexto de combatir a los carteles del narcotráfico. Pero, lo mas peligroso, es que puede haber ataques militares específicos contra Nicolas Maduro. No cabe la menor duda que Trump sueña con repetir un ataque con drones como el que asesinó al general iraní, Qassim Suleiman, en Irak en enero del 2020.
La política de Trump de atacar a la persona de Maduro, y de ofrecer una recompensa de 50 millones de dólares, tiene el objetivo de separar a Maduro de la conducción chavista, exigir su cabeza, como precondición para establecer una convivencia con el gobierno de Venezuela.
Hasta el momento, la cúpula militar de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) ha cerrado filas con la conducción de Nicolas Maduro, es su principal soporte, pero queda claro que, al atacar a la persona de Maduro, Trump promueve un golpe de Estado que liquide su conducción.
¿Es una táctica de negociación?
No es la primera vez que Estados Unidos en su lucha contra el chavismo, combina el bloqueo económico, algún respiro y la presión militar, con posibles negociaciones, para obtener el petróleo que tanto le interesa.
Entre las presiones económicas y un posible ataque militar, hay un hilo muy delgado, que se puede romper en cualquier momento. Tenemos el precedente reciente de los ataques militares yanquis contra las instalaciones nucleares de Iran. No sabemos si la proxima Cumbre Putin-Trump en Alaska negociará un nuevo statu quo sobre Venezuela, alidado de Rusia y China. Es imposible predecir el futuro, pero los latinoamericanos debemos estar alertas porque la bestia anda suelta.
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